“Es un susto permanente. Anoche (el martes de la semana anterior) llovió muy fuerte. No dormí y mi papá pasó llamándome para que me fuera para su casa..., pero yo no voy a salir de esta casita que tanto me ha costado ...”.
La pesadilla que vivió Sandra Alvarado Oviedo, una vecina de Poasito de Alajuela, el 16 de setiembre pasado, cuando una avalancha de lodo, piedras y troncos invadió su casa, la persigue cada vez que el día se nubla y se presagia lluvia.
Al igual que ella, al menos 100 familias viven en zozobra luego de que en los últimos dos meses perdieron casas, electrodomésticos y muebles debido a los aguaceros.
Se trata de un nuevo disturbio climático acompañado de rayería y fuertes vientos, que en los últimos dos meses causó daños en ocho comunidades.
Afectación. La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) informó de que este año contabilizan 125 incidentes en diferentes partes del país, la mayoría generados por inundaciones, deslizamientos y por efecto del viento.
La provincia donde más hechos han ocurrido es Puntarenas, con 56; seguida de San José y Alajuela, con 25 cada una.
Para dar ayuda a los afectados en las primeras 24 horas desde los eventos se invirtieron ¢617 millones, confirmó la CNE.
Rebeca Madrigal, vocera de prensa de la CNE, detalló que se trata de la entrega de alimentos, espumas y cobijas a las víctimas. Además, invierten en la contratación de maquinaria para limpiar derrumbes o habilitar pasos provisionales en caso de la caída de puentes. Las reparaciones posteriores las asumen el Ministerio de Obras Pública y Transportes (MOPT) y las municipalidades. Los daños a casas quedan en manos del Ministerio de Vivienda y del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS).
Sin embargo, afectados como Sandra Alvarado lamentan la poca ayuda del Estado. “Si no es por la ayuda de vecinos y de gente que nunca había visto y que llegó a mi casa a regalarme cosas, ahora no tendría nada”, dijo. Algo similar contaron familias afectadas en La Tigra de San Carlos y La Carpio, en San José.
Explicación. Luis Fernando Alvarado, del Instituto Meteorológico Nacional (IMN), explicó que los aguaceros intensos (se les llama así cuando descargan más de 30 milímetros de agua por metro cuadrado –cada milímetro significa un litro del líquido–, en un lapso de dos horas) se forman en nubes llamadas cumulonimbus y que, por lo general, afectan un área que abarca un diámetro de cinco kilómetros. “Llueve en una zona específica, pero no en una región como en años anteriores”, agregó.
Otra característica del fenómeno es que siguen días sin lluvia.
El especialista aceptó que no se sabe con exactitud qué causa estos fenómenos. “Creemos que es un efecto local, influenciado por la geografía, que es muy compleja en este país. No vemos ningún otro elemento fuera de lo usual. Estamos en una etapa neutra, es decir, no estamos influenciados ni por el fenómeno de El Niño (menos lluvias) ni el de La Niña (más lluvia)”.
Alvarado advirtió que se espera un temporal y previó que la época de lluvias en el Valle Central termine a mediados de noviembre.