Carlos Luis Aguirre Venegas y su hermano Juan Francisco desembarcaron el sábado en el muelle de Caldera, luego de que una embarcación atunera mexicana los encontró cuando tenían más de un mes a la deriva en aguas del Pacífico de ese país y otro navío hizo un trasbordo para repatriarlos.
Martín Arias, director nacional de Guardacostas, confirmó que el barco venezolano Venturi pasó cerca del navío B/M Oaxaca, que fue el que los rescató y, como venía para Costa Rica, recogió a los pescadores y los dejó en Puntarenas.
Los hermanos Aguirre habían salido el 25 de enero a pescar por el sector de Malpaís en Cóbano, Puntarenas, con una lancha pequeña recién comprada que, según lo narrado por los náufragos a los guardacostas, tuvo un daño en el motor. Tenía el nombre de Zafiro.
Fue así como las corrientes marinas los arrastraron a la deriva hasta aguas mexicanas donde fueron rescatados por el atunero el 26 de febrero. Cuando los salvaron, optaron por dejar hundirse en el mar su lancha, ya que tenía el casco dañado.
La cónsul de Costa Rica en México, María Amelia Hidalgo, fue enterada del hallazgo y solicitó cooperación para repatriar a los pescadores. La lancha tenía chinchorros y equipo de pesca artesanal.
Julio Díjeres Bonilla, del departamento de Protección y Registro del Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (Incopesca) afirmó que la embarcación Zafiro no se encuentra registrada y no tiene licencia de pesca. Los dueños de la lancha dijeron que apenas iban a iniciar los trámites por ser recién adquirida.
Martín Arias, de Guardacostas, dijo que era un bote artesanal pequeño y como no hay ley que regule ese tipo de navegación, muchos botes andan así.
A su llegada las autoridades constataron que Juan Francisco tenía una causa judicial pendiente por portación ilegal de arma de fuego, pero ya había prescrito y quedó en libertad.
El pescador dijo que usaba el arma cuando iba a pescar para evitar robos y que se la decomisaron en una inspección años atrás.
Momentos de angustia. Carlos Luis y Juan Francisco Aguirre Venegas pasaron los momentos mas angustiantes y duros del principio de año, ya que naufragaron en su lancha por 31 días en aguas internacionales.
Carlos de 42 años y Juan de 45, tienen 22 años de laborar juntos como pescadores, aunque desde que tenían 14 años ya realizaban labores de pesca.
El 25 de enero en horas de la madrugada emprendieron el viaje de cuatro días, sin pensar que en esa salida iba a pasar lo peor de sus vidas.
El 28 de enero en las aguas del golfo de Nicoya y a unas cinco millas náuticas de la costa el viento les jugó una mala pasada y por poco les hunde la lancha.
Tras la revolcada con el viento, el agua de mar les ingreso a la lancha y les mojó el motor, que se les apagó. Desde ese momento se veía venir lo peor, porque tenían agua solo para cinco días y alimentación para cuatro.
Sangre de tortuga. Pasados ocho días ellos tenían que buscar un método para alimentarse e hidratarse. Juan Francisco había escuchado que la sangre de tortuga era buena para mantener el cuerpo un poco hidratado. Cada vez que una tortuga llegaba a la lancha, que iba al garete, era como una bendición para ellos.
Para comer tenían carne de atún y marlin, mientras que de las tortugas extraían el líquido para su cuerpo.
"Mi hermano había escuchado que la sangre de tortuga era buena para mantener el cuerpo un poco hidratado y por gracia de Dios nos llegaban tortugas a la lancha y las agarrábamos con la mano para poder sacarles sangre y tomarla, además su carne era la que nos alimentaba junto a la de atún y pescado marlin", dijo Carlos Luis.
Para poder taparse del fuerte sol, Juan Francisco se las ingenió y partió un balde a la mitad y cada uno agarró una mitad para taparse el sol durante los 31 días que estuvieron a la deriva.
"El sol era muy fuerte. Con mucho dolor teníamos que matar dos tortugas por día para poder sobrevivir, sin ellas nos hubiésemos muerto", dijo Juan Francisco.
En su casa los familiares pensaban lo peor. Doña Catalina Venegas y don Esquivel Aguirre fueron los que más se angustiaron y rezaban día con día para que Dios les regresara a esos dos hijos que son parte de los 12 que tiene en 60 años de matrimonio.
Ambos sos casados. Juan Francisco tiene dos hijos y Carlos tiene tres. Son vecinos del barrio San Luis en Fray Casiano, distrito de Chacarita, Puntarenas.
Miguel Aguirre, un hermano, dijo que él puso la denuncia en Guardacostas para que fueran a buscar a los pescadores, ocho días después de que zarparon.
Ahora ambos trabajadores del mar esperan recuperarse y volver a conseguir dinero para comprarse otra lancha, inscribirla y seguir laborando en la única fuente de empleo que tienen.