Su vida fue tan triste como su muerte: así terminó el famoso Superman del Hollywood Boulevard

Era un mesero de 21 años en Los Ángeles y los incesables comentarios sobre su parecido con el actor Christopher Reeve lo inspiraron a convertirse en una de las estrellas del Paseo de la Fama, ataviado con el traje del superhéroe. Acabó viviendo en las calles y finalmente fue hallado muerto, en un contenedor lleno de ropa desechada

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Sumirse en la dramática vida de Christopher Lloyd Dennis, en tiempos del Joker de Joaquin Phoenix, simplemente lacera el alma. Porque existe una escalofriante analogía entre los dos personajes: el Superman de Dennis y el Joker de Joaquin.

Hace poco más de 10 años, en algún canal de cable, el documental Historia de un superhéroe provocó una profunda desazón entre quienes presenciaron el “detrás de cámaras” de varios intérpretes de diversos superhéroes en el famoso Boulevard de Hollywood. Las camaras siguieron, entre otros, a Christopher Lloyd, quien ya en el 2007 llevaba al menos tres lustros de pasearse con su inconfundible atuendo de Superman por las aceras de Hollywood, posando para fotos con turistas por un dólar o más, según la voluntad del cliente.

A principios de los 90, un apuesto veinteañero que trabajaba como mesero en Los Ángeles se envalentonó cuando muchos de los comensales le comentaban, asombrados, su parecido con el entonces archifamoso intérprete de Superman, Christopher Reeve. En la lozanía de su juventud y con la vida y el mundo por delante Christopher Lloyd Dennis, convencido de que llamarse igual que el actor era una coincidencia más que lo llamaba a gritos hacia el estrellato, dejó su trabajo y decidió lanzarse en busca de la fama.

Aunque Dennis jamás logró concretar su sueño de siempre, interpretar a Superman en una película, sí consiguió algo de notoriedad cuando llegó a abordar a Christopher Reeve en el año 2000, durante un seminario en Nueva York. El encuentro de los muy parecidos tocayos trascendió a la prensa y hubo quienes publicaron notas como un tema curioso de farándula, pero el asunto nunca pasó a más y Dennis no fue tomado en cuenta ni para un papel de extra o mínimo un cameo en cualquier producción relacionada con el Hombre de Acero, que era a lo que el imitador aspiraba.

Aunque quizá fue uno de los más sonados, el documental Historia de un superhéroe no fue el único que repasó la vida y filosofía de este tremendo personaje, muchos disponibles en YouTube y que ratifican, incluso post morten que el espectador no sabía si admirar o compadecerse de Christopher: tal era su convicción y sí, su felicidad, de sentirse Superman al menos para cientos de paseantes del Paseo de la Fama, quienes validaban sus ansias de brillar. En decenas de videos caseros, tambien en YouTube, se muestran diversas escenas de visitantes que lo abrazan, le profieren su admiración y hasta le dicen que lo aman. Como si estuvieran hablando con el mismísimo Superman. Si no se vale soñar en el Paseo de la Fama, ¿dónde más se podría?

Eran, a todas luces, momentos fugaces pero muy felices para Christopher.

Igual, en la década pasada su gustada interpretación callejera de Superman hizo que diferentes periódicos y programas de televisión le dedicaran semblanzas, como Los Angeles Times, The New York Times, USA Today y hasta tuvo breves apariciones en The Tonight Show with Jay Leno and Jimmy Kimmel Live!

Pero hasta ahí. Los años fueron pasando y, casi tres décadas después, aquel sueño acabó de la peor manera: el 6 de noviembre de este año, el Superman de Hollywood fue hallado muerto, a sus 52 años, en un enorme cesto para ropa usada, en una calle cercana a aquellas aceras que transitó miles de veces, mimetizado en su superhéroe favorito, ejerciendo su rol para los turistas pero cada vez más enfrentado con la dura realidad: era improbable que alguna producción de la meca del cine lo fichara.

A su manera, eso sí, se hizo famoso. En el documental Historia de un superhéroe, un aún joven Christopher Dennis habla de sus esperanzas de que en algún momento interpretar a Superman en las calles le confiera una oportunidad que veía cada vez más lejana. Ya entonces se notaba agotado, con un halo de tristeza, con el rostro marcado por surcos típicos de la mala vida. Hasta su traje de Superman estaba ajado, casi corroído. En sus monólogos para esa producción, en los que trataba de sonar optimista, se le veía rodeado de puñados de billetes y monedas de baja denominación, en un cuartucho que alquilaba por entonces, a la espera de su golpe de suerte.

Algunos medios retomaron su figura y su historia, pero entonces trascendió que Christopher tenía serios problemas de adicción a las drogas. En algún momento tuvo esposa y, se supone, uno o dos hijos; en sus biografías informales no está muy claro, pero su vida en familia duró poco y se sabe que la última década pasó de drama en drama, y ya los últimos años, como un indigente.

Sin embargo, y aunque al parecer su fama le quitó más de lo que le brindó, la noticia de su fallecimiento le dio la vuelta al mundo y medios de gran calibre hasta le dedicaron obituarios que destilaban un tanto de impotencia, y otro de tristeza, ante la partida del malogrado Superman. No es para menos. A fin de cuentas, se trataba de un émulo del “Hombre de Hierro”. Gran ironía, pero no mayor que el rumor que se ha publicado por ahí, en el sentido de que hay productores interesados en llevar la vida de Christopher Dennis a la pantalla grande. Típico de Hollywood.

