Masacre de la Cruz de Alajuelita: 30 años después

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San José (Redacción)

El 6 de abril de 1986, una adulta y seis niñas subieron el cerro San Miguel. Un día después el hallazgo de sus cadáveres tumbó al país en estupor.

En 30 años la memoria de una nación se adelgaza, tanto como para que ya algunas generaciones no tengan mayor referencia sobre la masacre de la Cruz de Alajuelita, tragedia que este miércoles 6 de abril cumplirá tres décadas.

Aquella mañana nueve mujeres integrantes de las familias Salas Zamora y Sandí Zamora asistieron a un acto litúrgico en el cerro de La Cruz del cantón josefino de Alajuelita.

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Se trataba de las hermanas Marta Eugenia (41 años) y Rosario (26) Zamora Martínez. La primera iba acompañada de sus hijas Cristina (18 años); María Gabriela (16); María Auxiliadora (11) y Carla Virginia (9) Salas Zamora.

Doña Rosario hacía lo propio con Alejandra (13); Carla María (11) y María Eugenia (4) Sandí Zamora.

De ellas, doña Rosario y Cristina no llegaron a la cima, convirtiéndose, sin saberlo, en sobrevivientes. La demás murieron a balazos, en un atajo en medio de la montaña, a manos de uno o varios homicidas cuya identidad nunca se pudo precisar.

Los policías que llevaron la investigación repasan hoy los errores y dificultades de una investigación de alta complejidad para la que las autoridades de la época no estaban preparadas.

Rosario Zamora perdió aquel día, de golpe, a sus hijas, sobrinas y hermana. 30 años después esta mujer explica cómo se aferró a la cordura y, sorprendentemente, decidió sumarse a la Fuerza Pública.

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Cuatro hombres fueron señalados como los actores de la matanza, y dos fueron llevados a juicio. Hoy las autoridades que manejaron el caso coinciden en que Viruta, Galleta, Tres Pelos y Arnoldillo no tuvieron participación del crimen, pero ya el daño estaba hecho. Arnoldo Mora Portilla, único sobreviviente del grupo, también habló para esta edición especial de la Revista Dominical, aunque con las reservas propias de alguien que se convirtió en víctima colateral y chivo expiatorio.

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El cerro San Miguel también quedó marcado por la masacre. Hoy la escena del crimen está perdida, borrada por acción de la naturaleza y el abandono de las fincas que vieron los últimos pasos de las niñas.

Finalmente, cualquier esperanza de castigar al verdadero culpable murió en 1998, cuando se dio el homicio del hombre que las autoridades coinciden en señalar como el más probable responsable de los crímenes de la Cruz: El Psicópata. El asesino serial que aterrorizó al país y fue responsabilizado de por al menos 19 asesinatos murió a manos de otro criminal, dejando impune el crimen que terminó con la inocencia del país.

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Archivo. Las siguientes imágenes del archivo de La Nación relatan, cronológicamente, el dolor que sufrió doña Rosario, su familia y todo un país tras el hallazgo de los cuerpos en el cerro.