El abanderado de los videojuegos de pelea celebra a lo grande 30 años de marcar un hito en la vida de los gamers.
Han sido tres décadas de ataques que riman en forma de combos y de fortunas invertidas en los salones arcades. En esos salones que a inicios de los noventa se abarrotaron con jóvenes que forjaron rivalidades y organizaron torneos para determinar al mejor del barrio, del país... del mundo.
Hoy los más fiebres están sumergidos en la web a la espera de un nuevo retador.
Para los gamers ticos Street Fighter marca un antes y un después en el pasatiempo de las consolas.
Francisco Montero recuerda que el título desarrollado por Capcom fue una revolución cuando llegó al país.
“La gente se amontonó al alrededor de la máquina, y una vez encendida y lista, comenzaron a jugar, sin ninguna idea de como hacerlo”, comentó el entusiasta de videojuegos.
Los ticos conocieron las habilidades de los poderosos Ryu, Ken, Blanka y Chun-Li en 1992, con la llegada de Street Fighter 2: World Warrior al desaparecido salón de arcades Boltron, ubicado en Paseo Colón junto al cine Universal, en San José.
“Ya en ese entonces existía el primer Street Fighter publicado en 1987; sin embargo por su elevada dificultad y poca jugabilidad no alcanzó popularidad, jamás al nivel que alcanzaría su sucesor”, recordó Montero.
De hecho, esa secuela ha pasado por varias reediciones, remasterizaciones y tributos. Sin ir más lejos, la versión más actualizada se estrenó para el Nintendo Switch el año pasado. Y sí, 26 años después World Warrior luce mejor que nunca.
En mayo se lanzará otro edición para celebrar precisamente el 30 aniversario y habilitar partidas en línea.
Pero en los inicios, la gente no quería jugar versus porque prefería ver al resto de luchadores que podían ser seleccionados por el jugador.
“Los pocos que se atrevían a jugar versus, movían las palancas y presionaban los botones aleatoriamente, para ver si les salía algún movimiento de los que usaba la computadora los peleadores”, comentó el amante de los videojuegos retro.
Montero recuerda que, como no había Internet, esa tarde en Boltron los jugadores juntaron varias monedas para aprender no para ganar, sino para aprender todos los movimientos que ofrecían los 12 luchadores que venían de todas las partes del mundo. “La camaradería que genera los videojuegos”.
“Cuando les salía algún movimiento especial por accidente, se detenían ambos contrincantes, para tratar de reproducir y aprender el movimiento”, recuerda
El más emblemático era un luchador que llevaba un traje blanco rasgado y un pañuelo rojo amarrado en la frente. Ryu.
Desde entonces , no existe contrincante tan recordado en los títulos de combate como el gestor de hadouken, que consiste lanzar una bola de energía al contrincante.
Esto aunque pareciera poco marcó un antes y un después en el género de los combates.
“Era una manera de controlar el espacio, alejar al oponente o obligarlo a hacer una movida que lo compromete”, recuerda Clearance Lim en el documental I Am Street Fighter.
"Los personajes eran muy grandes porque estaban formados de varias imágenes (sprites), los golpes estaban medidos con rectángulos de colisiones, que dieron paso sin querer a poder crear combinaciones de golpes en seguidilla o lo que ahora conocemos combos. La música es de los mejores soundtracks en la historia de los videojuegos. Todo suena a trivial hoy en día, pero en esa época no existía nada como eso.", recuerda el escritor del blog Jugador 1 de La Nación, Herberth Castro.
Vivir para competir.
Durante el boom del título de Capcom, los arcades o negocios con una máquina de juegos empezaron a proliferar alrededor de la capital.
César Soto recuerda que su primera experiencia con el título de combatientes.
“Fue en el cine Reina en Guadalupe, ya después de haber conocido, jugado y entrenado en Super Nintendo quise dar el paso siguiente”, recuerda el joven entusiasta.
“El primer bajonazo de azúcar, presión en la vejiga, y nervios, me llegaron varios pasos antes de llegar a la máquina. Cuando escuché los elefantes de la pantalla de Dhalsim, ¡era otra cosa! La pantalla era más grande, el sonido era abismalmente mejor. Para ese momento, mi habilidad con la palanca sólo se podía describir en números negativos y en muy poco tiempo me sacaron, y sólo le alimenté un win al vivillo del momento”, recordó Soto.
Posteriormente, vinieron los torneos nacionales. Uno de los mejores peleadores de Costa Rica Gabriel Miranda, también conocido como On Gabo, recuerda los campeonatos organizados en el local Mundo Tico que se encontraba en Cuesta de Moras.
Eso sí, la verdadera revolución de los certámenes competitivos la trajo la cuarta entrega de la saga, la cual se estrenó en el 2009 y permitía que jugadores de todo el mundo se enfrentaran entre sí.
Miranda recuerda que después nacieron distintas organizaciones como True Challenger que empezaron a realizar torneos con premios, el más famoso a nivel nacional es el Furia Tica, el cual convoca a jugadores del extranjero.
En el 2014, Ruddy Brenes y Juan Carlos Calderón representaron a Costa Rica en el Evolution Championship Series, mejor conocido como Evo. Este torneo es, por así decirlo, el mundial de todos los juegos de pelea. Ahí solo van los mejores. Los ticos jugaron en Street Fighter IV. Por su parte, Gabriel Miranda aún recuerda con orgullo la vez que derrotó a Julio Fuentes, uno de los mejores del mundo en el Furia Tica del 2016.
A veces parece mentira que un título de una palanca y seis botones se mantenga tan vigente en la cultura del videojuego, claramente Costa Rica no ha sido la excepción.
Género multimediático
Street Fighter se convirtió en un fenómeno que dio el salto a Hollywood en 1994. La película contó con el guionista de Duro de Matar como director también contaron con actores de Jean Claude Van Damme. Raul Julia como el malvado M. Bison y un presupuesto millonario.
De hecho, hasta la famosa Kylo Minogue tuvo participación como Cammy. La película recibió terribles calificaiones por parte de la crítica, sin embargo era una parada obligatoria para la fanaticada. El videojuego de Capcom también ha sido adaptado en distintos animé, los cuales tuvieron mejor recepción.