En lo que va de este año, la llegada de polvo de los desiertos del Sahara y el Sahel en África a nuestro país ha sido mayor que el promedio, lo que merma las lluvias, pero dispara las alergias y enfermedades respiratorias.
Según datos de los científicos Luis Fernando Alvarado y Daniel Poleo, del Instituto Meteorológico Nacional (IMN), en el 2018 se ha registrado una afectación mayor a la normal.
Para este domingo, 23 de setiembre, el IMN prevé la llegada a territorio costarricense de una nueva masa de estas partículas que el aire moviliza por más de 7.000 kilómetros desde el oeste de África hasta nuestro país.
En junio, julio y agosto es cuando más se registran estas tormentas de polvo, pero en setiembre también suelen ocurrir.
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Por estar en latitudes geográficas similares, los vientos arrastran el material desde el continente africano a varios países del Caribe y de América.
Los meteorólogos sostienen que donde hay polvo hay menos nubes y eso restringe la cantidad de ciclones.
Hasta el 21 de setiembre de este año el IMN registra 10 ciclones, de los cuales cinco alcanzaron la categoría de huracán. Esa cifra es menor en relación con igual periodo del 2017 en que se contabilizaban 15 ciclones y de ellos nueve eran huracanes.
“De hecho, el polvo fue uno de los factores que favoreció el debilitamiento del huracán Isaac el 10 de setiembre, ya que atravesó una masa de polvo bastante grande en el Atlántico”, explicó Poleo.
Poleo y el investigador Jeff Briceño, de la Universidad Nacional, analizaron un evento de polvo del Sahara en agosto del 2013. Concluyeron que al llegar la masa de polvo al país, los centros de salud de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) de la Gran Área Metropolitana (GAM) se saturaron por males respiratorios.
La cantidad de casos atendidos en una semana en el Valle Central subió esa vez de 8.700 a 9.900, casi un 15% más.
El aumento de concentración de partículas PM10 (que ingresan a las vías respiratorias) fue de un 144% durante los días del episodio, con respecto a los niveles usuales. En esos días alcanzaron hasta 80 microgramos por metro cúbico.
El análisis reveló que en esa ocasión el evento tardó seis días transportándose desde el desierto del Sahara hasta el Caribe y Centroamérica.
Los desiertos del Sahara y el Sahel tienen una extensión de 9,2 millones de kilómetros cuadrados de once países africanos y constituye el área desierta más grande después de la Antártida y el Ártico.
Los índices máximos permitidos en nuestro país son de 40 microgramos por metro cúbico, según el decreto del Ministerio de Salud N° 30221-S, publicado en noviembre del 2016.
Las alergias, el asma y las enfermedades respiratorias agudas fueron favorecidas por la presencia de esas partículas en el aire.
“Uno ve cómo inciden en lo que la gente respira. Cuando llegan esas nubes se puede duplicar la cantidad de partículas suspendidas en el aire y aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda 40 microgramos por metro cúbico de partículas PM10, en esos períodos se puede llegar a 80”, dijo Poleo.
Como PM10 se catalogan aquellas partículas que son capaces de depositarse en las vías bronquiales y están suspendidas en el polvo, el humo y otros.
El científico añadió que aunque mucha gente no se da cuenta o no presta atención a los avisos por polvo del Sahara, el IMN siempre recomienda no realizar actividades ni ejercicios al aire libre durante esos días, máxime si se trata de personas asmáticas o alérgicas.
De acuerdo con el neumólogo del Hospital San Juan de Dios, Mario Sibaja, esta en la época del año en la que surgen más virus respiratorios y es difícil saber cuántos de ellos podrían estar relacionados con el polvo del Sahara.
Quienes se expongan a este polvo podrían enfrentar rinitis, inflamación en la mucosa de la nariz, irritación de la faringe y cuadros de asma.
“Específicamente la gente no sabe qué es lo que le irrita los ojos, la nariz y las vías aéreas, pero hay un aumento característico en los meses de setiembre y octubre”, acotó.
Dijo que probablemente muchas de las personas que acuden a citas sufren irritación por las partículas finas de ese polvo, que se meten a las mucosas.
“Irritan a todos, pero si uno tiene una enfermedad respiratoria de base como asma o enfisema pulmonar, las vías aéreas son mucho más sensibles y surgen estornudos, tos, falta de aire y otros”, explicó Sibaja.
Cuando hay un aviso de llegada de polvo del Sahara o de caída de cenizas volcánicas, se debe evitar el contacto directo con esas partículas, sostuvo.
A veces las personas afectadas requieren tratamientos con antialérgicos o antiinflamatorios.
Jorge Herrera, del Laboratorio de Análisis Ambiental de la Universidad Nacional, relató que han documentado el aumento de partículas en el aire cada vez que una nube de polvo del Sahara afecta a nuestro país.
La disminución en la visibilidad es otra de las características del fenómeno. “Uno puede ver la atmósfera como blanca o contaminada, porque ve esos aerosoles en el aire”, acotó.
La duración de los efectos varía entre uno y cuatro días en Centroamérica, mientras que en la selva del Amazonas puede durar una semana.
En el Pacífico hay menos influencia debido a la brisa marina y a la barrera natural que representa la cordillera montañosa de Talamanca.
Entre las ventajas que los científicos atribuyen a ese fenómeno está el aporte de muchos nutrientes que fertilizan la amazonia y demás regiones selváticas de América y el Caribe, que están en su zona de influencia.
Los polvos del Sahara están principalmente compuestos por minerales, cuarzo, carbonatos de calcio y magnesio, pero también arrastran partículas de carbono, sulfatos y nitratos.
Tienen partículas de bacterias, hongos y virus que aumentan su capacidad fertilizante.
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Precauciones
En presencia de ese fenómeno a las personas en la calle se les recomienda el uso de anteojos oscuros, pañuelos y si sienten molestias deben taparse las vías aéreas. En el caso de los asmáticos, deben tener a mano los medicamentos.
Las mascarillas comunes no son garantía para evitar que las partículas de ese polvo ingresen en las vías respiratorias. Es mejor usar paños húmedos si se está en la calle.
Los médicos llaman a no restregarse los ojos si se siente mucha molestia, por el contrario usar gotas refrescantes y si persiste la afectación lavar con abundante agua limpia.
En la casa aconsejan cerrar ventanas y cubrir hendijas de las puertas con paños húmedos.