¿Sabe usted lo que es eso: de sentirse entre la cordura y la locura, entre la ficción y lo real, entre el ser un sujeto o ser otro? Esta situación es narrada con mano prodigiosa y con rigor por el director suizo Tobias Nölle en su magistral película Aloys (2016), título que asume del nombre de su personaje.
Aloys Adorn, un hijo frente a su padre moribundo, se ve a sí mismo ante la condición de heredero del trabajo paterno. Aloys será una especie de figura frágil que, con toda su humanidad andará por ahí (como anda) indagando la vida oculta de mucha gente, según lo contraten o le asignen.
No solo indaga; también toma fotos y va grabando lo que los demás esconden al ojo público. Lo que graba, lo que hace, es la huella del ojo: testigo absoluto. La muerte del padre genera una surreal borrachera de Aloys, donde él pierde su cámara, que es como perder el alma de todos sus secretos.
Luego, una voz misteriosa de mujer, tan misteriosa como la mujer misma, ofrece devolverle las cintas y se inicia la más extraña relación, especie de conexión incapaz de ser codificada en términos reales. Surge un amor que ha de distorsionar la visión de mundo de la manera más enigmática imaginable.
Aloy queda atrapado en algún lugar de energías activas. En tanto, el director Tobias Nölle, a lo largo de su relato académico, aventurado, inteligente y nada simple, va limpiando su historia de impurezas, para quedarse con lo fino y dejar atrás lo grueso. Relato e imágenes pasan por el rigor de la escogencia.
No hay de esos alardes narrativos que solo buscan manipular el espectador dentro del cine más comercial. Para nada. El filme Aloys no solo muestra solvencia artística, sino también exigencia consigo mismo. Es el retrato de una mente muy sensible, logrado también con sensibilidad y arte.
Vera, la mujer que lo ha llamado, establece con Aloys un extraño y, si se quiere, más que dialéctico y oscuro juego: eso que llaman “telephone walking”, donde lo imaginado es el mejor punto comunicativo: la imaginación es la etapa superior del proceso del conocimiento humano.
¿Es ello un paso a la locura alienante? ¿Es más bien la locura liberadora? ¿Es la locura una distancia con los demás o el mejor método de acercamiento a lo que se quiere? Más y más preguntas saltan para espectador, con la espectacular fotografía que ofrece la película, trabajo de Simon Guy Fässler.
Es como si estuviéramos ante una versión moderna, semejante y distinta a la de ese gran filme del expresionismo alemán que es el El gabinete del doctor Caligari (1920), filme silente de Robert Wiene. Sin duda, las actuaciones de Georg Friedrich, como Aloys, y la de Tilde von Overbeck, como Vera, son sustanciales en la armazón de un relato bien estructurado.
Ojalá los amantes (legítimos o no) del buen cine asistan a ver este filme que, al fin y al cabo, tiene un legítimo toque de bien entendida humanidad. Ahí está.
Ficha técnica ‘Aloys’SUIZA, 2015GÉNERO: DramaDIRECCIÓN: Tobias NölleELENCO: Georg Friedrich, Tilde von OverbeckDURACIÓN: 91 minutos