Los cambios en las dinámicas diarias como quedarse en casa, reducciones económicas, cuidar a los niños mientras trabaja y la franca realidad de no tener claro lo que va a pasar a futuro puede generar emociones como la tristeza, la incertidumbre y la ansiedad que muchas veces mal dirigimos hacia la comida.
Rondar la cocina cada cinco minutos en busca de qué picar o repetir sin autocontrol son solo algunas señales a las que deberíamos de prestarle atención. Podría tratarse de alimentación emocional.
Esta situación se presenta cuando las personas comen por saciar una emoción y no porque están verdaderamente hambrientos.
¿Por qué reaccionamos de esta forma? Bueno, es porque la acción de comer libera millones de neurotransmisores que nos hacen sentir bien momentáneamente y que nos ayudan a disminuir la ansiedad, aunque luego aparezcan los sentimientos de culpa.
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Intentar cubrir nuestras emociones con comida podría llevarnos a caer en un círculo vicioso. Debemos de entender que el problema no está en el acto de comer, sino en la misma ansiedad.
“Debemos de ser muy minuciosos e ir al fondo de lo que nos está generando esa ansiedad y entender que claramente comiendo no vamos a solucionar esa sensación que estamos teniendo ni a corto ni a largo plazo”, comentó la nutricionista Marianela Obando.
Generar conciencia de que lo que está sucediendo y aceptar las emociones negativas que estamos teniendo puede ayudarnos a liberar la presión que ponemos sobre la comida.
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Identificar el hambre de la ansiedad es otra herramienta que se puede desarrollar. Esta aparece repentinamente, se genera en la mente con recuerdos de sabores o texturas particulares, y luego de comer no nos sentimos saciados.
Disminuir la ansiedad es quizá la clave para no dejarse vencer ante la comida.
10 consejos que le pueden ayudar
- Haga un cronograma de su día. Incluya además de sus tiempos de alimentación, el momento en el que va a leer, el rato de ocio, la hora para hacer ejercicio, y hasta el horario de trabajo, para los que están trabajando desde el hogar.
- Trate de ajustarse a esa rutina. No caiga de nuevo en la ansiedad de no tener una planeación.
- Identifique las sensaciones que está percibiendo. ¿Es hambre de verdad, es ansiedad, estamos aburridos por tener más tiempo disponible?
- Intente tener una alacena bastante ordenada y planificada. No tener acceso a alimentos ultra procesados le ayudará a no comer por impulso cuando aparezcan los picos de ansiedad.
- Tomar bastante agua durante el día.
- Trate de disminuir el consumo de alimentos ricos en azúcar, ya que como medida de compensación la harán necesitar más azúcar durante el día.
- Prefiera alimentos ricos en proteína y fibra para estar más saciados por más horas.
- Sea más consciente del momento en el que se alimenta; evite comer frente al televisor o a la computadora.
- Incorpore el ejercicio en su rutina diaria, incluso podría incluir algunas prácticas de meditación y respiración para controlar un poco esos impulsos.
- Piense en comer más saludable, se sentirá mejor con usted mismo y fortalecerá el sistema inmune.
Fuentes: Dra. Marianela Obando, nutricionista (tel.: 4000-2171, www.nutrifitcr.com) y sitio web Sicología y Mente. psicologiaymente.com