Desde que se entra a la empinada Acosta, considerada la meca costarricense de los cítricos, se divisa la gran cantidad de laderas verdes teñidas de un color amarillo, donde resaltan en esta época, literalmente “montañas de mandarinas”, pues la cosecha superó a las de años anteriores.
El exceso de producción, que aún no se sabe a ciencia cierta cuáles fueron las razones, tiene sus pros y sus contras no solo para los productores, sino también para los consumidores.
Y por supuesto, usted como lector y consumidor a la vez, se preguntará el porqué de los contras de que los productores de Acosta ofrezcan tanta mandarina, pues de acuerdo con las reglas del mercado, a mayor oferta, menor precio para los compradores.
En cuanto al precio, usted como comprador de mandarinas en las ferias, en las verdulerías o en los supermercados, incluso hasta en las calles, pagará menos dinero por más cantidad de frutas. Pero el punto negativo es que este año la fruta es de un tamaño menor.
Por lo general, cuando uno va de compras, en este caso de mandarinas, que es el motivo que nos llevó hasta Acosta, busca las más grandes y muchas veces no se fija tanto en los precios; claro, si es en época de cosecha, ya que estos no son tan altos como cuando hay poca oferta, en especial para fin de año, que encontramos menos en los puntos de venta.
Pero si nos ponemos el sombrero del productor, los puntos negativos son varios, ya que este año, los precios bajaron ante la gran oferta. Sin embargo, otro punto en contra para ellos es que el exceso de mandarinas en los árboles provocó que muchos se desgajaran; es decir, que una buena cantidad de ramas se quebraron y se fueron al suelo.
Si la fruta de esas ramas que se desprendieron de los troncos principales no se cosecha en el tiempo indicado (no más de 8 días), se pierden, lo que representa para los citricultores una merma considerable en sus ingresos.
Para conocer más de cerca esta situación, visitamos la finca de Soley Valverde Portillo, en Bajo de Jorco de Acosta. La extensión es de 40.000 metros cuadrados, es decir, 4 hectáreas, y una parte de ella está cultivada con naranjas y la otra de mandarinas (unos 1.200 árboles).
De lejos las laderas se ven anaranjadas y es un gran espectáculo para la vista, es realmente gratificante y a uno se le hace la boca agua. Pero una vez en el lugar, es impresionante ver la cantidad de árboles con sus ramas desprendidas y sus frutos esperando la mano de los cosechadores.
En esta oportunidad, nos acompañó en el recorrido el Ing. Isaías Azofeifa Castro, extensionista del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), de la agencia de Acosta. Tanto él como luego vía telefónica Soley Valverde, nos explicaron que científicamente no se pueden asegurar en forma exacta las razones de la sobreproducción. Sin embargo, coinciden en que hay varios elementos que pudieron intervenir, como es el cambio climático y los pocos vientos que se sintieron en Acosta cuando los árboles estaban floreados, en mayo anterior.
Otros años, señalan ambos, hubo vientos más fuertes, lo que ocasionó que se desprendieran muchas flores, que cubrían el suelo de una capa blanca. Para Soley, quizá otro de los factores para que los árboles se desgajaran podría ser el tipo de patrón que se utiliza para el injerto de la mandarina y hasta la forma cómo se podan una vez que están desarrollados.
En fin, hay varias versiones y lo único que sí es cierto, es la enorme cantidad de mandarinas a precios muy cómodos para los consumidores finales.
Una vez que concluya la cosecha, los citricultores tienen que hacer una evaluación de los daños y empezar a tomar medidas para el futuro, como es cultivar en forma paulatina nuevos árboles y, además, ir diversificando las fincas con otros productos como el aguacate, que por cierto se cosecha muy bien en Acosta; esto lo tiene muy claro Soley, así como el ingeniero Azofeifa y muchos otros productores.
Mientras tanto, para el citricultor José Manuel Flores Esquivel, quien cultiva y vende sus frutas en las ferias de Coronado y de Ipís de Goicoechea, otro de los factores negativos que se están presentando este año es el regreso a los cultivos de varios animales que se habían ido montaña adentro. Estos animales, dice este productor acosteño con más de 25 años de experiencia en este campo, al advertir la abundancia de frutas, llegan a los cultivos y los destruyen. Entre ellos mencionó los pizotes, los venados, los saínos y algunas aves.