Charles Chaplin: 100 años de reír con Charlot

En 1914, con la película Making a Living , Chaplin y su vagabundo personaje irrumpieron en el cine para despertar carcajadas, conmover al extremo y provocar fuertes resentimientos políticos. Las huellas de este genio son imborrables, profundas y, muchas veces, incómodas

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Se calzó los zapatos de un vagabundo y, sin pretenderlo nunca, la vida lo convirtió en Sir . Lo que parece la síntesis de un clásico cuento inglés fue realidad en la vida de Charles Chaplin, ilustre actor que debutó en la pantalla grande hace 100 años.

El 2 de febrero del 1914, Chaplin saltó al ruedo en una película de Henry Lehrman. Hablamos de Making a Living , donde por primera vez Charlot –su emblemático e inmortal personaje– pisó el set de la comedia.

Desde entonces, Chaplin regaló al celuloide el humor silente más escandaloso de la historia. Risas, crítica social y humanismo puro lo terminaron coronando como el más grande comediante del cine mudo.

En Making a Living , cinta que tan solo dura 15 minutos, Charlot encarna un falso aristócrata inglés que obtiene un trabajo como periodista. El muy pillo roba las notas y cámara de un colega para darse la autoría de la noticia, y esa fechoría se convierte en el centro de una serie de divertidas ocurrencias.

Para Chaplin, así inició una aventura que lo llevó a filmar en más de 90 películas, la mayoría de ellas dirigidas por él mismo.

“Hay que apuntar que no es una película propia de Chaplin; o sea, él no la dirige, por lo cual todavía no tiene el verdadero estilo del actor. Sin embargo, el actor sorprende con una improvisación excepcional, pues, en ese entonces, no había un guion definido”, afirmó el comentarista fílmico Gonzalo Montero, de mibutacavip.com.

“Definitivamente es un Charlot diferente, más crudo, apenas se está formando. Eso sí, es bonito ver a Chaplin improvisado chistes, creando frente a la cámara”, agregó Montero.

“Además de gran improvisador, Chaplin fue un mimo excepcional, quien, a través del triste vagabundo a quien dio vida, poseía una profunda sensibilidad para unir lo más cómico de la vida con lo más dramático y doloroso de la condición humana”, escribió la agencia EFE al hablar acerca de este histrión.

Para Montero, Chaplin hizo de Charlot un indigente con modales de la alta sociedad. Fue un personaje único, mágico e irrepetible, que utilizaba el sentimiento para perdurar en el tiempo.

“Pueden pasar muchas modas, pero el sentimiento humano siempre es el mismo”, agregó Montero, refiriéndose al éxito que lo hizo grande entre los grandes.

Según Yoshua Oviedo, del grupo Vivecinescrupulos, el gran acierto de Chaplin fue crear al famoso Charlot, identificar lo que al público le atraía del personaje y enmarcarlo dentro un contexto dramático atractivo.

“El cine de comedia, antes de Chaplin, eran producciones muy cortas y sencillas; comedias físicas donde se hacían brincos y muecas y la gente se reía”, dijo Oviedo.

Y agregó: “Chaplin cambió el lenguaje narrativo porque notó que, si a un fondo dramático interesante le agregaba situaciones cómicas, la gente podría pasar hora y media viéndolo y no solo unos minutos, como era lo usual”.

Herida. “Andaba siempre con sus cómicos pasos, en el frustrado empeño de mejorar su lamentable existencia, algo que reflejaba la absoluta pobreza y soledad que rodeó la propia infancia de Chaplin en su Londres natal”, recordó EFE acerca de su vida, cuando en diciembre del 2012 cumplió 35 años de muerto.

Chaplin nació en Londres el 16 de abril de 1889, y a los cinco años ya había debutado en el mundo del espectáculo. El inquieto niño reemplazó a su conflictuada y demente madre –una artista de segunda categoría dedicada al music hall – en una de sus actuaciones.

