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Patrulleros fotografiados en el momento en que metían a uno de los revoltosos en un patrulla policiaca. (Jose Cordero)
Texto original publicado por La Nación el 15 de octubre de 1972
Un grupo de cubanos que llegaron al país hace unos noventa días, se apoderó ayer del aeropuerto internacional Juan Santamaría. Eran entre 200 y 300 personas, la mayoría mujeres y niños encabezados por un grupo de hombres que formó una cadena para impedir que las gentes que iban a viajar fuera del país abordaran los aviones. Era una manifestación en protesta porque el gobierno de los Estados Unidos no les ha dado visa para entrar a ese país.
En cuanto la administración del aeropuerto se dio cuenta de la situación que amenazaba tomar características graves ante la posibilidad de choques personales entre los usuarios del aeropuerto y los manifestantes, se recurrió a las autoridades de la Guardia Civil de Alajuela y San José. Varias unidades de radiopatrullas de la Policía Militar y de otros cuerpos de la Fuerza Públicas con equipos antimotines, fueron enviadas al lugar del disturbio, donde el ambiente se estaba caldeando.
Entre los primeros hombres de la Fuerza Pública que llegaron y los manifestantes, se inició un zipizape poco antes de las 9 a. m. Los cubanos ignoraron las peticiones que hizo la policía para que desalojaran el área y permitieran la actividad normal del sitio. En vista de que los manifestantes ya estaban tratando de promover de desórdenes, se informó la nueva situación al ministro de Seguridad Pública, Fernando Valverde Vega, quien se trasladó inmediatamente al lugar de los hechos.
El ministro intentó hablar con los revoltosos, liderados por un pequeño grupo, pero estos se negaron a escuchar al ministro Valverde, no obstante que el alto funcionario hizo la solicitud con mesura, dijo un oficial de la Fuerza Pública. El jerarca ordenó a la Guardia Civil que desalojara el edificio. Luego de una trifulca en la que no faltaron los gritos, se efectuaron varias detenciones. Uno de los implicados intentó quitar el arma a un guardia, pero otro oficial le colocó un formidable bastonazo para disuadirlo de su intención. Los revoltosos optaron por irse en varios autobuses.
En otras noticias:
Adolescente muere tras choque de pesquero
Gerardo Campos Umaña, de 19 años, tripulante del pesquero “Don Francisco”, murió ayer, cuando su barco chocó contra los arrecifes que rodean una parte de la isla de Los Negritos, en el Golfo de Nicoya. El trágico accidente, que produjo la pérdida total de la nave de 62 pies de eslora y de su cargamento de mariscos, ocurrió por causa desconocidas, a las tres de la madrugada.
El accidente no fue conocido antes de que amaneciera. El capitán de la nave, Walter Morgan, dijo que la fuerte marejada y las corrientes intensas de viento lo lanzaron contra las rocas y ocurrió el desastre. El tripulante fue arrastrado por el agua que saltó la borda del pesquero y lo estrelló contra las rocas.
La muerte de Campos se produjo en forma instantánea, aseguró el capitán Morgan. Los barcos pesqueros “Santa Adela”, “Santa Enriqueta”, “Don Mario” y “Santa Marta” salieron hacia el lugar del suceso. Transportaron a los tripulantes sobrevivientes a Puntarenas.
Alunizaje de Apolo 17 presenta complicaciones
El lugar donde alunizará el Apolo 17, una región montañosa llamada Taurus - Littrow, presenta mayores complicaciones geológicas que cualquier otro de los visitados hasta ahora en la Luna, según informa un científico de la agencia geológica estadounidense.
“Puede incluir algunas de las más jóvenes, y a la vez, las más viejas rocas de la Luna”, declaró el doctor William Muehlberger, del centro geológico estadounidense especializado en astrogeología en Flagstaff, Arizona. El 11 de diciembre, cinco días después del lanzamiento, los astronautas conducirán su nave de alunizaje a un pequeño valle, que deriva su nombre de los cercanos montes Taurus y el cráter Littrow.
Según Muehlberger, los astronautas tendrán “bastante trabajo en descifrar la geología de esta compleja región, que plantea varias curiosas interrogantes”. Las rocas traídas de regreso a la Tierra por las anteriores expediciones a la Luna varían en edad desde 3.000 hasta 4.100 millones de años.