A mediados de este mes la laguna que se había formado el 20 de enero en el volcán Poás se evaporó por completo, por lo que los gases ahora salen directamente hacia la atmósfera.
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Al desaparecer la laguna, se desvaneció un filtro natural con el que chocaban los gases sulfurosos al salir. Ahora el viento se encarga de dispersarlos por regiones más amplias al oeste y noroeste del cráter, que son las direcciones hacia las que casi siempre sopla el viento en el coloso alajuelense.
A esa emanación de gases se le conoce como lluvia ácida y ocurre tanto en la estación seca como en la lluviosa.
La laguna se secó, entre otras razones, por la baja precipitación, altas temperaturas y cambios en el sistema hidrotermal del volcán.
Parque Nacional sigue cerrado
Ese volcán no ha registrado actividad eruptiva desde setiembre del año pasado y por eso la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) informó en febrero de que, siguiendo algunos parámetros de seguridad, se permitiría el reingreso de visitantes, acciones en cuya implementación se está trabajando.
Aunque inicialmente se habló de que para la Semana Santa el Parque Nacional podría estar listo para reabrir, lo cierto es que sigue cerrado y los turistas deberán esperar varias semanas más para contar con las medidas que faculten una visitación segura.
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Entre otras cosas, se deben colocar veletas o banderas que señalen la dirección del viento, sensores de gas y barreras de concreto en las que puedan resguardarse los turistas en caso de una erupción sorpresiva.
Lionel Araya, presidente de la Cámara de Comercio de Poás, afirmó de que integraron brigadas y unas 60 personas para ayudar voluntariamente y por turnos a funcionarios del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), pero solo entraron un día, porque se estaba a la espera de algunos materiales y será hasta después de Semana Santa en que se les convocaría de nuevo.
Actividad volcánica sigue casi nula
Por su parte, actividad sísmica presentaba este jueves pocos eventos y la intensidad de la desgasificación era baja, con una preponderancia de vapor de agua y dióxido de azufre (SO2), gas que antes era disuelto por el lago ácido que se secó.
Eliécer Duarte, vulcanólogo del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), informó de que cuando se reabra el parque la ventaja para los visitantes consiste en que el mirador está en el sector sur y el viento lanza los gases en sentido contrario.
Javier Pacheco, otro vulcanólogo del Ovsicori, atribuyó el secado de la laguna al calor generado por las fumarolas del macizo, que calentaban el agua a más de 50 °C.
Ahora las fumarolas volvieron a quedar expuestas, una de ellas está donde se ubicaba la enorme pared volcánica o domo, formado en 1953, y que desapareció la Semana Santa pasada por las erupciones que obligaron al cierre de ese Parque Nacional.
Mauricio Mora, de la Red Sismológica Nacional, afirmó que la baja en las precipitaciones también influye en el secado del lago.
“Como el sistema se abrió con las erupciones del año pasado, hubo un cambio a lo interno bastante importante y habría que ver cómo quedó el sistema acuífero. Al secarse la laguna surge un impacto, porque hay un efecto más directo de los gases sobre el área circundante”, acotó.
Mientras la actividad siga tan baja como ahora, existe la posibilidad de que la laguna se vuelva a llenar cuando llegue la estación lluviosa, pero eso dependerá de la evolución del macizo.
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