La locura que campea en estos tiempos de atentados terroristas dirigidos al azar a población civil en cualquier parte del mundo, es equiparable al estupor que se desata cuando cualquiera puede presenciar, como en el caso de los argentinos abatidos este martes en Nueva York, las idílicas imágenes de sus últimos momentos contenidas en un video en el que aparecen todos paseando en bicicleta, distendidos, felices, en una hermosa tarde de otoño por una ciclovía de Manhattan, Nueva York.
El hecho por sí solo es una tragedia de dimensiones incomprensibles. Pero observar a los 10 amigos argentinos rodando en fila de dos en dos, en un viaje añorado con el que celebraban 30 años de graduados en el Politécnico de Rosario (Argentina), solo segundos antes de ser impactados con toda furia por la camioneta que conducía Sayfullo H. Saipov, le echa sal a la sangrante herida.
No, a pesar de todo y tanto, no estamos curtidos de asombro.
El atentado terrorista ocurrió este martes 31 de octubre, apenas unos días después de que los amigos, compinches desde su más temprana juventud, cristalizaran el sueño de juntarse en Nueva York con el pretexto del aniversario. Sin embargo, según coinciden todos sus familiares y allegados, en realidad soñaban con aquel periplo juntos desde hace mucho tiempo y solo cuajar el plan, conciliar agendas y reunir el dinero, les tomó más de un año.
Bien lo reseña un texto de la agencia AP: “Los argentinos fallecidos en el último ataque en Nueva York habían compartido la escuela secundaria tres décadas atrás, trabajaban en el mundo de la construcción, cuidaban a sus familias y, por encima de todo, cultivaban su larga amistad”.
Por fin, tras muchas ilusiones y expectativas llegó el gran día: el sábado 28 de octubre según narró el diario rosarino La Capital, ocho de los viajeros se reunieron en el Aeropuerto Rosario para emprender el vuelo a Nueva York que partía a las 4 de la tarde y que haría una escala en San Pablo. Por supuesto, se tomaron varias fotos en la terminal aérea antes de partir.
Ariel Erlij, conocido empresario rosarino dedicado a la siderurgia, que se había hecho cargo de los gastos de algunos de sus amigos, fue a despedir al grupo, pero él no se subió al mismo avión que sus compañeros. Viajó en un vuelo privado al día siguiente, el domingo, hacia Nueva York.
Ya en Estados Unidos, el grupo visitó a Martín Marro, otro excompañero del Politécnico que vive en Boston y que los alojó en su casa.
El martes, los nueve habían recorrido los 300 kilómetros que separan Boston de Nueva York, adonde salieron a andar en bicicleta por Manhattan.
En un momento, siempre según La Capital, cerca de las tres de la tarde uno de ellos escuchó ruidos y gritos a sus espaldas, y al girar no encontró a ninguno de sus compañeros. Casi todo el grupo había sido atropellado por una camioneta.
En el atentado murieron Hernán Diego Mendoza, Diego Enrique Angelini, Alejandro Damián Pagnucco, Hernán Ferrucci y Ariel Erlij.
Martín Marro terminó hospitalizado pero sin heridas mortales, mientras que los cuatro restantes, Juan Pablo Trevisán, Ivan Brajkovic, Ariel Benvenuto y Guillermo Banchini, resultaron ilesos.
Los hombres habían ido ya a hacer algunas compras; algunos llevaban regalos para sus hijos mientras pedaleaban por la bicisenda que recorre el Río Hudson, en el lado oeste de Manhattan.
Aunque no ha trascendido de cual se trataba, se supo que para uno de ellos, aquella era su primera salida del país. Jamás había viajado fuera de Argentina.
El caso es que, el grupo completo apenas iniciaba su semana completa en Nueva York, cuando sobrevino el horror.
Mientras pedaleaban, a sus espaldas Sayfullo H. Saipov conducía a toda velocidad una camioneta blanca, en lo que sería la concreción de un plan que esbozó durante semanas con instrucciones del Estado Islámico.
De acuerdo con la investigación, Saipov planeó durante semanas con el libreto de Estado Islámico.
No hubo advertencia alguna. Solo gritos, según describiría después el cónsul argentino en Nueva York, Mateo Extremé, quien se apersonó a la escena en cuanto pudo y se volcó en cuerpo y alma a ayudar a sus coterráneos... a los que aún podía auxiliar.
