20 personas por día llegan con quemaduras a hospitales públicos

Este mes la elaboración de tamales y chicharrones, así como actividades con pólvora y luces navideñas, potencian emergencias con fuego

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Los hospitales de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) atendieron el año pasado a 7.485 personas con quemaduras, o sea 20 víctimas diarias. De ella, 863 requirieron hospitalización.

Preocupados por esa estadística, autoridades de salud y Bomberos se aliaron para lanzar una campaña de prevención en una época de actividades que pueden aumentar los riesgos de quemaduras y accidentes con fuego.

Revisar instalaciones eléctricas y elaborar un plan de emergencias están entre las recomendaciones de Héctor Chaves, director del Cuerpo de Bomberos quien reiteró su inquietud por los 28 fallecidos en incendios de este año. Se trata de la cifra más alta de la última década.

En el caso de niños, diciembre y enero son los dos meses que parecieran de mayor riesgo, según las estadística que mostró Olga Arguedas, directora del Hospital Nacional de Niños (HNN).

Riegos para niños

“Diciembre es una época de manteles largos y las personas se paran sobre el mantel o los niños tiran de él y los líquidos calientes se vierten sobre su piel produciendo consecuencias muy graves. Es también un mes de luces de Navidad que a veces producen cortocircuitos e incendios donde hay personas que fallecen quemadas”, dijo.

Las tradiciones como la preparación de tamales y chicharrones en grandes recipientes con líquidos calientes, que muchas veces se cocinan a ras del suelo, tambien provocan el aumento en el número de quemados.

La costumbre de hornear sin cerrar el acceso de menores a la cocina hace que muchos de los pacientes que atienden en el hospital sea porque pusieron las manos en la puerta caliente del horno. Esas heridas en la palma son serias y a veces dejan consecuencias de por vida, explicó Arguedas.

Se suman las graduaciones y festividades por lo que muchas personas planchan prendas sobre la cama o las mujeres se planchan el pelo y los niños acceden a esos aparatos calientes que los lesionan. Las muflas calientes de motos parqueadas, también producen con frecuencia quemaduras graves.

Las principales causas de este tipo de accidentes son el contacto con alimentos y aceites calientes usados; contacto con agua caliente y con utensilios domésticos a altas temperaturas.

En lo que val del 2018 el HNN lleva unos 300 egresos de menores y esperan cerrar con menos de 400, que ha sido el promedio de atenciones hospitalarias en los últimos años.

Hasta las bengalas son peligrosas

La presidenta ejecutiva del Patronato Nacional de la Infancia (PANI), Patricia Vega, recordó que vender o suministrar pólvora a un menor de edad es un delito tipificado en el artículo 93 de la Ley de Armas y Explosivos (N.° 7530) con penas que van de tres a siete años de cárcel.

“Esto no es jugando, ya no es solo el dolor del niño, sino la consecuencia jurídica. Yo creo que no vale la pena poner todo en riesgo solo porque las lucecitas se ven bonitas”, acotó.

En virtud de lo anterior, la Asociación Sobreviviendo a Quemaduras elaboró la campaña a “Un diciembre sin pólvora”, para explicar por los diferentes medios de comunicación que ninguna pólvora es inofensiva, incluso las luces de bengala, que pueden alcanzar temperaturas de 648 grados Celsius.

Muchas veces los menores tienen acceso a la pólvora debido a un mal control en el hogar, conducta que puede llevar a los padres a ser investigados por negligencia por parte del PANI.

Vega llamó a los padres de familia y cuidadores a prevenir y no correr riesgos, pues en diciembre del año pasado hubo 25 menores atendidos por quemaduras en el Hospital de Niños.

Cinthya Mora, jefa del servicio de Cirugía Reconstructiva del HNN, recordó que hace cinco años atendieron a dos hermanos que llegaron de Guanacaste con amputaciones en sus manos con un cuarto de dinamita y citó otro caso de muerte de cuatro menores por pólvora explosiva en el 2008. Desde ahí no ha habido muertes por pólvora.

“Últimamente la incidencia de mortalidad no la hemos tenido, pero si pueden ocasionarnos ese tipo de lesiones”, dijo.

Esron García, director del Hospital Monseñor Sanabria, de Puntarenas, comentó que en la zona rural es muy común encontrar grandes ollas de tamales al nivel del suelo y en un instante un niño se puede quemar.

“Al ser una zona rural, en esta época se dan muchas actividades familiares con personas agrupadas al frente de la playa, que hacen fogatas y ponen ollas al fuego, lo que aumenta el riesgo”.

Por ser una zona turística este centro médico fue dotado desde hace dos años con una unidad de referencia en el manejo de quemaduras y recibe personas de Quepos, Parrita y la península de Nicoya.

Gilberto Reina, director del Hospital San Juan de Dios, afirmó que el impacto por quemaduras es muy elevado porque los pacientes a veces requieren un sinnúmero de intervenciones por muchos años y con muchos profesionales involucrados.

Uno de cada cinco permanece semanas y hasta meses, lo que implica curaciones, terapias, injertos y otros procedimientos.

Exceso de confianza y descuidos

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Héctor Chaves, jefe de Bomberos, dijo que lamentablemente la casa, que es el lugar donde se supone que las personas deben estar más seguras, es donde más muere la gente por incendios.

Atribuyó lo anterior a descuidos y exceso de confianza, pues los sistemas eléctricos se van sobrecargando de aparatos o se hacen agregados a las viviendas sin pensar que hacer esos cambios requiere mejoras en la instalación eléctrica, cajas de disyuntores o breakers y otros que los propietarios muchas veces no ejecutan.

La segunda causa son fallos en aparatos eléctricos y luego por vapores combustibles como candelas, fósforos, encendedores y cigarrillos.

“Hay cuatro elementos que debiera haber en cada casa y son el detector de humo, lámparas de emergencia, extintor y un plan de emergencia para definir la ruta de evacuación”, dijo el jefe de Bomberos.

En los últimos doce años, después de la muerte de 18 personas por el incendio en el Hospital Calderón Guardia (2005), lo que llevó las cifras de ese año a 45 víctimas, no había fallecido tanta gente como en el presente. "Son 28 y es una cifra muy alta para un país tan pequeño”, puntualizó Chaves.