Pese a ser un experimentado piloto, con más de 40 años de experiencia, Rogelio Navas reconoce que sintió miedo cuando la aeronave con la que instruía a su alumno Ariel Álvarez comenzó a perder potencia.
“El avión no estaba volando como debía, perdimos potencia y yo traté de evitar que tocáramos los cables de alta tensión para evitar una tragedia”, dijo Navas ayer en su casa, un día después de haber salido del Hospital México, en La Uruca, en donde permaneció 11 horas.
Navas, de 61 años, y el estudiante Ariel Álvarez, de 22, sobrevivieron a la caída de la avioneta en el cañón del río Virilla entre Santa Rosa de Santo Domingo de Heredia y Cuatro Reinas de Tibás, este miércoles a las 7:10 a.m.
El veterano aviador aseguró que durante los 42 años de volar nunca había sufrido un accidente como el de este miércoles.
“Ahora puedo decir que mi decisión es no volver a volar; para mí, Dios me dio una señal para el retiro definitivo. Era una decisión que ya venía conversando con mi familia”, manifestó el piloto.
“Durante las clases, el estudiante es el capitán, debe hacer una revisión de aceites y combustible de la aeronave como parte del entrenamiento, y uno lo supervisa”, expresó el instructor.
Según Navas, su alumno le pidió realizar la clase en la zona de Pavas, pues el fin de semana anterior lo habían hecho sobre Quepos, en el cantón de Aguirre, Puntarenas.
“Nosotros hacemos circuitos; es decir, despegamos, vamos por La Uruca, Santa Ana, hacia la parte de Fórum, en Lindora, y aterrizamos. Ya habíamos hecho dos recorridos de seis minutos cada uno”, explicó el vecino de Pavas, quien acumula más de 14.000 horas de vuelo.
“Le enseñaba destrezas para descender sobre la línea central de la pista de aterrizaje”, recordó.
“Ariel era quien pilotaba; yo iba sentado al lado derecho y le pedí el timón para hacer la maniobra; sin embargo, no fue posible porque en la torre me indicaron que no podía ir hacia el sur por el tráfico aéreo; entonces, le devolví el timón al muchacho”, rememoró.
Fue en este momento cuando se dio cuenta de que la aeronave estaba perdiendo potencia y altura, y alertó a la torre de control.
“Vimos el Hospital México casi a la misma altura nuestra, algo había que hacer para evitar seguir hacia abajo”.
Durante el descenso en el cauce del río, Navas confesó haber sentido miedo. “Ariel estaba muy nervioso y yo le dije en tres ocasiones: ‘el Señor nos está cuidando, tranquilo’” , declaró Navas con sus ojos llenos de lágrimas.
“El golpe fue muy duro”, recordó. Aún aturdido, salió rápido.
Contó que, al abandonar la avioneta, debido a la posición en la que quedó, casi se cae al río y en ese momento fue cuando se lastimó.
Ayer, en la tranquilidad de su casa, Navas solo presentaba unos golpes en la cara y dos puntadas en el dedo anular de la mano izquierda.
El accidente lo convenció de no volver a volar.