El 23 de mayo pasado, Shirley Matamoros, de 30 años, escuchó la sentencia de 27 años en su contra. El Tribunal de San Ramón la condenó al encontrarla culpable de haber asesinado en el 2012 a su madre, Alice Carranza, de 56 años.
Ella actuó por venganza luego de que el Patronato Nacional de la Infancia le quitó a sus hijos y se los dio a su mamá.
Al igual que ella, hay otros hombres y mujeres que afrontan procesos judiciales o están tras las rejas por acabar con sus progenitores, hermanos y cónyuges. Psicólogos y criminólogos sostienen que detrás de un evento como este existen psicopatías o circunstancias anímicas o emocionales que coinciden y facilitan hechos de violencia entre familiares.
El mes pasado, por ejemplo, la estadounidense Anne Maxin Patton, fue condenada a 22 años de prisión por matar a su esposo John Bender, de un disparo en la cabeza mientras dormía.
El crimen fue en enero del 2010 en Barú de Pérez Zeledón. Durante el debate trascendió que ambos padecían bipolaridad. La pareja vivía en una finca de 1.000 hectáreas y el crimen fue en la propia mansión de la pareja.
A inicios de junio de este año otra mujer con problemas mentales mató a su hermano de varias puñaladas en Limón. La víctima fue Emanuel McMurray, de 24 años.
Ese fue el fin de una cadena de discusiones. La mujer, de 37 años, ya recibe tratamiento psiquiátrico y quedó detenida.
Las causas. Para el psicólogo del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), Raymond Valverde, si no existen desequilibrios mentales importantes, debe existir entonces elementos a nivel anímico o emocional de gran peso, además de inhibidores morales enrarecidos que lleven a estos homicidios.
Circunstancias como resentimientos que se vienen arrastrando podrían llevar a estados de emoción violenta que terminan con hechos de sangre.
Ante agresiones como la de los casos recientes, Valverde estima que muchas veces ha existido un proceso anterior en el que se le quitan las condiciones de dignidad humana a la víctima.
"Siempre, para bien o para mal, las relaciones de terceros inciden de algún modo", agregó el psicólogo.
Para Gerardo Castaing, criminólogo, la reacción criminal entre parientes se debe a varios factores tales como la psicosis esquizofrénica, donde la persona deja el tratamiento médico recetado y actúa.
Otra causa es la psicopatía o trastorno de la personalidad, donde un evento hace que los controles inhibitorios fallen. Castaing también citó el estado de emoción violenta, ocasionado por la presión de una circunstancia particular.
Recientemente, otro de estos hechos sacudió a la opinión pública, cuando el estudiante de Terapia Física, de 27 años, apellidado Badilla, fue detenido como sospechoso de asesinar a su madre, la psicóloga Ana Patricia Delgado, de 44 años.
El cuerpo de la mujer apareció al lado de un camino en Parrita el 5 de junio y estaba en avanzado estado de descomposición. Fue asesinada con arma blanca.
En el caso de la psicóloga Ana Patricia Delgado, Castaing estima que pudo influir el hecho de que el hijo no quería que su madre retomara una relación con su padrastro y eso generó una crisis.
Los especialistas coinciden en que las familias afectadas por una situación de estas afrontan el doble golpe: por un lado el homicidio, y por otro la cárcel para el pariente que lo cometió.
El problema no es nuevo. Décadas atrás en Santo Domingo de Heredia una mujer y su novio acabaron con sus padres a quienes montaron en un vehículo que soltaron de una pendiente y lanzaron a un río para simular un accidente.
También está el antecendente del defensor público Luis Fernando Burgos, que asesinó a su esposa Mauren Hidalgo y lanzó su cuerpo días después en el sector de las vueltas de Macho Chingo en Atenas, Alajuela.