Édgar Silva es uno de los periodistas y presentadores de televisión más reconocidos del país. Trabajó durante décadas en canal 7, de Teletica, y actualmente se dedica a la consultoría y asesoría en prensa. Tras su salida de la pantalla, el liberiano halló otra pasión: la producción de café.
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Actualmente sigo dos series. La primera es Seis hermanas (lunes a viernes 6 p. m., por canal 13). Es la historia de las hermanas Silva (no es por el apellido que la veo), que viven en la España machista y clasista de principios del siglo XX. Tras la muerte sorpresiva del padre, las hermanas quedan con una fábrica de telas que tienen que mantener para poder sobrevivir. Luchan por mantener la empresa y a sus empleados. Pero en medio de ese esfuerzo, cada una de las seis hermanas tiene su propia historia de amor, desamor y realización personal.
Esa diversidad de historias, me resulta entretenida, hay variedad de situaciones. Es una serie bien producida, bien ambientada, buenos textos y bien actuada. No es solo una serie o novela melodramática, son historias de amor y de realización de sueños que se complican con situaciones “inesperadas”. Olvídese de las novelas de antes, estas series españolas nos ofrecen más complejidad dramática.
Merlí (Netflix) es la otra serie que estoy viendo. La encuentro muy entretenida y hasta formativa. Cada capítulo, en las dos temporadas que hasta ahora están disponibles, está dedicado a algún filósofo de la historia. Merlí, el profesor de filosofía en un colegio de Barcelona, explica los conceptos de los filósofos y la serie los ilustra con la vida de los alumnos. Y eso es lo que engancha, porque en la historia de ellos uno también se identifica y repasa sus procesos y etapas de la vida.
Pero además, es una descripción muy realista de la etapa de la juventud, cuando se busca la aceptación de uno mismo, de la familia y de sus pares.
El profe, Merlí, insiste mucho en que los muchachos piensen, analicen, cuestionen, discutan, incluso a lo que él les dice en clases. ¡Que sean rebeldes, pero con causa! Eso me gusta mucho, porque es proponer una posición crítica del pensamiento.
Y por otro lado, la serie no presenta al profe Merlí como el ser perfecto, al contrario, el hombre tiene sus grandes defectos y sus propias luchas, lo que lo convierte en un personaje más cercano a cualquiera de nosotros.
Apenas termine de ver la segunda temporada, ya decidí que volveré a ver la primera. Como le digo, es un repaso a mis clases de filosofía en el colegio y vale la pena.
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