Procedente de una familia modesta –abandonada por el progenitor–, la infancia de Chaplin fue ruda e intensa. De manera indirecta, así la retrató el mismo actor en la película The Kid ( El chico ), estrenada en 1921. En el filme, Charlot adopta a un niño que fue abandonado por su mamá en un auto de clase alta.

“Lo que hizo a Chaplin maestro de la comedia, fue su profundo conocimiento del drama y su emoción vivida de primera mano. Todo ello quedó plasmado en una filmografía ilustrada por niños, por una ciega en Luces de la ciudad ( City Lights, 1931) y, desde luego, por el desamparo de Charlot”, detalló la agencia EFE en un reportaje del 2007.

Subversivo. Genio del ritmo, la forma y la gestualidad, Chaplin fue un actor transgresor, de claro mensaje socialista y políticamente incorrecto. Por tal razón, no se libró nunca del cariño del público, pero tampoco de la antipatía de quienes quisieron callarlo.

“Tocaba temas universales, las necesidades del ser humano. Sus filmes están ligados a los derechos básicos de fraternidad e igualdad, por eso lo tildaron de comunista. Veía un problema social y lo hacía crítica”, dijo Montero.

En 1912, Chaplin se instaló en Estados Unidos y, en 1918, fundó su propio estudio. Su creciente popularidad lo hizo el mayor ícono del cine mudo; incluso se convirtió en el primer actor en ser portada de la revista Time , en 1925.

En 1928 ganó un Óscar honorífico por dirigir, producir, escribir y actuar en película El circo .

De la misma forma como triunfaba Chaplin, crecían las críticas y los odios contra él.

Con películas como El gran dictador , Tiempos modernos y Monsieur Vordoux se convirtió en todo un agitador social, que lo llevó a ser criticado por todos los frentes políticos. Incluso, el naciente FBI acosó al actor durante muchos años.

Monsieur Verdoux (1947) –el último filme en el que salió Charlot– y Candilejas ( Limelight , 1952) estaban en boga cuando se revelaron polémicos y dolorosos dardos contra el actor. De hecho, al promocionar la última de ellas en Gran Bretaña, no pudo volver a EE. UU.

El acoso del Gobierno, los ataques de la crítica y el peso moral por casarse con mujeres decenas de años menores que él tomaron matices de cacería de brujas.

“Tenía una tendencia a enamorarse de las protagonistas las películas, chicas jóvenes que incluso alguna vez embarazó. Por eso, alguna vez lo tildaron de pedófilo”, agregó Oviedo.

De vuelta en Londres, Chaplin rodó Un rey en Nueva York (1957) y La condesa de Hong Kong (1967), un broche indigno a su rica trayectoria, ya que fueron un fracaso de crítica y también de público.

“Definitivamente, fueron obras cinematográficas muy ligeras; no son las grandes cintas por las que será recordado”, dijo Oviedo.

Reivindicación. Sin embargo, ninguna crítica fue obstáculo para que Chaplin fuera nombrado Sir (caballero de la corona) en 1975, a la edad de 85 años por la reina Isabel II.

En la década de los 70, Hollywood quiso borrar el yerro del desahucio, ya que además de un Óscar honorífico, en 1973, se le otorgó una estatuilla por la música que él compuso para Candilejas.

Chaplin murió el 25 de diciembre de 1977 en la ciudad de Vevey, Suiza, a los 88 años.

Aún después de muerto, el artista fue noticia, “porque el 3 de marzo de 1978 el cuerpo del actor fue robado del cementerio local y no fue encontrado por la Policía hasta el 18 de mayo”, recordó EFE, agregando una frase demoledora de Billy Wilder, director que ganó dos veces el premio Óscar ( El apartamento y Días sin huella ).

“Al crear a Chaplin, Dios estaba en buena forma. Necesitará uno o dos siglos para hacer otro genio de este calibre”, dijo el cineasta.

En 1999, el American Film Institute describió a Chaplin como el décimo actor más célebre de la historia, todo un logro para un buen y conmovedor vagabundo.