Uno de los dos motores de la avioneta Piper Seneca II, que se estrelló este lunes en el cañón del río Virilla, Heredia, se apagó pocos minutos después del despegue. Desde ese momento, los dos ocupantes de la aeronave sabían que nada evitaría la caída.
Así se lo relató el copiloto Miron Esteban Castro Marín a su padre, el oficial de la Fuerza Pública Edwin Castro Matarrita, quien llamó a su hijo apenas se enteró del accidente.
El muchacho, de 22 años, todavía dentro de la cabina de la aeronave accidente le resumió: “Papi, se nos apagó un motor”.
Según el joven, apenas iban en ascenso, tenían 3.500 pies de altura, cuando se presentó la emergencia. La aeronave salió del Tobías Bolaños a las 8:58 a. m.
El capitán Eladio Salazar fue quien avisó a la torre de control sobre la inminente caída, la alerta se dio a las 9:12 a. m. Luego le dijo a su copiloto que cuando ya fueran a tocar tierra, quitara los pies de los pedales, porque si los dejaba puestos sufriría fracturas.
Según contó Miron Esteban a su padre, la maniobra que hizo el capitán “fue excelente”: primero buscó dónde aterrizar para evitar afectar alguna casa y, con el margen de acción que en ese momento le permitía la avioneta, vio que podía hacerlo en esa ladera.
De inmediato, Salazar tomó la decisión de levantar al máximo la nariz de la avioneta, para que lo primero que pegara en el pastizal fuera la cola. “Miron, ayúdeme a levantarle la nariz”, le dijo, mientras por falta de potencia el aparato perdía altura.
Así ocurrió. La acción les permitió salir con vida.
Ambos ocupantes de la aeronave habían volado juntos en varias ocasiones durante los ochos meses que Miron tiene de laborar.
Según el policía, apenas se enteró del accidente llamó a su hijo, para constatar que estaba bien. Le preguntó dónde estaba y él contestó que en el cañón del Virilla.
Le detalló, por ejemplo, que desde ahí podía ver el puente de la “platina” sobre la autopista General Cañas. El padre se movilizó hasta el sitio lo más rápido que pudo.
“Al llegar, le dije a los rescatistas que el copiloto era mi hijo. Bajé como loco la pendiente y, una vez en el sitio del accidente, le tomé la mano. Le dije: "Papi aquí estoy con usted, vamos a salir bien de esto. Él estaba nervioso al ver el trabajo de los paramédicos”, relató el padre.
“Empezamos a subir. Sentí una gran felicidad cuando vi que ya lo teníamos en el helicóptero. Lo llevamos al México y de camino le grabé un video, que le pasé a mi esposa para que supiera que estaba bien y que se tranquilizara. Fue un alivio para todos”, agregó.
Aunque de primera impresión parecía que los fuertes golpes no habían provocado ninguna lesión, el padre temía que luego de los análisis médicos revelaran algo interno. Poco tiempo después, dio gracias a Dios cuando descartaron fracturas.
Afirmó que la empresa Prestige Wings les ha acompañado en el proceso y exaltó la coordinación y rápida respuesta de los cuerpos de socorro.
Recordó que Miron añoraba ser piloto desde niño. Como la familia es vecina de Alajuela pasaban horas viendo la llegada y salida de aviones a través de la malla perimetral del aeropuerto Juan Santamaría. Cuando salió de secundaria, le confirmó a sus padres que estudiaría aviación.
Piloto fuera de peligro
Por su parte, Gioconda Soto, subjefa de Hospitalización del Hospital del Trauma, donde permanece hospitalizado el piloto Eladio Salazar, informó de que él se encuentra estable y fue intervenido quirúrgicamente en el tobillo derecho, donde le pusieron “fijadores externos”. Ahora esperan que evolucionen los tejidos para la segunda fase operatoria.
Aparte de eso, el piloto presenta golpes en la cara y una lesión suturada en la parte izquierda de la mandíbula, pero está fuera de peligro.
Mientras tanto, este mediodía el operador de la aeronave, la empresa Prestige Wings, contrató una grúa para extraer los restos de la aeronave del cañón del río Virilla.
Durante varias horas el equipo extrajo primero las partes sueltas de las alas y hélices y después una gran pieza con parte del fuselaje, motor y tren de aterrizaje.
La investigación sobre las causas del accidente puede tardar hasta ocho meses, según la Dirección General de Aviación Civil.
Lo anterior porque se sigue un protocolo donde analizan aspectos técnicos, posibles errores humanos y condiciones climatológicas.
En el 2017, con motivo de los 70 años de La Nación se hizo un resumen de otros accidentes aéreos.
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