Entonces sintieron el sonido de la camioneta, alquilada en una tienda de la cadena Home Depot de artículos para el hogar, que aceleraba desde atrás arrollando bicicletas.
“No tuvieron tiempo de reaccionar cuando comenzaron a ser atropellados por la camioneta, especialmente quienes iban del lado central de la bicisenda”, dijo Estremé.
“Después recuerdan una escena dantesca, diría yo, una escena casi infernal, en la cual los cuerpos estaban en el piso, la sangre estaba allí”, añadió.
Vieron gente intentando huir. Escucharon gritos y llantos. Entonces sonaron los disparos de la policía, que dieron en el abdomen de Saipov, quien corría entre el tráfico de automóviles tras chocar la camioneta contra un autobús escolar.
Aparte de los suramericanos, el terrorista mató a otras tres personas y dejó 11 heridos.
¿Quiénes eran?
De acuerdo con el diario La Nación de Argentina, el “Poli” es un instituto secundario que depende de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), donde las exigencias del alto nivel de estudios propicia que se forman grupos sólidos, inseparables.
Por ejemplo, hace dos años se juntaron miles de exalumnos para juntar fondos para este establecimiento educativo (fundado en 1907) algo que lograron con la subasta de los clásicos taburetes que se construyen en las materias de taller.
Lo anterior es pertinente para entender el grado de cohesión del grupo de exgraduados que volaron a Nueva York.
De hecho, al regreso del viaje, este grupo de excompañeros tenía previsto seguir con los festejos el viernes en Rosario, donde se iban a sumar otros exalumnos que no habían podido viajar.
En cambio, la ciudad se encuentra desolada, en duelo total y sin creer todavía en el mal tuerce que cruzó a sus conciudadanos en las coordenadas y el momento equivocados.
Estos son algunos breves perfiles de las cinco víctimas, proporcionados por la agencia AFP.
Hernán Mendoza
Tenía 47 años, era arquitecto, estaba casado y tenía tres hijos.
Fue socio fundador del estudio de arquitectura Amascu4tro junto a Ariel Benvenuto, su excompañero en la secundaria y uno de los sobrevivientes del ataque.
Mendoza era un fanático del deporte. De niño jugaba al fútbol en la escuela Renato Cesarini, dedicada a la formación de jugadores principalmente de la provincia de Santa Fe. El volante del Barcelona Javier Mascherano surgió allí, mientras el entrenador del seleccionado argentino Jorge Sampaoli fue instructor.
Era fanático de Newell’s Old Boys, uno de los dos clubes más populares de la ciudad.
Soñaba con ser jugador profesional pero en la adolescencia se inclinó por el rugby en el club Duendes. Allí jugó en categorías menores y fue entrenador hasta 2016.
También practicaba atletismo.
“Siempre amante del deporte y de su profesión” , recordó su amigo César Lagostino, compañero de gambetas en Cesarini. “Lo recuerdo como persona honesta, de las que merecen quedarse en este mundo. Generosa y tranquila” .
Ariel Erlij
Tenía 48 años y era ingeniero civil. Estaba casado y era padre de tres varones. Fundó la empresa Ivanar, dedicada a la producción siderúrgica.
Era el de mayor poder adquisitivo del grupo. Fue quien tomó la iniciativa de fijar una fecha para el viaje y ayudó a los amigos que no podían costearlo.
Su vecino Averio Ososky lo definió como “un emprendedor, un tipo laburante (trabajador). De oro” .
Erlij era conocido por las autoridades de Rosario y Santa Fe ya que impulsó varios proyectos de inversión.
“No nos quedan más que palabras de agradecimiento y admiración por todo lo que hiciste por cada uno de nosotros. Fuiste, sos y serás nuestra luz y nuestra guía en todo momento y sabemos que no hay mejor forma de rendirte homenaje que mirar hacia adelante y seguir construyendo en la misma dirección que nos supiste marcar” , dijeron familiares y empleados de Ivanar.
Hernán Ferruchi
Tenía 47 años y era arquitecto. Estaba casado y era padre de dos niñas.
Había desarrollado una prolífica carrera en la constructora Fundar. Fue uno de los autores de proyectos inmobiliarios que se desarrollaron en una próspera zona cercana a Rosario.
