A las 3 a. m. del domingo 17 de mayo, una patrulla de la Fuerza Pública atiende un supuesto hecho de violencia en el precario Punta Caliente, en Matina de Limón.
A su llegada, una lluvia de piedras provoca daños en la patrulla y se escuchan disparos al aire que obligan a los oficiales a pedir refuerzos, los cuales llegan poco tiempo después en motocicletas. En la calle detectan pedazos de perling con clavos soldados para dañar las llantas de las unidades.
Los agresores se esconden en sus casas y no hay detenidos.
Ojalá se tratara de un hecho aislado, pero lo cierto es que los ataques a la Fuerza Pública en esa zona son más frecuentes de lo que trasciende en las noticias.
Manuel Salas, subdirector de la Región Huetar Atlántica, confirmó a La Nación que pueden recibir llamadas falsas y ataques una vez por semana y que cuando el asunto está calmado, las agresiones ocurren cada tres semanas. “No pasa un mes y medio sin que no se presente un caso”, comentó.
Según explicó, cada región del país tiene características particulares y en algunos lugares es frecuente el vandalismo y los ataques a pedradas, entre otros. Los responsables ejecutan estos actos con varios objetivos, tratar de amedrentar a los oficiales o desviar su atención, mientras se cometen ilícitos en otras comunidades cercanas.
En el caso de Matina, los hechos de este tipo son frecuentes en Ramal 7 de Batán, B-Line y la zona de precarios en Matina.
En Limón, los sitios conflictivos son Limón 2000, Limoncito, Los Lirios y El Bosque; mientras que en Siquirres, las comunidades detectadas son Galilea y Betania.
El cantón donde menos ocurren estos eventos es Talamanca, aunque se pueden presentar dos o tres veces al año en Hone Creek, precisó Salas.
Efecto pandemia
El jerarca policial indicó que, aunque no se puede hablar de un incremento de estos hechos, es posible que en el contexto de la pandemia, pequeños grupos delincuenciales están molestos por una mayor presencia policial.
Salas explicó que, ante la emergencia por el nuevo coronavirus, es más frecuente ver oficiales en labores de prevención para evitar aglomeraciones en vía pública, o en apoyo a la Policía de Tránsito, en retenes de carretera, y eso afecta la venta de estupefacientes al menudeo.
Reiteró que el afán de esta población es distraer a los efectivos o advertirles que no entren en determinado sector. Empero, aseguró que que la tendencia en Fuerza Pública es que, entre más los molesten, “con mucha más razón entramos a hacer nuestro trabajo”.
Agregó que, al conocer el modo de operar de estos grupos, lo que hacen es que mandan una patrulla en avanzada, pero mantienen un segundo grupo de oficiales a 400 o 500 metros del sitio, que están disponibles en caso de que la situación se complique, para que ingresen en apoyo.
Aún así, reconoce que ha habido oficiales lesionados, con golpes en la cabeza, escoriaciones o dedos quebrados.
Con respecto a lo ocurrido este domingo por la madrugada, aseguró que se logró identificar a la persona que hizo las detonaciones con arma de fuego. Luego fue detectada en vía pública, se le decomisó un arma y se le procesó por portación ilegal de la misma.
Zona peligrosa
Diversas comunidades de Matina han sufrido en los últimos meses problemas por delincuencia común, narcotráfico, robo de combustible y hasta homicidios.
El 12 de febrero asesinaron a una pareja que llegó de visita a una casa en La Maravilla de Carrandí.
En abril, otro joven de 27 años fue asesinado de seis balazos, mientras dormía en su cama B-Line y apenas el 3 de mayo anterior, encapuchados entraron a una casa en La Maravilla y asesinaron a dos hombres que se encontraban dentro.
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