"Uh, qué me han dicho... Ahí va la vieja hij..., que nos tiene todos los delincuentes afuera. Vagabunda, carebarro. Cosilllas de ese calibre ...".
A solo 14 días de dejar el cargo, la ministra de Justicia, Cecilia Sánchez Romero, recuerda algunos de los epítetos que le dijeron en la calle o por redes sociales por liberar a reos de cárceles y llevarlos a un sistema en el cual solo tenían que dormir un día a la semana en un centro penal.
"El Ministerio de Justicia tiene un órgano técnico que se llama Instituto Nacional de Criminología, que es el que establece las políticas de ingreso y egreso de los privados de libertad (...) Yo no lo he ordenado nunca, porque sino estaría sobrepasando mis competencias", aseguró.
Agregó que por esa decisión, que permitió descongestionar las cárceles y bajar los niveles de hacinamiento, se la señaló como la responsable de "poner en peligro la seguridad del país". Sin embargo, para ella, "la criminalidad de este país tiene causas muy profundas", reaccionó.
Sánchez, de 63 años, asumió la cartera de Justicia en julio del 2015 y dejará el puesto este 31 de diciembre, pues el 1.° de enero pasará a la dirección del Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente (Ilanud).
En conversación con La Nación, la jerarca, quien dijo que se va satisfecha por la labor realizada, también habló de la relación con el titular de Seguridad Pública, Gustavo Mata Vega, de quien mencionó: "Se ofusca porque contra él cae mucho cuestionamiento sobre los temas de seguridad". Además, reveló que en muchas ocasiones hubo vehículos que la siguieron.
Polémica decisión
–A usted se le criticó por la liberación de reos. ¿Cómo tomó ese cuestionamiento?
–Enfrentar esas críticas lo único que me ha permitido a mí es sostenerme, porque no han sido críticas desde la racionalidad o desde el análisis académico, sino que han sido críticas muy mal intencionadas, con información distorsionada. Se habla de liberación pero yo no hago ninguna liberación (...) Yo no lo he ordenado nunca, porque si no estaría sobrepasando mis competencias (...) Pero se le dice a la población que es la ministra la que pone en peligro la seguridad del país, que es la ministra la que ha generado el aumento de la criminalidad. Por Dios, si la criminalidad de este país tiene causas muy profundas. Tiene que ver con equidad, con la estructura económica del Estado. El Estado dejó, desde hace muchos años, de favorecer a las clases populares y eso es caldo de cultivo para la criminalidad.
–¿En la calle le han dicho algo por ese medida?
–Uh, qué me han dicho... Ahí va la vieja hij (...) que nos tiene todos los delincuentes afuera. Vagabunda, carebarro. Cosillas de ese calibre...
–¿Cómo repercutieron esos calificativos en su gestión?
–Me fortalecieron, porque esa crítica no tiene ningún fundamento. A mí nadie me ha logrado demostrar que lo que estamos haciendo es equivocado. Si a usted le están diciendo que soy la mala, que yo no pienso en las víctimas, que soy la que chineo a los delincuentes, que no me preocupo por los policías, es normal, si eso es lo único que usted recibe, que se esté generando en mi contra un odio. Pero tengo mi conciencia absolutamente tranquila, si estoy haciendo lo que debo.
–¿Alguien la ha intento agredir en la calle?
–Verbalmente sí se me levantó un señor en Terramall (La Unión), y sí he sido objeto de seguimientos por vehículos, motos... Por eso es que ando con seguridad.
–¿A qué atribuye esos seguimientos?
–Para tener un cuadro exacto de mis movimientos (...), para tener el control de mi vida (...) En una ocasión, entré a una clínica de fisioterapia y se me hizo un escándalo de que aprovechaba mi tiempo y todos los recursos. Eso es de un seguimiento. Es saber adónde voy, con quién me relaciono, me van cercando, es una manera de intimidar. Saber que me siguen y me mandan a decir: 'Sabemos quiénes son sus hijos, adónde viven'. A veces ponen: 'Ya sabemos dónde vive esta roca, por qué no le vamos a hacer un atentadito, por qué no le vamos a pasar una balitas para que sepa lo que es'. Cosas así (...) creo que quisieron llevarme al borde del colapso y hacerme renunciar, y no lo lograron.
–¿Determinó quién la siguió?
–No.
–¿Denunció ante el OIJ?
–Lo comuniqué al (entonces) fiscal (Jorge) Chavarría. No fui al OIJ porque normalmente piden detalles, entonces preferí trasladarlo a Seguridad Pública. Los muchachos que andan conmigo tienen algunas personas identificadas, otras cubiertas por la protección que dan las redes sociales.
–¿Llegó a sospechar de alguna persona detrás de eso?
–No me atrevería a decir nombres.
–¿Es algún político?
–Digamos gente que me atacaba mucho.
–¿Cesaron los ataques?
–Al menos los seguimientos sí (...) Creo que hubo mucha manipulación y mucho aprovecharse del momento para posicionarse, o sea darme a mí (Cecilia Sánchez) para posicionarme yo.
