Dominio sobre lucrativos búnkeres acelera guerra narco

Asesinatos se disparan en últimos 5 años; hoy ocurre uno cada 14 horas

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La venta al menudeo de crack y marihuana se convirtió en un negocio tan lucrativo, que controlar esos puntos de venta es la causa de buena parte de los asesinatos del país.

Así lo determinó el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), luego de analizar la razón fundamental por la que el número de homicidios ligados al narcotráfico viene subiendo año con año.

Durante el 2016 fueron perpetrados 578 crímenes, de los cuales, un 23% (125) se debió a ajustes de cuentas por narco. Empero, todavía se analizan otros 53 casos que podrían engrosar la cifra, dijo Michael Soto Rojas, subdirector a.i del OIJ.

En el 2014 los crímenes narco fueron 99 y en el 2015 ascendieron a 138 (un 24%).

Soto explicó que el incremento comenzó a percibirse poco después de las capturas de dos líderes narcos: Marco Antonio Zamora Solórzano, alias Indio, y Luis Ángel Martínez Fajardo, alias Pollo. Ambos están presos y descuentan altas penas por narco; el primero en La Reforma, y el segundo en Nicaragua.

“Vemos a principios del 2014 las pugnas entre grupos muy focalizados (...), en barrios del sur de San José, Desamparados, Alajuelita, Aserrí y en la provincia de Limón (...) por temas de narcomenudeo.

”Esto es porque los liderazgos, como el caso de Indio, dejó un vacío de poder muy importante y muchos empiezan a pugnar por tomar el control de ciertos territorios (barrios) para la venta de droga”, manifestó.

¿Por qué el interés de tener ese dominio?. “Sencillo, un puesto de venta o búnker, puede generar ingresos entre ¢700.000 a ¢1 millón al día y a veces hasta más. Si usted tiene el control de 10 búnkeres puede sacar entre ¢8 millones a ¢9 millones diarios y si los fines de semana se consume más, vea qué lucrativo que es”, puntualizó Soto.

Un búnker puede ser una covacha fabricada con latas de cin y madera vieja o una casa de cemento abandonada. Son levantados en lotes baldíos de propiedad privada o en tierras del Estado a orillas de calles o ríos.

Allí venden dosis de crack, marihuana y cocaína e incluso los usan como un lugar para consumir. En ocasiones a esos lugares llegan compradores en autos lujosos, realizan la transacción y se retiran.

Cultura de la violencia. Para las autoridades, los crímenes narco surgen en la década de los noventa de forma esporádica.

Luego, se cree, los conflictos eran dirimidos con amenazas, golpizas o hiriendo en las piernas a quien incumplía con alguna deuda o se dejaba droga.

“Ahora matan sin discriminación y vemos muertes de personas quemadas, ejecuciones con más habitualidad y algunos desmembramientos de cuerpos. Se adopta la cultura de la violencia”, detalló Soto.

Para el jefe policial el mensaje entre grupos es claro: “Miren, no se metan en nuestro negocio. No se metan en nuestro territorio o vamos a seguir actuando de esta forma. Es parte de la narcocultura que existe en Latinoamérica (...), es una forma de menospreciar al rival pero a la vez una demostración de poder, un mensaje directo y, obviamente esto causa intimidación porque si caigo en manos de mi enemigo es posible que muera y sufriendo”.

El motivo por el cual se generan esas invasiones de territorios son variadas. Las autoridades las atribuyen a que las organizaciones mutan, debido a los golpes policiales o porque al caer preso un líder, los vendedores quedan acéfalos y las plazas de venta libres.

“ Lo que pasa es que si soy líder de Pavas y detienen al líder de Hatillo, no voy a meter vendedores de Pavas en Hatillo, sino que voy a los vendedores tradicionales y les digo que su líder ya no está, que yo les vendo el material (...), es ahí donde se ven traiciones y empiezan a matar al vendedor, al que compra. Pero también hay muertes dentro de la misma banda por un tema de errores, deslealtad, fuga de información, traición y hasta por problemas personales”, enfatizó Soto.

Añadió que para contener esta ola de violencia no basta solo con las acciones policiales sino que tienen que ir acompañadas de una política social, en la cual se genere la recuperación de espacios públicos y desarrollen programas culturales y deportivos para la juventud. Sin embargo, advierte de que los resultados no será posible verlos en el corto plazo.