“Esa es la peor noche que he vivido. Millones de zancudos pasaban por encima mío en una banca y tuve que defecar esposado en un sitio asqueroso”, expresó ayer Wílliam Salas Mora, de 38 años, quien permaneció atado dos días a una verja en Quepos porque no pudo pagar completa la pensión alimentaria.
El drama de Salas se inició el miércoles pasado, luego de que tres oficiales de la Fuerza Pública le indicaron que adeudaba ¢550.000 de pensión, lo que lo tomó por sorpresa ya que solía depositar en forma puntual, relató ayer.
Con lo que no contaba Salas, quien se gana la vida efectuando reparaciones y remodelaciones de casas, era que una jueza le había aumentado en ¢100.000 el monto por pagar por mes, luego de que su excompañera solicitó un reajuste.
Pese a que mostró comprobantes por depósitos de ¢50.000, fue llevado hasta la sede policial de Quepos, Aguirre, donde fue esposado a una herrumbrada verja y sentado en una banca de madera.
Gracias a la ayuda de un hermano, pudo depositar ¢200.000 y llegar a un acuerdo de pago, con la finalidad de no ser enviado al centro penitenciario La Reforma.
“Ese mismo día se cumplía mes y me aumentó en ¢150.000, los cuales me prestaron. Al final, el arreglo quedó en que por mes pagaría ¢220.000 durante los próximos cinco meses, los cuales aún no he conseguido”, manifestó Salas.
Burlas y ofensas. Mientras permanecía esposado a la verja, Salas fue expuesto a la burla de los pobladores que pasaban, quienes le gritaban improperios sin conocer su situación económica.
“Las amistades que pasaban gritaban hijue..., tal por cual, pague la pensión. Durante el día, el calor era insoportable y en la noche se sentía como una plaga de zancudos. Si hubiera sido en un lugar más discreto, no me hubiera importado”, expresó Salas, vía telefónica.
Además de las ofensas, conforme pasaban las horas el dolor en el brazo se volvía insoportable pues no podía variar de posición.
Desde el jueves a las 7 a. m. hasta el viernes a las 6 p. m., Salas permaneció fuera de la destartalada sede policial, la cual carece de celdas aptas para detenidos.
“Durante el tiempo que me tuvieron esposado, no me pude lavarme la cara ni los dientes. En lo que los policías usan como sanitario, las paredes no existen y los huecos se tapan con papel higiénico para tratar de que no lo vean”, agregó.
Denuncia ante el MSP. Eugenia Quesada Montero, directora ejecutiva de la Fundación Instituto de Apoyo al Hombre (Fundiapho), manifestó que ayer presentó ante el Ministerio de Seguridad Pública (MSP) una denuncia dirigida al titular, Celso Gamboa, sobre la actitud de los oficiales de Quepos.
“Lo ocurrido es un atropello a los derechos humanos. Fue un linchamiento moral al que estuvo expuesto. No pudo efectuar sus necesidades, pasó hambre, frío y estuvo esposado”, aseveró Quesada.
La abogada agregó que hoy presentarán otra denuncia ante la Defensoría de los Habitantes.
Aunque se intentó conocer la posición del ministro Gamboa, este no respondió las llamadas ni los mensajes dejados en su celular.
Añora ver a su hija. El ofendido, quien es vecino de Paquita de Quepos, también denunció que, pese a que ha pagado la pensión alimentaria, una jueza de Quepos le ha negado la posibilidad de ver a su hija de siete años, en los últimos tres años.
En las horas que estuvo detenido, Salas dijo que pensó en su madre enferma de 80 años y en la forma como conseguirá dinero para no volver a pasar por lo mismo.