–¿Alguna víctima de un delito se le acercó para cuestionarla por la liberación de presos?
–No. Lo que ha habido son versiones de desagrado, pero nunca de acercamiento. Que en todo caso hay algo que se les olvida a las víctimas: el Ministerio de Justicia tiene que lidiar con la gente que ha sido condenada, esa es mi población meta. Gerenciar a las personas que causan las lesiones.
Gustavo Mata se ofusca
–¿En Consejo de Gobierno algún compañero criticó la liberación de reos?
–No, la manifestación que hubo fue del ministro de Seguridad (Gustavo Mata) públicamente.
–¿Cómo fue la relación con Gustavo Mata?
–Mire, es curioso, porque tengo una buena relación con Gustavo Mata (...), solo que tenemos un enfoque distinto sobre el tema. Creo que también Gustavo se ofusca, porque contra él cae mucho cuestionamiento sobre los temas de seguridad y quizás se dejó un poquito influir por algún pensamiento.
–¿Pero Mata no la cuestionó en el Consejo de Gobierno?
–No. Más bien yo aclaré cual era la posición del Ministerio de Justicia y lo que estaba pasando, y dejarle claro al señor ministro de Seguridad que las cosas no estaban ocurriendo en la forma en que se estaban presentando, que no era nuestra población la que causaba los problemas de inseguridad, que la cosa venía por otros rumbos. Él fue muy respetuoso, nunca me ha increpado. Tiene una visión distinta.
–Sin embargo, hace dos días, Mata criticó la liberación de reos...
–Sí, a mí me parece que fue un poquito desafortunada esa salida, porque es seguir insistiendo en un argumento que ya se ha demostrado que no es cierto. No es la población que se reubica la que comete delitos. Que hay personas que vuelven a cometer delitos, sí las hay. Eso no lo vamos a tapar, pero son los menos. Hay un porcentaje más alto de personas que se queda en libertad que cambia su proyecto y no da problemas.
Logros y fracasos
–¿Cuál fue su principal logró en Justicia?
–Poner el sistema penitenciario en la palestra pública. El impacto negativo o metas no cumplidas: las dificultades presupuestarios, la insuficiencia de personal, no haber contado con la infraestructura adecuada. Se visibilizó a la población, se puso el tema de los derechos humanos en discusión y generamos a lo interno una actitud de empatía que nos ha permitido incluso bajar los niveles de violencia. Todo esto fue lo que generó los ataques virulentos. Cerrar las 'tumbas' (antigua máxima seguridad) fue un logro de primer nivel.
–¿En que cosas fracasó?
–Digamos que fracasar no, pero no logré la demolición de los espacios carcelarios que están en pésimas condiciones y que varios jueces nos han ordenado demoler, como las mínimas y las medianas de Reforma y el 'barrio chino' en (el centro penal) Luis Paulino Mora. Una de las cosas que me preocupa muchísimo que no se pudo resolver es el tema de las adicciones (en prisión).
–Usted presentó esta semana un plan de lo que debe ser la política penitenciaria. ¿Seguirá el país esa recomendación?
–La pretensión es que sea el norte en los años siguientes del Ministerio de Justicia. Esta herramienta nos costó un año de trabajo. Si se quiere retroceder, el nuevo ministro debe aplicar una herramienta distinta.
–¿Qué propone este plan?
–Propone el tema de la reinserción y la necesidad de articular la política criminal del Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Los legisladores nos dicen qué conductas se van a sancionar y por cuánto tiempo. Los jueces nos dicen quiénes nos mandan. Nosotros tenemos que establecer racionalidad en el uso de la prisión, pero cuando se han incrementado las penas, no se piensa en el impacto en el sistema penitenciario.
–¿Se violan los derechos humanos en cárceles?
–Tengo que decirle que sí, porque si no tengo un espacio digno para dormir, si no tengo una atención médica adecuada y si no tengo posibilidad de trabajo, mis derechos están siendo violentados.
Estado actual del sistema
- El sistema penitenciario atiende a 36.020 personas, de las cuales 13.902 (38,6%) están en centros de detención. El resto se ubica en regímenes semiabiertos (12,5%) y abiertos (48,9%).
- Existen 15 cárceles para adultos y dos para población penal juvenil, que tienen una capacidad de alojamiento de 11.081 espacios, pero albergan a 13.902 presos. Eso implica que el nivel de hacinamiento es de 25,46%. En julio del 2015 este rubro rozaba el 53%
- La prisión preventiva representa un 19,7% de la población privada de libertad, es decir, 2.741 personas esperan juicio en prisión. Mientras tanto, el 78.32% está con sentencia firme (10.731 setenciados y 157 en doble condición). Un 1,93% (273) tiene apremio corporal por pensión.
- El 3,6% de los reos que estaba en el programa semiinstitucional fue reubicado otra vez en prisión por cometer un nuevo delito. El 12,8% incumplió con el plan de atención y también volvió a cárcel, y el 84% cumplió con el plan hasta terminar la pena y quedó en libertad.