¿Está cansado de seguir dietas? ¿Vive entre restricciones y abusos con los alimentos? ¿Es de quienes constantemente sube y baja de peso sin llegar a un balance? ¿Odia la lechuga pero se la come a la fuerza, como si fuera medicina? ¿Se la pasa contando calorías cada vez que está frente a un plato?...
De acuerdo con la nutricionista de Krama Yoga , Rebeca Hernández, este régimen de alimentación se resume en tres puntos. El primero es que la persona aprenda a comer en respuesta a las señales de hambre y saciedad que le dicta su propio cuerpo y no guiado por reglas externas.
El segundo es darse permiso incondicional para comer aquello que se disfruta. Es decir, no tener alimentos prohibidos, sino más bien disfrutar conscientemente de cada uno.
Y el tercero es comer por “hambre física” en vez de dejarse llevar por emociones como ansiedad, estrés o cansancio, que es lo que generalmente les ocurre a las personas que padecen de sobrepeso.
Así, la alimentación intuitiva es todo lo contrario de los que siempre han sido las dietas: reglas dictadas por alguien ajeno a nosotros que nos dice qué comer, cómo y cuándo.
“Este enfoque tradicional puede producir más daños que beneficios, porque nos desconecta de nuestro cuerpo. El mensaje que le damos al organismo es que no confiamos en él y más bien lo alteramos”, explica Hernández, experta en trastornos de la conducta alimentaria y obesidad, y quien está impartiendo talleres sobre alimentación intuitiva en Costa Rica.
Según explica, al nacer, todas las personas vienen con la capacidad innata de escuchar los requerimientos de su cuerpo. Un bebé, por ejemplo, llora cuando desea alimentarse y deja de hacerlo cuando ya ha llenado esa necesidad. “El problema es que al crecer nos imponen horarios, nos dicen qué debemos o no comer, y nos enseñan a dejar el plato limpio. Todo eso hace que dejemos de nutrirnos de manera intuitiva”, continúa Hernández.
A su juicio, el asunto se complica si por alguna razón hacemos dietas o sometemos al cuerpo a restricciones, pues todo eso favorece el llamado efecto rebote, en donde la persona come más de la cuenta y vuelve a engordar o sobrepasa el peso inicial.
Esto sucede porque el organismo no comprende que el individuo lo que quiere es adelgazar. Por el contrario, se confunde y piensa que lo están limitando. El cerebro comienza a “anhelar lo prohibido” y, al concluir la restricción, el sujeto come más de la cuenta, asegura la experta.
Diversas investigaciones realizadas así lo demuestran. Por ejemplo, un estudio publicado en el 2011 por la investigadora Kirsi Pietiläinen en Finlandia, analizó el comportamiento de 4.129 gemelos a lo largo de varios años y halló que quienes hicieron dieta al menos alguna vez en su vida ganaron más peso que los que nunca intentaron perderlo.
Retome la conciencia
Para practicar la alimentación intuitiva, Hernández insiste en que lo primero que debe hacer una persona es ponerle atención a los motivos por los cuáles se alimenta: ¿hambre física, ansiedad, estrés, cansancio?
Adquiriendo conciencia de esas emociones, se puede buscar ayuda profesional para empezar a alimentarse solo cuando haya hambre biológica. “Una vez que usted identifica sus sentimientos hacia la comida, puede darles una mejor respuesta. Si es cansancio, descanse; si es aburrimiento, cambie de actividad, y si es preocupación, enfrente sus problemas. Modifique sus estilos de vida, haga más ejercicios, nutra su espíritu”, insiste Hernández.
Al comenzar la persona a comer solo cuando tiene hambre real, el paso siguiente es concentrarse en lo que hay en el plato: saborear los alimentos, comer despacio, y apagar el televisor, el celular y otros distractores le permitirá reconocer con mayor facilidad cuándo está satisfecho.
Peso real
Aunque en diversos estudios realizados, las personas obesas logran bajar de peso gracias a la alimentación intuitiva, el objetivo de esta tendencia no es perder gran cantidad de kilos, sino alcanzar un peso realista y adecuado para la contextura de cada individuo.