La tormenta Nate dejó sin enseres, sin comida y sin ropa a Juan Rodríguez, de 90 años, quien vive en finca 7 de Palmar Sur de Osa, Puntarenas. De su casa quedaron de pie solo las cuatro paredes y unas cuantas láminas de zinc que funcionan como techo.
Por ello, su hijo Alejandro, de 53 años, lo acompañó a las oficinas del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) a pedir algún apoyo pero, un mes después de la emergencia, sus gestiones quedaron en nada.
Algo similar le ocurrió a María Rojas, vecina de Ciudad Cortés de Osa. Su vivienda fue de las más afectadas y aún así el auxilio nunca llegó. Dijo que ni el IMAS ni la Comision Nacional de Emergencias (CNE) se hicieron presentes, por lo que ha tenido que ingeniársela para sobrevivir.
Es decir, a un mes de que la tormenta Nate azotara el país (4 y 5 de octubre), los pobladores de la zona sur aseguraron que se sienten olvidados por las autoridades.
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Según dijeron los lugareños, tanto el IMAS como la CNE llegaron días después de la emergencia a algunos sitios del sur para hacer un recuento de los daños. No obstante, de eso no pasó, afirmaron los afectados.
Reconocieron que, de no haber sido por las ayudas privadas (empresas o personas particulares), no tendrían ni colchones para dormir.
De hecho, en un recorrido realizado por este medio por Ciudad Cortés y Palmar Sur, solo una persona aseguró haber recibido ayuda del IMAS.
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Sin dinero. Alejandro Rodríguez contó que días después de la inundación, fue con su papá a hacer las gestiones en la oficina del IMAS, donde un funcionario les pidió cotizar enseres en algún almacén y luego debían, supuestamente, presentar la proforma en la entidad para que fuera analizada.
“Nosotros fuimos a hacer esos presupuestos. Incluimos hasta un cilindro de gas porque hasta eso perdió mi papá”, contó.
No obstante, cuando volvieron al IMAS, les indicaron que Juan Rodríguez no calificaba para tener esa ayuda porque recibía una pensión de ¢130.000 mensuales.
“¿Por qué no nos dijeron eso desde el principio? Ellos, cuando ingresan al sistema tienen que ver que mi papá recibe esa plata, pero prefirieron hacernos gastar tiempo.
“Además, ¿quién puede levantarse de una emergencia como esta con ¢130.000? Esta casa quedó completamente llena de barro y así no se puede vivir. Pero la plata de la pensión no alcanza ni para un alquiler; al IMAS parece que no le importa eso”, reprochó el hombre.
Añadió que, si tuvieran el dinero para salir adelante, “no molestaríamos a nadie”.
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Vacilados. Una situación similar le pasó a Alexánder Rojas, de 48 años, quien vive en finca 7 de Palmar Sur de Osa.
“Estuvimos tres días sin comer después de la inundación y a nadie le importó. Si personas ajenas al Estado no hubieran venido a darnos algo, estaríamos muertos”.
Mencionó que unos funcionarios del IMAS visitaron su casa y les pidieron abrirse una cuenta en el banco y hacer una proforma de los artículos que necesitaban.
“Hicimos todo tal cual nos lo pidieron, pero, al final, todo quedó en nada. Nos hicieron hacer un montón de vueltas y luego me dijeron que, como yo nunca había recibido ayudas antes, no me la podían dar ahora. Si hubiera sido por ellos, no tendríamos nada ahorita".
Agregó que por suerte "hay gente de buen corazón que nos ayudó, pero yo me siento vacilado por las autoridades. Estoy decepcionado”.
Ese sentimiento es compartido por otros vecinos. María Bolaños, de Palmar Sur, aseguró que, en estas semanas ninguna autoridad se acercó a preguntarle si necesita algo.
Y es por ello que tuvo que recurrir a buscar "nuevos" enseres entre los artículos que botaron sus vecinos por estar llenos de lodo. Esto lo hace ignorando adrede el riesgo que eso representa para su salud.
"Yo lo que pedía era por lo menos una cama, porque ni eso tengo y nada. Nada que nos ayudan. Entonces, empecé a recoger sillones que habían tirado a la basura. Los lavé y algo sirven", relató.
Según Bolaños, es "desafortunado" lo que les tocó vivir a los pobladores del sur.
"Cuando sucede la inundación todo el mundo está aquí, pero tarda en pasar lo más fuerte y ya nadie se acuerda de nosotros", concluyó.
En contra. El IMAS, refuta lo dicho por los pobladores al indicar que 930 familias de la región Brunca han recibido ayudas por un total de ¢523 millones. Esos subsidios pueden ser enseres, alimentos o alquileres.
A pesar de ser una de las zonas más afectadas, la cantidad de asistencia en el sur es menos de la mitad de lo que se ha asignado a la región Chorotega y a Puntarenas, donde 2.247 y 1.991 familias, respectivamente, recibieron algún tipo de ayuda.
Emilio Arias, presidente del IMAS, explicó que el proceso de identificación de las necesidades le corresponde a los comités locales de emergencia, quienes son los que elaboran los listados y los trasladan a ese instituto.
Por su parte, la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) indicó que, como los vecinos no observan a nadie con chalecos alusivos a esa entidad, creen que la Comisión no está presente. Pero insistió en que desde esa institución se contratan empresas para hacer labores de limpieza en los lugares afectados, entre otras.
Se solicitó a la CNE un desglose del dinero que se ha invertido y cuáles obras se han hecho, pero, al cierre de esta edición no habían enviado la información.
También se intentó conversar con Alberto Cole, alcalde de Osa, pero no respondió las llamadas hechas a su celular.
Antes y ahora
"El agua llegó hasta el techo de mi casa. No había forma de rescatar algo. Con costos pude ponerme a salvo yo. Jamás podía sacar una refrigeradora por el techo o una cocina".
"Tanto yo como el resto de vecinos quedamos sin nada. Nada de lo que teníamos sirve, está lleno de agua y lodo", dijo Ruth González, de 48 años y vecina de Palmar Sur.
Justo por ello es que las autoridades les recomendaron botar todos los enseres, pero reclamó que por otro lado no se preocuparon de ayudarlos para adquirir unos nuevos. Añadió que si no hubiese sido por la ayuda privada, "no sabría dónde estarían".
El pensamiento de González no es único en la zona; la mayoría de los vecinos opinan igual.
María Bolaños, quien vive en Palmar Sur, comentó que los héroes de su comunidad fueron personas particulares, que llevaron comida y ropa.
“Si esta gente no se hubiera puesto la mano en el corazón, no sabemos qué hubiera pasado con nosotros. De hecho, si algo le puedo asegurar es de que todos aquí estamos vivos porque nosotros mismos nos encargamos de eso.
“Si hubiera corrido por cuenta de la Cruz Roja o algo así, estarían enterrando a un pueblo entero”, agregó Bolaños.
Justamente, eso hace que Alexánder Rojas califique como “despreocupados” a todas las autoridades que deben atender este tipo de emergencias y las que deben dar seguimiento a los afectados.
“La gente de la Comisión (Nacional de Emergencias) o del IMAS luego salen diciendo que dieron tantos millones en ayudas a los daminficados y esa plata, por lo menos aquí, no se ha visto”, reprochó.