Diablo: El líder criminal que extiende su dominio en Costa Rica pese a ‘fuerte’ cacería policial

Sujeto dio sus primeros pasos con el hampa en Pococí, luego se expandió a Guácimo, Sarapiquí, San Carlos, Caribe sur y ahora Limón centro; desde hace cinco meses es el principal objetivo de la policía, pero no hay rastros de su paradero

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La tarde del viernes 28 de octubre del 2016, Alejandro Arias Monge, conocido como Diablo, salió de la cárcel La Leticia (hoy Carlos Luis Fallas) en Pococí, de Limón, tras cumplir año y dos meses de prisión preventiva. Estaba preso como sospechoso de participar en dos asesinatos.

Esa fue la última vez que este individuo de 36 años, vecino de Campo Cinco en Cariari, Pococí, estuvo bajo control de las autoridades.

Luego empezó una meteórica carrera que lo llevó a ser señalado como un hombre violento, peligroso y a quien se busca para someterlo a la justicia, pues enfrenta cargos por homicidios, amenazas y narcotráfico, entre otros.

Su salida de prisión coincidió con un incremento de la inseguridad en varios distritos de Pococí como Cariari, la Rita, Roxana y Jiménez; así como otros lugares del vecino cantón de Guácimo, pues fueron víctimas de grupos organizados que atacaron camiones repartidores, minisúper y fincas ganaderas.

Diablo no tardó en figurar. El 28 de marzo del 2019, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) lo identificó como el líder de una banda que robó más de 200 reses en menos de un año y aunque atraparon a varios de sus cómplices, él nunca apareció, a pesar de que varias veces allanaron su vivienda. Él supo con anticipación de los operativos.

Tras los fallidos intentos por capturarlo, Alejandro Arias tomó fuerza y ostenta de su poderío en redes sociales, al publicar fotos con armas automáticas, cuyo uso está prohibido en el país. Además, sus colaboradores lo secundaron también difundiendo fotos con armas y muchos billetes.

Así mismo, lanzó amenazas a otros grupos delictivos, en la lucha por controlar territorios para la venta de drogas. Ofreció sumas millonarias a quien matara a rivales, de quienes dio sus nombres.

Empero, fue hasta setiembre del 2020 cuando el nombre de Alejandro Arias, alias Diablo, alcanzó notoriedad en el país, pues presuntamente difundió audios en los que amenazó con matar a agentes del OIJ y oficiales de la Fuerza Pública.

La reacción de Michael Soto, ministro de Seguridad y Wálter Espinoza director del OIJ, no se hizo esperar y anunciaron el lanzamiento de un fuerte operativo para capturarlo.

Cinco meses después, el resultado de la cacería es negativo. Diablo sigue libre y más bien extendió sus dominios hacia Río Cuarto, y los distritos de Venecia, Aguas Zarcas y Florencia en San Carlos. Igualmente, se sabe que entró en Penshurt, Valle la Estrella y Bananito, al sur de Limón.

Paralelamente, desde el 27 de enero pasado se investiga si Diablo tiene algo que ver con el asesinato de tres hombres en Pueblo Nuevo de Limón. Las víctimas, al parecer, pertenecían a una banda dirigida por un individuo de apellidos Alfaro Bustamante, conocido como Press, quien está preso en La Reforma.

Inicio como gatillero

El nombre de Alejandro Arias aparece citado por primera vez en los archivos judiciales como cómplice en dos homicidios, causa en la cual está como reo rebelde. Es decir, le dieron la libertad y luego no se sometió al proceso.

Su caso se tramita en el expediente 15-000182-066-PE, que avanza en la Fiscalía Adjunta contra el Narcotráfico y Delitos Conexos, por los crímenes de Ademar Jiménez Gómez y de Pablo José Castro Barrantes.

Jiménez apareció el 24 de enero del 2015 quemado, con las manos atadas hacia atrás y con un balazo en la cabeza en la finca bananera Palo Verde, localizada a 14 kilómetros del centro de Cariari de Pococí, Limón.

Castro, quien era dueño de una instaladora de vidrios, lo mataron por error el 31 de marzo del 2015 en barrio Goli, ubicado a un kilómetro del centro de Matina de Limón.

Ambos homicidios se ordenaron por líos en la venta de drogas y como sospechosos de esos crímenes detuvieron a nueve personas el 20 de agosto del 2015.

Además, de Alejandro Arias, arrestaron a otros ocho sujetos de apellidos Smith García (murió asesinado el 19 de agosto del 2017), Vargas Mora, Tenorio Calvo, Tenorio Pérez, Alvarado Hernández, Marchena Guzmán, Rodríguez Valverde y Pérez Méndez.

La Policía señaló como cabecilla del grupo a Vargas, quien salió libre el 20 de agosto del 2016, luego de pagar una fianza de ¢20 millones. Los otros implicados quedaron libres posteriormente. Alejandro Arias salió el 28 de octubre del 2016.

Seis años después de los hechos, el caso está en espera de que el Tribunal de Juicio de Pococí defina fecha para debate. Empero, Arias y Pérez Méndez están como reos rebeldes confirmó la oficina de prensa del Ministerio Público.

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Líder de cuatreros

El director del OIJ, Wálter Espinoza, dio a conocer el 28 de marzo del 2019 que se desarticuló una banda liderada por Alejandro Arias que robó más de 200 cabezas de ganado valoradas en ¢100 millones.

