“¿De dónde acá este tortuguismo uterino, este discreto complot de las matrices?”
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¿Por qué un Día de la Madre? ¿Quién lo inventó: el Padre, la prole, el mercader, nuestra mala conciencia?Según demuestran las estadísticas, en nuestro país o las madres empiezan a escasear, o se toman su tiempo para tomar valor. Aparentemente las damitas en edad de merecer (¿de merecer qué?, ¿acaso lo omiten porque aterra?) y con el mando de controles de su fecundidad en mano, han decidido mayoritariamente demorar, disminuir o postergar en forma indefinida o definitiva el ejercicio de su maternidad. Sofisticados que somos, no alcanzamos siquiera la tasa de remplazo generacional, cual si de europeos se tratase.
¿Adónde han ido a dar los maternales? ¿No se llevarán más este verano? ¿De dónde acá este tortuguismo uterino, este discreto complot de las matrices? ¿No es el Día de la Madre suficiente aliciente para convencer a las féminas de reproducirse? ¿No soñaban desde su más tierna infancia con una cocina eléctrica, con el rugido excitante de una aspiradora? ¿Con una pantalla plana, porque la madre también, ¡sí!, merece su descanso? ¡Ahora ella también goza de su propio control remoto! ¿No era eso la igualdad de género?
Algo pasa con estas chicas. ¿Estarán locas? ¿Qué las asusta? ¿No encontrar pareja medianamente decente? ¿Vivir la metamorfosis de un embarazo con el deber social de volver a encorsetarse en un cuerpo de ninfa? ¿Ser la única a la que desvele la criatura? ¿Escoger entre dar leche al niño o silicona al marido? ¿Estar con su bebé y descuidar su trabajo o tener su trabajo y descuidar a su bebé? ¿Criar a sus hijos y no volver a encontrar un empleo remunerado? ¿Quedarse solas con lo más pesado de la prole a cuestas? ¡Vamos, muchachas!, ¿por tan poca cosa van a perderse de un soberbio electrodoméstico? Espermatozoide no es más que una palabra larga y por eso asusta un poco.
Conciudadanos, seamos serios. O somos amistosos con la maternidad, o nos quedamos sin críos. Para llenar la vacante tendrá que ser más atractivo el puesto. Leyes tenemos que nos amparan; lo que no hemos logrado abolir son los estereotipos. Pero cuidado con el rencor de las mujeres. Empresas: discriminen a las madres y dejarán de parir consumidores. Varones: condénenlas a la doble jornada y marcarán como SPAM el llamado de sus genes. Familias: trátenlas como esclavas y se disolverán con el tiempo.
Para la hembra humana, un hábitat sin depredadores, una pareja leal como pingüino, afecto, paz, seguridad, oportunidad, respeto.
Una madre no es un bien común. Es una mujer. O sea, una persona.
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