Martina tiene dos años de vivir en Costa Rica. Se vino a este país desde su natal Nicaragua para poder encontrar trabajo y así enviar dinero a sus familiares al país vecino. Desde que llegó a suelo nacional, buscó sitios para vivir a un precio accesible para ella, pero no dio con el sitio hasta que una amistad le contó que en la ciudadela La Carpio, en San José, alquilaban cuartos.
Ella, quien pidió que se reservara su apellido para evitar problemas con sus vecinos, llegó a esa zona y comenzó a sondear. Dio con una cuartería que le cobraba ¢30.000 mensuales y, pese a que el espacio era insalubre y debía compartirlo con desconocidos, aceptó porque “mejor eso a nada”.
Ya tiene poco más de año y medio viviendo ahí y, asegura, “todo es cosa de costumbre”.
“Aquí uno ve ratas, la comida que se tiene uno como que da por hecho que fue tocada por esos bichos, pero mientras llegue al estómago uno se conforma. Unos días hay luz, otros no. Unos días hay agua, otros no. Aquí vivimos unos sobre otros, pero como salimos a trabajar en el día, no nos pega tanto. Lo duro es la noche o cuando hay chiquillos, porque todos estamos pegados”, relató.
Así comenzó Martina el relato sobre lo que es formar parte del 12% de la población de La Carpio (18.000 habitantes en total), que vive en cuarterías hacinadas e insalubres, y aún en medio de la pandemia por el nuevo coronavirus.
Según el primer censo que realizó ahí la Municipalidad de San José sobre esta problemática, en esa ciudadela hay 338 cuarterías que albergan a 2.177 personas, de las cuales un 51,4% son mujeres y un 48,6% son hombres.
Del total de ocupantes, un 57,6% son extranjeros y el resto (42,3%) son costarricenses, estableció el censo que se realizó a finales del año pasado.
Hay de todo: niños, embarazadas, adultos mayores y personas con discapacidad.
La ubicación es muy variada entre sí, y según otra lugareña, Claudia Noguera, las condiciones precarias de las cuarterías es tal que algunas de ellas están a la par de los guindos y otras a la par del río Torres.
Pese a que aún los resultados no están materializados en un informe oficial, dicha información toma una relevancia mayor en medio de la emergencia sanitaria, ya que la manera de combatir el coronavirus es el distanciamiento social y, bajo esas condiciones, es imposible cumplirlo.
“Sin eso de ese virus uno estaba tranquilo, pues, lo que se podía; pero ahora con eso uno está con miedo de que se le pegue, porque aquí hay mucho irresponsable que hasta sabe que podría tener eso del coronavirus y no dice nada y nos infecta a todos”, señaló Martina.
Sobre la atención de la emergencia, se le consultó a Marcelo Solano, director de la Policía Municipal de San José. Él indicó que, hasta el momento, no tienen ningún plan de acción para evitar o contener un eventual contagio de covid-19, ya que ellos se rigen por lo que solicite el Ministerio de Salud.
Es decir, ese cuerpo policial no puede hacer intervenciones de este tipo sin un respaldo de la cartera sanitaria.
“No hay un plan puntual o específico. La operación de las cuarterías, sin importar su ubicación, corre por cuenta de las órdenes sanitarias; es decir la Policía va levantando cercos en donde Salud nos indique. No hay un plan de acción de Policía Municipal para La Carpio; estamos a la espera, en modo pendiente para desplazar los recursos en cuanto se nos indique”, señaló Solano.
Por su parte, se consultó al Ministerio de Salud sobre el riesgo que significa tanta población viviendo en estas condiciones y lo que se está haciendo desde esa cartera para contener un eventual contagio. Sin embargo, indicaron que, por el contexto en el que se encuentran, les es muy complicado otorgar entrevistas individuales a los medios.
En mayo, las autoridades sanitarias sacaron a un grupo de vecinos de esta barriada que dieron positivo por covid-19 y los reubicó, temporalmente, en un albergue. Las condiciones en las que vivían no les permitían guardar la distancia y era un riesgo de propagación de la enfermedad en un sitio tan populoso.
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Dinámica de estas cuarterías
Antes de entrar a conocer parte de los resultados, Jorge Mora, de Gestión de Vivienda y Asentamientos Humanos del municipio, detalló que el objetivo del censo era conocer las condiciones socioeconómicas, de empleo, de educación y de antigüedad de vivir en dicho lugar.
Con esa información, el gobierno local podría impulsar mejoras “significativas de la calidad de vida de este asentamiento urbano, coordinando programas sociales con el Gobierno Central”, señaló Mora.
Como parte del censo, se estableció que el funcionamiento de estas cuarterías es distinto al usual o, al menos, al que se observa en las que existen en el centro de San José.
Para empezar, estos espacios son alquilados por personas que ni siquiera son los dueños de la propiedad, ya que la mayoría de la finca en donde está asentada la ciudadela pertenece al Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS).
“Aunque no son dueños de la propiedad, pues el IMAS entregó títulos de propiedad, solamente, en el sector de San Vicente, se sienten con derecho a disponer del inmueble que usufructúan, para establecer el negocio lucrativo del alquiler”, puntualizó Mora.
Asimismo, el negocio va más dirigido a alquilar los cuartos por mes y no por día, como ocurre en el centro de la capital; es decir, es más visto como un hogar que como un sitio de paso.
De hecho, es curioso porque, en un recorrido que hizo un equipo de este medio por la zona, los lugareños no encuentran la diferencia entre los ranchos usuales y las cuarterías.
El costo promedio es de ¢85.000; sin embargo, el censo no se adentró en conocer cuánto podía ser la ganancia de los administradores de los sitios.
Lo que sí indicó es que la cantidad promedio de personas en un solo cuarto es de 3, pero las dimensiones y la forma en cómo están conformadas no fueron parte del estudio.
Vecina: ‘Salud debería entrar y revisar lo que pasa adentro'
Las cuarterías siempre ha estado en la palestra pública por la problemática social que significan.
Los vecinos de La Carpio son conscientes de ello y por eso hacen un llamado al Ministerio de Salud para que, bajo el contexto sanitario que se atraviesa, ingresen a las cuarterías de esa ciudadela y tomen decisiones.
“Aquí hay mucha gente inconsciente, hay personas que están pegadas (contagiadas) y no se protegen ni dicen nada. Salud debería entrar y revisar lo que pasa adentro porque hay hasta niños.
“Esas cuarterías son inhabitables, hay demasiada gente, están sobrepobladas y lo malo que yo digo es que los niños son los más perjudicados. Me dan mucho pesar porque son los más vulnerables y, bueno, al final, uno también corre peligro”, apuntó Claudia Noguera, lugareña.
Por eso, ella insistió en la necesidad de que las autoridades hagan un trabajo en ese sitio. “Si uno se contagia y no se protege, nos contagiamos todos aquí y eso sería una tragedia”, expresó la vecina.
Colaboró con esta información el fotoperiodista Alonso Tenorio