Se detuvo a seis personas pero el cabecilla no apareció pese a que le allanaron su casa. En la vivienda de Arias encontraron armas de fuego, incluido un fusil AK-47 e insignias de la Fuerza Pública.

Espinoza dijo que la banda de Arias también se dedicaba a la venta de drogas y que se le investigaba además por sicariato.

Diablo, según las autoridades, llegó a ocupar los territorios dejados por un sujeto de apellidos Cubero Sirias, conocido como Colochos, detenido en julio del 2013 y sentenciado en diciembre del 2014 a 12 años de prisión, por la venta de drogas en Cariari, La Rita y Roxana.

La diversidad delictiva es parte del quehacer de Arias, por lo que se sospecha que estuvo detrás del robo de ¢1.200 millones a un camión remesero perpetrado el 2 de mayo del 2019 en Pococí. Aunque por este caso se detuvo a cuatro personas, entre ellos los custodios del camión, la plata no se recuperó.

Vale la pena acotar que, el 30 de agosto del 2019, oficiales del Grupo de Apoyo Operacional (GAO) de la Fuerza Pública detuvieron al que llamaron “el cobrador de Diablo” (recogía dineros de las ventas de drogas), cuando viajaba junto con un oficial del OIJ de apellido Delgado Mora, destacado en la delegación de Pococí. Ambos ocupaban un vehículo último modelo de la marca BMW.

En la investigación que realizó el Tribunal de la Inspección Judicial y que concluyó con el despido de Delgado por pérdida de confianza, los compañeros de la oficina declararon que desde hacía meses se escuchaba que había fuga de información sobre los operativos en los cuales se pretendía detener a Diablo o algún miembro de su banda. Así consta en el expediente 19-002992-0031-DI.

Sangrienta disputa

Aunque la Policía se mantiene hermética para relacionar a Arias con algunos hechos delictivos, sí se sabe que mantiene una sangrienta disputa con un individuo de apellidos Moreno Borbón, de 40 años, conocido con el alias de Pechuga.

Moreno, oriundo de La Rita de Pococí, fue calificado como líder de otra banda narco, que también se dedicaba a cometer robos.

La enemistad incluso es sentimental pues ambos fueron novios de una misma mujer, de 26 años, que hoy es la compañera de Arias.

Como parte de la disputa, se registra un atentando que sufrió la familia de Moreno el lunes 28 de enero del 2019, cuando ingresaban al residencial Montecillos, en La Garita de Alajuela, después de pasear en Río Celeste, en Guatuso de Alajuela.

Aquella noche dos individuos que salieron de un matorral dispararon en múltiples ocasiones contra el vehículo. En el ataque dos hijas de Moreno resultaron heridas. Una de 11 años tenía un roce de bala en la cabeza y otra de 9 recibió dos disparos en el tórax y tuvo que ser llevada al Hospital Nacional de Niños. Moreno sufrió un roce de bala en la cabeza.

Wálter Espinoza dijo que el móvil del ataque no estaba claro y que la familia se dedicaba a actividades comerciales y tenía siete meses de vivir en La Garita, pues antes residían en Pococí.

“El ataque fue repentino, en el sitio recolectamos una innumerable cantidad de casquillos, mas de 20 o 30, de pistolas nueve milímetros”, agregó.

Luego de esto, entre octubre y noviembre del 2019, se dieron cuatro homicidios, dos en el bar Juankas en La Rita (en una ocasión Moreno estaba como cliente y salió ileso) y otros dos en Toro Amarillo de Guápiles, que se sospecha provienen de la disputa entre ambos hombres.

La pugna parece estar en un impasse, pues Moreno salió del país el 31 de diciembre del 2019 y no regresó.

Audios amenazantes

“Mandó a decir el Patrón (así se conoce también a Diablo) que por cada paco que maten en Guápiles, Cariari, Puerto Viejo de Sarapiquí se le va a pagar ¢5 millones. Mandó a decir el Patrón Diablo”.

“Dice el Patrón que está pagando dos palos y medio por cada bicho de la Fuerza Pública y por el del OIJ está pagando ¢5 millones como ustedes quieran, en plata o en perico. Ustedes saben que eso es lo que más sobra”.

Ese el contenido de dos audios que circularon en setiembre del 2020 en los cuales se lanzaron amenazas a las autoridades. La razón, porque al parecer los operativos habían frustrado el tráfico de drogas.

Incluso un audio explica: “Hay platica y bastante, claro, pero toda esa platica está destinada para la jupa de los investigadores que quisieron jugar de artistas, haciéndonos justicia (...). Para cualquiera que quiera jugar de héroe para eso sí hay platica y bastante. Todo el mundo sabe cómo está la vuelta (...). A mí no me van a cazar nunca, puedo mandar a quien sea a matar, no me interesa, me han visto cómo es la vuelta”.

Aunque no hay ataques directos, el 17 de diciembre pasado, dos personas que viajaban en una moto lanzaron un artefacto explosivo en las cercanías de las instalaciones de la Fuerza Pública en Puerto Viejo de Sarapiquí y para fortuna no estalló.

El artefacto, que estaba envuelto en papel y tenía una mecha, se apagó cuando lo tiraron. Inicialmente se presumió que era C4, que es un explosivo plástico muy usado en demoliciones. Sin embargo, luego se determinó que era dinamita. Ambos son peligrosos y destructivos.

Este hecho se presume fue ordenado por Diablo, pues material muy similar al encontrado fue divulgado en fotografías que miembros de su organización delictiva, para alardear que manejan material explosivo y que tienen mucho poder.