"Es increíble lo cara que es la ropa de segunda mano aquí", confiesa Lucy Argueta durante su charla con Perfil en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC). Ella lo sabe por experiencia propia: poco antes de inaugurar su exposición Dulce Fetiche, la artista hondureña se hundió en las "piscinas" de las tiendas de ropa americana de San José.
Encontrar las piezas adecuadas no fue fácil. A diferencia de Honduras, donde las piezas cuestan unos pocos quetzales, en Costa Rica la ropa americana tiene precios mayores y un complejo sistema de venta: las mejores piezas se venden en perchas y la que no logra acaparar el gusto de los clientes pasa a la sección de descuentos. Luego, pasará a las piscinas, donde reducirá su precios a medida que pasa el tiempo hasta que alguien la adquiera.
Lucy debió recorrer muchas tiendas para encontrar esos espacios con cajas de madera llenas de ropa a "10 por ¢2.000" que formarían parte de su exposición, la cual estuvo abierta hasta el 8 de julio en el MADC. La artista se dedicó a buscar vestimentas capaces de contar una historia ya sea la del cuerpo que la utilizó o la del objeto de deseo que representó su marca. La víspera de la inauguración de su muestra, Argueta habló sobre su proceso creativo y las motivaciones de su trabajo.
P: ¿De dónde surge el nombre de la exposición, Dulce Fetiche?
L: El año pasado, a inicios de mayo, hice una exposición con muchas de las piezas que se ven aquí aunque algunas se han modificado. Esta exposición se llamaba Fantasía fina y en ella me interesaba mucho el fetiche visto desde el objeto deseado. De ahí viene el nombre de la exposición: algo que es exquisito en el sentido de objeto objetual que se quiere pero no se posee.
P: ¿Cómo se interesa usted en la ropa "con historia"?
L: Aparte de ser artista soy coleccionista. Llevo 15 años coleccionando ropa antigua y mi colección parte de este proceso creativo. Cada coleccionista tiene un porqué de su colección y, en mi caso, siempre colecciono ropa de segunda mano un poco seleccionada por estampados pero también me interesaba mucho pensar en quien la usó y en qué momento. Mis primeros trabajos se refieren mucho a eso y, evidentemente, ahí va vinculado en tema de la memoria.
Tengo una habilidad para ver algo e imaginarme como es la persona y la historia que se cuenta a través de ello. Por ejemplo, he encontrado vestidos que son muy grandes y pienso que esa fue una chica de un 1.90 de estatura, delgada, que pudo usar ese traje en un baile. A partir de eso recreó un escenario que tiene una parte de ficción y represento el espacio doméstico de una mujer. Recreo la escena y la retrato.
P: En la exposición también se encuentran muchas piezas de marcas falsas como "Como Canal", "Luigi Vutton" o "Hobo Boss", ¿cuál es el mensaje tras estas obras?
L: También trabajo mucho la idea de la segunda mano en la ropa y como se categoriza la persona: primera clase, segunda clase...de ahí parto atrapando y recolectando objetos piratas, que es otra forma de querer poseer algo pero no tener la parte económica o la posibilidad de poder llegar o acceder a una marca.
Tenemos mucha pieza objetual, mucha marca que no es marca, como Luigi Vutton. Sin embargo, estas marcas no son inventadas por mí, los chinos hacen mucho de eso: copian y piratean prendas, marcas, perfumes, celulares. Me interesa hablarlo y discutir sobre ellos a través de mi obra pero no cuestiono ambas partes.
P: ¿Qué piensa de la ropa nueva?
L: Me parece fría, me gusta la ropa que tenga cosas que contar. Compro ropa que me conmueva y eso no pasa con la ropa nueva sino que es un desecho: pasa la temporada y no existe más o se vende muy barata. Sin embargo, las piezas atemporales siempre serán. Incluso, un perfume falso pero tiene algo que contar: hay sátira, hay humor...
P: ¿Cuál es la situación para el arte contemporáneo en Honduras?
L: A partir del golpe de estado en el 2009 se ha encarecido la violencia, en todo aspecto. Vivimos en un país sumamente violento. Es una cosa tremenda.
En cuanto al arte hay un buen grupo de artistas que están generando propuestas interesantes a partir de sus intereses, necesidades o los conflictos políticos. Y los artistas que estaban antes del golpe siguen en pie.
Me atrevería a decir que en Honduras, a nivel artístico sí hay muchas carencias: no tenemos museos que quieran o puedan tener a un artista con una carrera joven. Tampoco poseemos galerías, donde mover el mercado. Estamos vendiendo fuera de nuestro país
Lo interesante es que debido a esa carencia de espacios los artistas nos estamos moviendo a otros alternativos: en los espacios públicos y la verdad que no nos hemos doblado de brazos.