La sabiduría popular, a la cual casi nadie le hace caso, lo dice una y otra vez: la droga no perdona clase social ni condición alguna para hacer estragos allí donde se establece.
Es mentira que las drogas solo son hábito de los más pobres. Para mostrarlo, tenemos en cartelera la película Siempre serás mi hijo (Beautiful Boy; 2018), dirigida por el realizador belga Felix van Groeningen.
El personaje principal es un jovencito de una familia adinerada, de buen vivir y plácida con sus comodidades, eso que muchos llaman una familia burguesa. Un día, dicho sujeto, Nicholas Sheff, hijo mayor de Steve, hombre divorciado y vuelto a casar, decide probar algo de mariguana.
LEA MÁS: Crítica de cine: 'Llámame por tu nombre', el amor se vive sin culpa
Nicholas lo toma como un juego, el cual, incluso, puede compartir con su padre. Sin embargo, para el muchacho, galancito de buen ver, aquel “porro” (que no es baile ni canto) le es como abrir las nubes para que salga un buen aguacero.
Así se inicia el proceso de degradación de Nicholas hasta tocar fondo con las drogas, hasta entrar a un callejón sin salida, proceso en el cual arrastra a su familia, penetrada por un lógico dolor anímico.
De esa manera, el título del filme (en castellano) viene a justificarse: no es solo la historia de un ángel caído (el jovencito), sino también la de un papá que desea entender el fenómeno y encontrarle solución.
Para reforzarse, el filme se llena de canciones, especie de comentarios o subrayados de lo que acontece como argumento de la película, donde tenemos el tema de John Lennon: Beautiful Boy (Darling Boy), por donde anda el título original (en inglés) del filme.
El director Felix van Groeningen trata de esquivar a toda costa el melodrama, pero no siempre lo logra. Se dice que más vale maña que fuerza, pero lo cierto es que a Van Groeningen y al filme en general le falta maña para tener fuerza dramática. Se trata de una película superficial, aunque a veces trata de ponerse más seria que un burro en lancha.
Siempre serás mi hijo es película que indaga poco (todo parece suceder por casualidad), no penetra en los dilemas de sus personajes (peca más bien de anecdótica), va y viene sobre situaciones semejantes (especie de trompo al dar vueltas) y con uso más bien barroco del “flashback” (analepsis) y del “flashforward” (prolepsis).
Esa anacronía busca ocultar la debilidad narrativa del filme y encubrir las malas actuaciones de Steve Carrell y Timothée Chalamet. Lo que salva a la película del tedio es mostrar la vinculación nociva entre la familia burguesa y el hijo pródigo (la oveja negra que llega a poner en crisis al resto de la familia).
A Siempre serás mi hijo se le debe agradecer su renuncia al capillismo de la reprimenda: nunca sermonea, tan solo quiere que uno saque conclusiones a partir del hecho narrado, sin apuntes al margen. Eso es bueno, pero nunca suficiente para recomendarles la película: se queda como filme mediocre.
SIEMPRE SERÁS MI HIJO
Título original: Beautiful Boy
Estados Unidos, 2018
Género: Drama
Director: Felix van Groeningen
Elenco: Steve Carrell, Timothée Chalamet
Duración: 111 minutos
Cines: Mall San Pedro, Cinépolis, Magaly
Calificación: DOS estrellas ( * * ) de cinco posibles