¿Quién es? ¿Cuáles son sus propuestas? ¿Cuándo presentaría su nombre?
Hasta ahora, esas preguntas no tienen una respuesta –al menos, de conocimiento público– pero lo que parecer ser cierto es que ya ha empezado a asomarse un tercer candidato para presidir la Corte Suprema de Justicia.
Ayer, esa persona llamó al magistrado de la Sala Tercera y postulante a la presidencia, José Manuel Arroyo, según informó él a La Nación.
“Sí, hoy (martes), en la mañana, un compañero me llamó para decirme que un grupo de magistrados están promoviendo su nombre y que me llamaba a mí para ver que pensaba yo de eso. Le dije que estoy abierto al diálogo y muy interesado en que se aclare esta situación, este laberinto que nos tiene paralizados”, manifestó el juez penal.
Arroyo declinó revelar el nombre de ese posible candidato y detalló que la conversación duró pocos minutos. Además, dijo que, por ahora, mantiene su candidatura.
La única contrincante, hasta el momento, es la magistrada de la Sala Segunda y presidenta en ejercicio, Zarela Villanueva. A ella se le intentó consultar si también la llamó un nuevo interesado, pero los compromisos en su agenda no le permitieron atender a la prensa.
El lunes, la Corte Plena realizó cinco rondas de votación, en las cuales surgió un bloque de ocho papeletas en blanco que impidió a algún aspirante obtener los 12 votos necesarios para ser electo. El proceso continuará el lunes 13 de mayo.
¿Voto de generación? Los nombres de quienes optaron por la papeleta en blanco también se desconocen, pues el voto es secreto.
Algunos magistrados consideran que ese bloque que no dio su adhesión a ninguno de los dos postulantes está formado, principalmente, por los magistrados con menos años en la Corte.
Esa fue la posición de Román Solís (Sala I), Julia Varela (Sala II) y Ana Virginia Calzada (Sala IV).
“Hay tres generaciones: los que tienen mas de 10 años de estar, los que tenemos entre 10 y seis años, y los nuevos, y, lógicamente, los nuevos, además de que tienen menor edad, tienen una visión crítica sobre todo lo que se dio en el pasado y quieren propiciar cambios”, argumentó Solís.
Varela, por su parte, dijo: “Yo entiendo la decisión de las personas que llegaron más recientemente a la magistratura, porque tendrán que cargar sobre sus espaldas la responsabilidad de dirigir a la institución. Respeto que no están convencidos de que las personas que se postularon sean las mejores opciones (...).
”No puedo asegurarlo (que los votos en blanco sean de ellos) porque el voto es secreto, pero creo que sí por las manifestaciones que han hecho”.
Calzada indicó: “No lo puedo decir con exactitud, pero sí me parece que los votos en blanco pueden obedecer a la gente que ha entrado de último a la Corte. El ímpetu de las personas que están ingresando puede ser contrastado con la carrera de otros, y eso, muchas veces, genera conflicto”, señaló la jueza.
Por su parte, el juez de la Sala Primera, Jesús Ramírez, consideró que, cuando hay generaciones nuevas, “es normal” que no haya fluidez en la elección.
Sobre el tema, el magistrado constitucional, Paúl Rueda, estimó que, aunque la división generacional es un factor, no es el único.
“Hay un tema de personalidades, de generaciones, de visiones de mundo, es un popurrí de argumentos y situaciones”, expresó.
Contrario a ellos, los jueces Rolando Vega y Carlos Chinchilla (ambos de Sala III), así como el juez de Sala IV, Fernando Cruz, rechazaron que el tema de la generación sea determinante para que se dé una elección de jerarca.
Por su parte, la jueza de la Sala Segunda, Eva Camacho, abogó porque quienes votaron en blanco “se pongan de acuerdo y presenten a sus candidatos”.