El panorama fue similar al de hace dos años. Por un lado estaban quienes apoyaban la reelección del magistrado José Manuel Arroyo como vicepresidente del Poder Judicial y, por el otro, el grupo que más se hacía notar, opuesto a su permanencia en el puesto.
Al igual que en mayo el 2013 (cuando hubo elección de jerarcas luego del fallecimiento del entonces presidente de la Corte Suprema, Luis Paulino Mora), el proceso para decidir quién quedaría de segundo al mando en el Poder Judicial dejó entrever ayer la existencia de fricciones entre los magistrados.
Finalmente, 15 votos le dieron el respaldo a Arroyo, contra una minoría de siete en una votación que se realizó poco antes de las 3 p. m., una vez que se habían expresado las posiciones tanto a favor como en contra.
El debate incluso abordó asuntos como si el Poder Judicial está o no en crisis, si la Corte Plena como órgano gerencial está obsoleto y la urgencia de impulsar las propuestas de reforma a las leyes orgánicas.
Arroyo continuará en el cargo por dos años.
Críticas y defensa. La primera piedra que debió sortear el aspirante fue una fuerte crítica del magistrado de la Sala Segunda, Rolando Vega, quien se opuso abiertamente a su reelección.
Apenas Arroyo terminó de rendir el informe de su gestión, Vega tomó la palabra.
“Siguen existiendo barreras de individualismo al estilo feudal y una lucha de egos que hay que erradicar”, planteó.
Luego, reclamó que, pese a que hace dos años él se hizo a un lado para que Arroyo llegara a la vicepresidencia, después no se le tomó en cuenta.
“Considero, con todo el respeto y el cariño para doña Zarela (Villanueva) y don José Manuel (Arroyo), que no ha habido liderazgo claro, ni la capacidad para un plan de gobierno bien definido y discutido por esta Corte”, añadió Vega.
También lamentó que “el grupo que lo llevamos (a Arroyo) a la vicepresidencia está desintegrado” y reprochó un “nulo apoyo” al programa de Gestión Integral de Calidad y Acreditación (GICA), que ha sido liderado por él.
Luego de su intervención, habló el magistrado de la Sala Constitucional, Paul Rueda.
Él cuestionó a Arroyo sobre el por qué no se ha mostrado en la Corte el trabajo de una comisión que desde hace más de una década elabora reformas a las leyes orgánicas del Poder Judicial.
Sin embargo, sus preguntas recibieron respuesta y no solo de Arroyo, sino además de colegas como Magda Pereira (Sala III) y Nancy Hernández (Sala IV), quienes manifestaron que ese tipo de iniciativas deben ser impulsadas por todos los magistrados, y no por uno solo.
Las dos juezas resaltaron la labor del vicepresidente durante estos dos años y le dieron su voto de confianza públicamente.
Otro que salió en defensa de Arroyo fue Fernando Cruz, magistrado de la Sala IV.
En una de las contracríticas más afiladas, Cruz le cuestionó a su compañero Rolando Vega cómo podía asegurar que existe en la Corte un sistema autoritario pese a que él mismo ha logrado impulsar el sistema GICA.
Agregó: “Usted menciona algo muy bien, los egos. Si es por egos, no se podría entrar a este recinto, habría que hacer otro salón para los egos”.
A su vez, Cruz rechazó que el poco avance con las reformas a la institución sean responsabilidad exclusiva de Arroyo.
“Hay ocho personas que aquí siempre tienen una voluntad muy fuerte y no han dicho: discutámoslo. Pero ahora resulta que es culpa de don José Manuel”, manifestó.
El magistrado Arroyo también se sacudió de los diversos cuestionamientos.
Una vez electo, señaló que se enfocará en asuntos que ha notado son preocupación para la Corte Plena, entre esos mencionó las reformas orgánicas al Poder Judicial, el fortalecimiento al Fondo de Pensiones y la búsqueda de soluciones al problema de la dilación en los procesos judiciales.