A María Ordoñez Lucovich nadie le avisó que su esposo, Adrián Enrique Castro Velásquez, había sido asesinado dentro de su auto.
El destino quiso que se enterada de la peor manera.
Ella se dirigía hacia Puntarenas, con dos hijos de nueve y 14 años, cuando se topó , en el cruce de Barranca, con ambulancias y varias radiopatrullas.
Para su sorpresa, a pocos metros, junto a la vía, estaba el pick up Mitsubishi L-2000 de su marido, con quien había convenido “encontrarse de camino”. Eran las 6 p.m. del 16 de febrero del año anterior.
Un paramédico informó que no había nada qué hacer por el dirigente deportivo y se retiró.
Ordoñez no sabe por qué la Policía no ha detenido a los responsables pero tampoco les reprocha nada. “La vida continúa, la verdad ha sido muy difícil pero hay que seguir adelante y Dios me ha dado la fortaleza y sobre todo la sabiduría para seguir adelante”, afirmó.
Según dijo, asumió las empresas que dejó Castro y procura vivir con tranquilidad para sacar adelante a sus hijos.
Reconoció que no sabe nada del caso y en el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), tampoco en la Fiscalía, le han informado nada sobre el avance de las pesquisas.
“No puedo meterme en un campo que no me corresponde, ellos verán que hacen con el caso, uno espera que lo sigan investigando pero no se nada”, dijo.
Dijo no saber nada acerca de enemigos o deudas de su esposo, tampoco de problemas personales con nadie. Recuerda que el día de su muerte estaba tranquilo y nunca observó nada extraño.
“Es un tema muy complejo y si, las autoridades no han hecho nada. Yo casi lo he dado por terminado (cerrado el caso), porque no se ha visto un progreso”, agregó.