¿A ustedes no les sucede lo mismo? Es que me llama la atención ese cine cuya trama parte de la destrucción del mundo (casi siempre por guerras nucleares) y que, de pronto, aparecen sobrevivientes por aquí y por allá, todos con costumbres distintas y armas extrañas.
La cuestión es que, a pesar de lo apocalíptico de los sucesos, del cataclismo, las guerras siguen siendo “necesarias”: es parte del pesimismo inevitable del llamado género fantástico en el cine y en la literatura, y por ahí van y vienen las tramas.
Dentro de esa onda, se exhibe ahora la película neozelandesa Máquinas mortales (2018), dirigida por Christian Rivers, pero con la producción de la mano conocida de Peter Jackson y de su equipo, quienes se embelesan cada vez más con grandes producciones de escandalosos arrebatos visuales y sonoros.
Máquinas mortales lo viene a ratificar. Argumento: después del fin de la civilización humana (si es que la ha habido alguna vez), las ciudades son enormes máquinas rodantes, donde las más poderosas se comen a las más pequeñas, como aquello de que pez grande se come al más chico.
No es solo la guerra lo que aparece de nuevo. Hasta el esclavismo se renueva y, sobre todo, el ansia de poder, aunque sea sobre ruinas. En este filme, lo demás son aventuras con gran intensidad y algún melodrama por ahí metido, según la literatura para adolescentes que le da base a este filme: la del británico Philip Reeve.
Pese a su aparatosa parafernalia, esta película resulta unidimensional se le mire por donde se le mire (peor en el concepto de los personajes y, ergo, en las malas actuaciones). Mantiene la ya cansada mirada distópica sin riqueza conceptual, como si todo sucediese al azar.
Con su transcurso, el filme muestra la contradicción entre tecnología con el bajo nivel de vida de sectores oprimidos. Es una lucha de clases con rasgo cyberpunk. Eso sí, ese apunte sociológico, casi marxista, salva al filme del desastre. Igual se da la presencia del anacronismo visual, aunque embrollado: influencia de un steampunk mal manejado.
Me sorprendió cómo esta película deja personajes sueltos que, al largo rato, aparecen por ahí sin ton ni son. La música falla del todo por insistir con sus manoseados tonos épicos, desfasados de las imágenes. En cuanto al montaje, este no puede con tantas imágenes atropelladas.
Su vana pomposidad le impide a Máquinas mortales esbozar conceptos valiosos para hablar del hombre y del mundo desde lo narrativo. Era lo que Jean Paul Sartre predicaba para la literatura, pero esto le importa poco a la gran industria del entretenimiento fílmico. No es de nuestra recomendación.
Ficha técnica
- Título original: Mortal Engines
- Nueva Zelanda, 2018
- Género: Fantástico
- Dirección: Christian Rivers
- Elenco: Hera Hilmar, Hugo Weaving
- Duración: 128 minutos
- Plataforma: Nova, Cinépolis, CCM, Cinemark, Citi, San Pedro
- Calificación: DOS estrellas ( * * ) de cinco posibles