El diario Los Angeles Times realizó una estupenda sinopsis sobre el triste devenir de Dennis: “Pocos sabían el drama que arrastraba este hombre que se paseaba con su capa y botas en los alrededores del Teatro Chino de Hollywood. Durante más de dos décadas, en las aceras hollyoodenses, en el Paseo de la Fama, interpretó a Superman con la devoción de un niño convencido de que era un superhéroe. Vivió durante años a pocas cuadras del boulevard en un pequeño apartamento repleto de pies a cabeza con juguetes de acción, recortes y dibujos de Superman que hizo a mano. Y en la calle, se mimetizó con el papel de tal manera que en ocasiones llegó a perseguir a ‘tipos malos’ vestido con su rasgado atuendo de Superman, eso sí, acolchado, abultado y musculoso”.

Otros fueron más elocuentes, como los que titularon las notas sobre su muerte con la frase: “¡Krypton de luto! Murió el Superman de Hollywood”.

El portal Blueradio profundizó en los tiempos en los que el sueño empezó a desvanecerse, con el paso de los años. “Pocos sabían el drama que arrastraba este hombre que se paseaba con su capa y botas en los alrededores del Teatro Chino del Hollywood Boulevard. En su mejor momento, a principios de la década del 2000, el ‘Superman’ de Hollywood llegó a tener un pequeño museo en el que cifró todas sus ilusiones y apeló a una colecta pública para recaudar un millón de dólares. Sin embargo, en el camino le apareció a Christopher Lloyd Dennis una verdadera criptonita, como fue la droga”, reza el sitio, que coincide con otras informaciones que señalan cómo el histrión terminó viviendo de la caridad. Incluso, en los últimos años hubo colectas organizadas por grupos de admiradores, pero las iniciativas no dieron resultado por cuenta de las adicciones de Christopher.

Si bien es cierto, lo suyo era un final “cantado”, su partida no dejó de ser significativa.

Nunca se sabrá, pero quizá ni en su más optimista pensamiento, Dennis soñó con unas líneas como las que le dedicó la prestigiosa revista Esquire:

“Superman ha muerto. No ha sido Lex Luthor. No ha sido tampoco Doomsday. Es, en realidad, la consecuencia inevitable de un problema de lógica. Christopher Lloyd Dennis era Superman. Christopher Lloyd Dennis ha muerto (la Policía de San Fernando Valley encontró el 3 de noviembre de 2019 su cuerpo sin vida dentro de un contenedor de ropa vieja en las afueras de la ciudad). Conclusión: Superman ha muerto. Y ha muerto como murió el personaje con Christopher Reeve, como murió con George Reeves, como murió con Bud Collyer, como murió con Kirk Alyn. Como lo hará cuando mueran Henry Cavill, Brandon Routh, Tom Welling y Matt Bomer”.

Y agrega: “La vida de Christopher Lloyd Dennis, o mejor dicho lo poco que sabemos de la vida de Christopher Lloyd Dennis, recuerda más a la amarga balada de Arthur Fleck, el payaso profesional sin oportunidades, sin opciones, el juguete roto de Joaquin Phoenix en Joker, que a la vertiginosa sucesión de sacrificios luminosos de Clark Kent. Aunque, al igual que Kent, Christopher eligió ser un héroe de asfalto en lugar de un asesino de gatillo fácil. Las personas reales, al final, tienen opciones que no tienen los personajes de ficción”.

La caída libre de Superman se precipitó en enero del 2017, cuando recibió una paliza mientras intentaba que un par de delincuentes no lo despojaran de su viejo y sucio traje de superhéroe. Le robaron eso y más, pues se llevaron lo poco que guardaba de su amada colección y prácticamente lo dejaron agonizante. La noticia le dio la vuelta al mundo, pero en las esquinas de las páginas de farándula. No había ya mucho qué hacer por Christopher y casi fue un milagro verlo meses después, en sus amadas calles de siempre, una vez más, asido a su sempiterno traje, más raído y sucio que nunca, pero posiblemente, el traje y el álter ego del superhéroe eran de lo poco que le quedaban al ya casi cincuentón actor.

Y así, el traje fue acumulando suciedad, roturas, la que fuera una otrora flamante capa roja poco a poco se iba convirtiendo en jirones. Pero Dennis seguía intentándolo, seguí fotografiándose a cambio de un dólar en Hollywood Boulevard.

Hasta que un día, nadie sabe decir exactamente cuándo fue, siemplemente desapareció. Lo siguiente que se sabría de él, era que había aparecido muerto, mientras trataba de hurgar –o dormir, no se sabe– entre un contenedor repleto de prendas desechadas, en el Valle de San Fernando.

Si su final fue tremendamente triste, su arranque no lo fue menos. Cuenta Esquire que el primer traje con el que salió a Hollywood Boulevard era casero. Primero consiguió una malla azul de cuerpo entero, luego compró un short rojo en una tienda de ropa para bailarines de segunda o tercera categoría. Pero lo más conmovedor es la anécdota de las botas rojas que completaron su primer atuendo de Superman. Se trataba también de una tienda de zapatos de segunda mano... pero era para mujeres. Fue el único lugar donde consiguió unas botas rojas en todo Los Ángeles, pero era misión imposible conseguir un par de su talla, 45, entonces tuvo que conformarse con unas botas tres tallas menores. Y así, para no variar, su realidad superaba la ficción... incluso, en Hollywood: “Sus pies de geisha acababan ensangrentados, deformes, al final de cada jornada”.