El pescador Antonio Mena Ugalde (56 años) fue uno de los tripulantes del Varadero I, junto con su hijo. Él vive en Puntarenas y recuerda como el susto más grande de su vida lo ocurrido en abril del 2002 cuando llevaba casi una semana en alta mar.
“El barco llevaba varado tres días, y el día en que nos arrancó se aproximó un barco enorme de ambientalistas que por poco nos mata. Pensé que era patrullero y, como estábamos en aguas internacionales, nos dijeron que tenían una orden de detención de Guatemala.
”El capitán no apagó el motor, aunque nos dijeron que, si no, nos hundirían. Al rato, sacaron una manta que decía: ‘Función de muerte’. Minutos después, nos echaron agua con mangueras a presión y nos quebraron los vidrios de la cabina.
”Ese barco nos golpeó en la proa del nuestro, haciendo mucho daño en la cabina y parte delantera izquierda, lo que por poco nos hunde, pero solamente la mano de Dios nos salvó de morir. A como podíamos, sacábamos con una bomba el agua que se metía al barco, hasta que, cinco días después, llegamos a tierra. Sufrí una cortada en el dedo gordo de mi mano derecha, que me lo dejó inmóvil.
“Yo espero que Watson afronte la ley y que nos diga por qué nos hizo lo que nos hizo”.