La habitación de una cuartería en San José servía como un “laboratorio” donde se imprimían falsificaciones, sobre todo de los nuevos billetes de ¢5.000, ¢10.000 y ¢20.000.
El descubrimiento lo hicieron ayer agentes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), tras una pesquisa de tres meses pues 40 personas denunciaron haber sido estafadas con dinero falso.
Como principal implicado en este hecho, se detuvo a un sujeto de apellido Pérez, de 55 años de edad. La Fiscalía informó de que a él se le abrió un proceso penal por el delito de falsificación de moneda, castigado en el artículo 366 del Código Penal con de 3 a 15 años de cárcel.
Pérez fue condenado en mayo del 2006 a cuatro años y seis meses de prisión por el delito antes citado. El Ministerio de Justicia informó ayer de que el 23 de junio del 2008 el juez de ejecución de la pena de Alajuela le concedió la libertad condicional. Pérez cumplió la sentencia el 27 de julio del 2009.
Alto movimiento. Francisco Segura, director interino del OIJ, dijo que la identificación del sospechoso se logró luego de una labor de inteligencia, mediante la cual se conoció que Pérez, vecino de San Felipe de Alajuelita y quien tenía antecedentes por fabricar billetes falsos, estaba comprando cada dos días “grandes” cantidades de un papel especial, tintas, borradores, lápices y otros instrumentos usados para falsificar dinero.
Agregó que los investigadores determinaron que Pérez, al parecer, introducía cerca de ¢5 millones falsos al mercado cada semana.
Segura manifestó que Pérez simulaba ser un vendedor de lotería, pero esa actividad le servía para contactar a otros chanceros y taxistas, a quienes entregaba la moneda falsa.
El jefe policial dijo desconocer cuánta era la ganancia que obtenía Pérez pues los agentes no le compraron ningún billete falso.
En la habitación de la cuartería allanada ayer, los agentes encontraron una impresora multifuncional de muy alta calidad y ¢2 millones en moneda falsa.
Segura explicó que el implicado fotocopiaba los billetes y luego, de manera manual, falsificaba el sello de agua (que él mismo había fabricado) y ponía la cinta de seguridad con el uso de tintas especiales.
Segura dijo que los billetes son de “muy buena calidad”, y muchos todavía circulan.