No sé cuántos recordarán el relato del alacrán que necesitaba cruzar un río y le pidió ayuda a una rana. La rana no quería por miedo a que el alacrán le clavase su aguijón. Este bicho le contesta que no tiene sentido porque se morirían los dos. La rana acepta.
A medio río, la rana siente el pinchonazo en su lomo y mientras se muere pregunta: “¿Dónde está la lógica de esto?”, y el alacrán le responde antes de morir ahogado: “Es mi naturaleza y en ella no existe la lógica.
”Esa fábula tiene la virtud de explicar en sí misma qué es una fábula, incluida la moraleja. Justo es esa ausencia de lógica, bien lograda dentro de su propio universo, lo que hace de la película La forma del agua un filme no solo exquisito, sino también fabulador según la mejor naturaleza del cine mismo.
De la mano del director mexicano Guillermo del Toro, quien gira otra vez sobre su propio estilo creativo, de su mano nos encontramos ante una película-fábula que logra su meta: la humanización de un mundo que, para muchos, es “raro”.
Eso permite que esta película tan del género fantástico (género de lo "irreal"), pueda ser vista, gustada, comentada y hasta estudiada desde un ángulo humanista y alejarnos pronto de aquellos “errores” formales o narrativos que solo los necios insisten en verle.
Al observar los tantos significados positivos presentes en La forma del agua, entendemos que estamos ante un filme rico para cualquier análisis, sobre todo desde la semiótica, entendida esta como el resultado de la humanización del mundo por parte de la cultura, según el decir de Umberto Eco.
El despliegue narrativo del filme es ejemplar por su excelente manejo del cálculo de los tiempos. Así desde su “encendido” con una voz en off que nos introduce al mundo-fábula gracias a un personaje marginado (Elisa, obrera muda y solitaria). Como amigos, a ella la acompañan un anciano homosexual y una compañera de trabajo de raza negra
Elisa trabaja en unos laboratorios secretos del gobierno de Estados Unidos. Ahí tienen y torturan a un hombre anfibio traído del Amazonas, donde era considerado un dios. Sucede en los años 60, por lo que el hombre anfibio será punto de enfrentamiento según la Guerra Fría de entonces, porque también los soviéticos andan tras ese hombre-pez.
Con definido matiz político y con específico texto en contra de la experimentación fascista, entre otros detalles, pronto el filme deviene en misteriosa, sincera y noble historia de amor entre Elisa y el hombre anfibio.
Con Elisa (gracias a la buena actuación de Sally Hawkins), el director Guillermo del Toro maneja muy bien el concepto del sujeto biográfico del relato (con sus aliados), a quien habrá de aparecerle el personaje que viene a obstaculizar o complicar el feliz desarrollo de la intriga.
Al filme le quedan bien su elegancia, su sensibilidad, su buen manejo del lenguaje fílmico y su fina sensualidad erotizada. De su perfección visual y de su cuido narrativo surge un arte capaz de lidiar contra aspectos de la sociedad actual como la violencia, la injusticia, el sexismo y la discriminación racial. El buen cine tiene forma de agua.
'La forma del agua'
Título original: The Shape of Water
Estados Unidos, 2017.
Género: Fantástico.
Dirección: Guillermo del Toro.
Elenco: Sally Hawkins, Octavia Spencer, Michael Shannon.
Duración: 123 minutos.
Cines: Nova, Cinépolis, CCM, Cinemark, Citi, Studio, Magaly.
Calificación: CINCO estrellas ( * * * * * ) de cinco posibles.