Compañeros de trabajo y empresarios del sector de la construcción lo describieron como un hombre con mucha experiencia, “humilde y muy querido” .
La página de internet de la compañía publicó un mensaje con una imagen de Ferruchi durante su viaje a Nueva York con la frase “ Recordemos al flaco. Gran persona, profesional y compañero irreemplazable ” .
Alejandro Pagnucco
Tenía 49 años, era arquitecto y vivía en Funes, una localidad cercana a Rosario.
Apodado “Picho” , estaba casado y tenía tres hijas, dos de ellas mellizas. Frecuentaba el club Rowing, donde jugaba al voley y al fútbol.
Se dedicó a la arquitectura y luego se desempeñó en el equipo de ventas de Femaco Materiales, proveedora de materiales para la construcción. La compañía recordó “con profundo afecto” a su compañero en su página de internet.
Ignacio Ortiz, gerente de unidad de negocios en Femaco, dijo a AP que Pagnucco era “muy sociable y querido, responsable en el trabajo y dedicado a la familia” .
El viaje donde su colega perdió trágicamente la vida era el “primero” que hacía a Estados Unidos. “Estaba entusiasmado con los amigos preparándolo” , dijo.
Femaco pertenece al grupo Brayco, cuyo presidente es Iván Brajkovic, uno de los sobrevivientes del atentado.
Diego Angelini
Tenía 48 años, era arquitecto y vivía con su esposa y cuatro hijos.
Frecuentaba el club Rowing de niño, donde jugaba al fútbol. El club cerró sus puertas el miércoles en señal de duelo. Siguió las huellas de su padre en el mundo de la construcción. Dirigía el estudio Angelini Arquitectos S. C. de Rosario.
“Era una muy buena persona, profesional, correcta, querida en la ciudad. Es muy duro para todos nosotros que se haya ido”, dijo entre llantos a AP su padre, Luis Angelini. Colegas de trabajo afirmaron que era un hombre que “protegía” a su familia y un “espectacular profesional” .
Antes de partir se fotografiaron abrazados en el aeropuerto luciendo camisetas blancas que llevaban escrita la palabra “Libre” .
Este jueves, Mariano Mendoza, hermano de Hernán --uno de los fallecidos-- le contó al diario La Nación un detalle que, como bien dice él, hoy cobra una connotación diferente: la de la camiseta con la leyenda “Libre”, impresa en grandes letras negras con fondo blanco, que portaban los hombres al subir al avión que los llevaría a su viaje soñado.
Si bien él no había hablado con Hernán sobre la t-shirt, está convencido de que fue un guiño, en tono de broma, a las mujeres del grupo. “Seguro es un mensaje para ellas”, asegura, en una evidencia más de que el paseo había generado tal ilusión en los excompañeros, que hasta tuvieron iniciativa para organizar este tipo de pequeñas bromas, de códigos que volverían esta experiencia algo único en sus vidas.
Y vaya que lo fue.
Emotivo testimonio de los sobrevivientes
Este viernes, cuatro de los sobrevivientes declararon, en una conferencia de prensa realizada en el Consulado de Buenos Aires en Nueva York, que siempre llevarán consigo el dolor de haber perdido a cinco de sus amigos en el viaje que tanto soñaron pero luego se convirtió en una pesadilla.
Juan Pablo Trevisan, Ariel Benvenuto, Guillermo Banchini e Ivan Brajkovic leyeron un emotivo comunicado frente a decenas de cámaras de televisión y diplomáticos argentinos que lloraron durante la lectura.
“Es profundo el significado que tiene la amistad para los argentinos” , dijo Banchini. “Llegamos hasta aquí empujados por ese sentimiento, que se había forjado en nuestra primera juventud y nos acompañó siempre. Lloraremos por siempre por nuestros amigos. Fue amor lo que nos trajo aquí y ese amor nos seguirá uniendo” .
Martín Marro, que vive cerca de Boston, resultó gravemente herido, aunque se espera que se recupere.
“Tenemos que volver ahora” , dijo. “Tenemos que acompañar a las desconsoladas familias de nuestros amigos. Queremos ir en busca de nuestras familias, nuestros hijos nuestras esposas, nuestros padres y hermanos. Permitan que nos retiremos con nuestro dolor a nuestros hogares” .