Una niña de siete años con trastorno del espectro autista que permanece en un albergue del PANI fue enviada a dormir sola en un cuarto, fuera del edificio principal.
Bajo esas condiciones estuvo dos meses, de junio a agosto del 2019; cuando finalmente, fue cambiada de albergue.
La denuncia fue planteada por el Mecanismo Nacional de Prevención de Tortura (MNPT), adscrito a la Defensoría de los Habitantes, para el cual esa disposición constituyó un “riesgo de trato degradante” en perjuicio de la menor, ya que, no solo era discriminatorio, sino que le arrebató el cuido permanente que necesita por su condición.
La menor llegó al Patronato Nacional de la Infancia (PANI) desde que tenía seis meses de nacida.
Aparte del trastorno del espectro autista, presenta retardo en el desarrollo psicomotor y retardo severo del lenguaje, entre otras condiciones, según consta en el oficio DA-0136-2016 del Departamento de Acreditación del PANI.
En los primeros dos albergues en los que estuvo, su condición fue bien atendida: las administraciones tomaban las medidas necesarias para asegurar su bienestar.
Sin embargo, fue en el albergue Roosevelt, tercero en el que estaba, que la administración decidió enviarla a dormir a un aposento ubicado a 15 metros del edificio principal y a 25 metros del resto de los dormitorios.
Para el Mecanismo, ese distanciamiento la puso en desventaja en caso de un eventual siniestro o desastre natural, ya que, como las cuidadores están lejos de ella, no podrían darle protección inmediata.
Por esas razones, consideran que los funcionarios del establecimiento incurrieron en una violación a la dignidad humana de la niña “por la falta de integración y lejanía del cuarto externo, en el cual durmió durante al menos dos meses, lo que supone un muy alto riesgo a su integridad personal”, según un informe publicado la semana anterior.
Se trató de una niña, agregaron, en “claras” condiciones de vulnerabilidad.
La Gerencia Técnica del PANI, en el oficio PNI-GT-01643- 2019 del 23 de agosto de 2019, aseguró que, si bien se había colocado en una habitación diferenciada por su perfil y seguridad, esto no responde a “un mecanismo de contención distinto”.
Ante consultas de La Nación, el Patronato alegó que la menor estuvo en ese albergue solo de forma transitoria y aseguró que ha contado con controles de salud permanentes y ayudas técnicas, como terapia del lenguaje, estimulación, equinoterapia, entre otras.
Un cuarto con características especiales
Cuando la niña llegó al albergue Roosevelt, el 13 de junio del año pasado se le instaló en un cuarto que mide poco menos de nueve metros cuadrados, según la justificación técnica emitida el 16 de agosto del 2019 por la educadora especial del Equipo Técnico de Albergues de la Dirección Regional de San José del PANI.
"Consta de una puerta de acceso con una ventana de policarbonato (...) hay una ventana de policarbonato con malla electrosoldada (cordomex). En el cielorraso hay una lámpara que brinda luz artificial, la cual también está protegida por malla electrosoldada. Como medida de protección todas las paredes están recubiertas con espuma forrada en vinil", detallaron las autoridades en ese mismo oficio.
El Ministerio de Salud fue alertado sobre la situación; se intentó conocer cuál información fue la que les ingresó, pero no respondieron a la consulta enviada por correo.
Lo que sí se sabe es que Salud fue la que pidió la intervención del MNPT, el cual realizó dos inspecciones: el 22 y 29 de agosto.
En la primera visita, encontraron solamente una cama individual, con un colchón y sin ropa de cama, informó el Mecanismo. Esa situación varió en la segunda inspección, en donde observaron que habían colocado dos camas individuales.
“Ambas camas están atornilladas al piso con la finalidad de que no pudiesen ser movidas. El cuarto tiene una puerta de acceso a un baño con ducha, servicio sanitario y lavamanos, aunque la puerta permanece cerrada, y se abre solo cuando se requiere”, señaló.
La preocupación se dio cuando los inspectores del MNPT se percataron de que el cuarto se ubica a 15 metros del edificio principal y a 25 metros de los restantes dormitorios, en los cuales descansan las otras personas menores de edad y las encargadas de cuido directo de los menores.
"Si bien, según el testimonio de las cuidadoras y el personal técnico, se realizaban rondas para verificar el estado de la menor cada dos o tres horas, no pueden omitirse los riesgos a su integridad personal por los periodos de tiempos en los cuales permaneció sin la supervisión adecuada", apuntó el MNPT.
Esa crítica la hacen, sobre todo, porque en una referencia del 8 de abril del 2019 del Hospital Nacional de Niños, se expresaba que era necesaria la supervisión “constante” por varias razones.
La primera, para asegurarse de que no se exponga a situaciones de riesgo; segundo, porque “es agresiva”.
En ese sentido, un día después de la primera inspección del MNPT, la gerencia técnica del PANI reconoció que era “riesgoso” que la menor permaneciera sin supervisión y solicitó que se contratara a un asistente de pacientes.
Vida institucionalizada
La menor estuvo desde sus seis meses hasta sus cuatro años en el Hogar Infantil Brotes de Olivo. Pero los responsables del albergue pidieron al PANI buscar una nueva alternativa “en razón de su edad, tamaño, características conductuales y diagnóstico médico”.
Según una revisión que hizo el MNPT del expediente de la menor, en un oficio del 19 de enero del 2016, ese albergue indicó: "Por su edad, agilidad y tamaño, ya no es posible que se mantenga en la cuna si ella no lo desea. Ante sus dificultades para dormir, se sale de ella fácilmente y a cualquier hora, poniendo en riesgo su seguridad y la de sus compañeros.
“Incluso ha habido que destinar una habitación para ella sola, porque se levanta a molestar a quienes duermen en la misma habitación y no les deja dormir. Asimismo, tenemos que separarla del grupo y evitar que ingrese a los espacios que comparten, pues no los deja jugar, les avienta los juguetes (algunos de ellos realmente pesados) o les pega”.
Debido a esos comportamienots, en mayo del 2016, fue reubicada en el albergue Casa Blanca y, según constató el MNPT en su informe, la menor convivió con niños de edad similar a la suya y descansaba en un dormitorio individual, pero el cual sí estaba a la par de los demás cuartos.
Sin embargo, Casa Blanca cerró sus puertas en junio del 2019, cuando ella tenía 7 años y nueve meses.
En la búsqueda de su nueva ubicación, el PANI eligió el albergue Roosevelt, en San José, el cual fue inspeccionado.
Después de que el MNPT emitiera las recomendaciones del caso, el Patronato atendió la indicación de reubicar a la niña en una alternativa de protección que cuente con vigilancia continua.
Actualmente, está en otro albergue con las condiciones tanto técnicas como médicas que requiere.