La industria de la moda es una de las más contaminantes en el planeta, sin embargo, pese a toda el impacto negativo a a nivel global, en Costa Rica el panorama es más alentador.
No porque no seamos consumistas del fast fashion, porque ciertamente cada vez más personas consumen ropa desechable, sino porque la industria de la moda tica apenas está creciendo y si se lo propone, puede aprender de los errores cometidos por las industrias consolidadas.
Este es el positivo punto de vista de la diseñadora nacional Stefanie De La O, quien también es activista y en los últimos dos años ha trabajado en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Unfccc, por sus siglas en inglés).
“Es una industria tan grande, que es un poco difícil de desmantelar y reconfigurar pero en Costa Rica tenemos la ventaja de que estamos empezando de cero”, explica la diseñadora.
“Nosotros nos encontramos en un momento muy oportuno del país porque Costa Rica apenas está creando una industria y, por lo tanto, podemos implementar todos los temas que hemos aprendido de las industrias establecidas en otras partes del mundo y que no funcionan”, señala De La O.
Esto permite que los diseñadores nacionales implementen ideologías de desarrollo sostenible, involucrando las partes económicas, sociales y ambientales. De esta manera, además de hacer las cosas bien con el planeta, pueden darle un valor agregado a sus productos.
Esto han hecho diseñadores nacionales como Óscar Ruiz-Schmidt y su marca Obra gris, y la diseñadora de joyas y accesorios Ana Gutiérrez, quienes se han propuesto disminuir al máximo el desecho, de manera que hacen prendas para aprovechar los retazos.
Otro ejemplo destacable es el diseñador costarricense Álvaro Núñez, quien ha creado Autóctono, marca de diseño ético y responsable que recupera las técnicas y diseños de las comunidades indígenas. Su trabajo son piezas únicas que no están sometidas a procesos industriales, elaboradas por artesanas costarricenses que utilizan los textiles tradicionales y el cuero.
Costa Rica puede crear una industria autosuficiente y sostenible para la agenda 2030 de las Naciones Unidas, es decir que tenemos 12 años para ponernos las pilas y trabajar juntos como país desde el sector agrícola hasta los diseñadores finales.
Sin duda, es fundamental incorporar el sector agrícola en esta discusión pues representa 622 billones de dólares en la creación de textil, y se estima que para el año 2025 se va a duplicar a 1.2 billones de dólares.
Eso significa que hay que producir textiles de recursos naturales y nos obliga a replantearnos de dónde sacar los hilos: del algodón, petróleo, de bambú o de otro material más sostenible.
Recientemente, en el marco del Mercedes-Benz Fashion Week San José, vino al país Enrica Arena, una italiana cuya empresa hace textiles de los desechos de las naranjas. En su pueblo natal, Sicilia, hay mucha producción de jugo de esta fruta, tanto que incluso los residuos de naranja son un problema. Ella y su socia, encontraron una solución.
Esto da una pista de por dónde se puede encarrilar la producción de textiles. Todo lo que es celulosa vegetal se puede convertir en tela.
“Tenemos que reemplazar lo que existe y crear toda una nueva producción de algo sostenible, eso lo podemos hacer de todos los residuos agrícolas que tenemos en el país: hojas de piña, hojas de banano, residuo de naranja”, considera la diseñadora nacional Stefanie De La O.
Si ya hay personas fuera de Costa Rica que han implementado acciones necesarias, nosotros podemos replicar ese ejemplo en nuestro ecosistema.