Maggie Carpenter adoraba comprometerse en matrimonio con cuanto hombre aparecía en su vida. Sin embargo, a la hora de la verdad, cuando estaba a punto de enrumbarse hacia el altar, la exuberante pelirroja sentía que el corazón se le salía del pecho, comenzaba a sudar, se mareaba y –¡oh casualidad!–, inmediatamente después, las piernas echaban a correr como por instinto, campo traviesa, en cualquier dirección que no fuera la iglesia donde la esperaba su prometido.
De fuga en fuga, esta mujer del sur de Maryland, Estados Unidos, fue forjándose una colección de novios plantados y, a la vez, acumuló la suficiente fama como para que un reportero decidiera hacer de su historia una película.
Esa es la trama de la cuarta comedia romántica más famosa de Hollywood,
De veras, no es broma. Quienes sufren de ese miedo pueden llegar a experimentar los mismos síntomas fisiológicos que se sienten cuando se está a punto de sufrir un infarto agudo al corazón. La literatura documenta una elevación exagerada de la frecuencia cardíaca, sudoración excesiva, temblor o estremecimiento corporal, dificultad para respirar y sensación de atragantamiento.
A todo lo anterior, agregue dolor agudo en el tórax; malestar estomacal; sensación de mareo o desmayo; terror a perder el control, enloquecer o morir; aturdimiento general y escalofríos o calores súbitos... Suficiente para poner en alerta al equipo de guardia de cualquier servicio de emergencias.
La gamofobia pertenece a una larga lista de fobias que pueden padecer los seres humanos. Las fobias se caracterizan por un miedo intenso y desproporcionado ante objetos o situaciones concretas. Se calcula que una de cada 20 personas padece algún tipo de fobia.
Entre las más conocidas están la claustrofobia (miedo a los espacios cerrados), la aracnofobia (miedo a las arañas) y la homofobia (severa aversión a la homosexualidad).
También hay miedos intensos que son verdaderamente irracionales: al ajo (alliumfobia), a las cáscaras de maní (araquibutirofobia), a las mujeres hermosas (caliginefobia), a los palillos chinos (consecotaleofobia), a los árboles (dendrofobia), y hasta al número 666 (hexakosioihexekontahexafobia).
De vuelta al miedo al matrimonio, el psicólogo Luis Diego González Chaves, del programa Enfoque a la familia, asegura que la mente de una persona con gamofobia vive la cuenta regresiva hacia el día del matrimonio como un verdadero peligro. “El cuerpo se pone en alerta y reacciona con taquicardia, temblor y hasta cierto estado agresivo o de huida. Es un miedo exagerado”.
“Es más común que esta fobia se dé entre hombres porque, socialmente, la mujer está más adiestrada para ver al matrimonio como parte de su realización personal. Al hombre, por el contrario, se le educa para ser soltero y aventurero”.
Cosas que se dicen “medio en broma, medio en serio”, pueden generar mayores temores en un gamofóbico. Es el caso de expresiones como que alguien “se va a echar la soga al cuello” o que “se cansó de ser feliz”, porque decidió casarse.
“Quienes padecen esto son, principalmente, hombres de 40 años o más, y puede que lo experimenten toda la vida. Podrían ser personas que, de una u otra manera, tuvieron alguna experiencia negativa asociada con el matrimonio. No tiene que haber sido una experiencia propia, pero sí un gran trauma, que les provoca esa conducta de temor exagerado”, explica el experto.
La terapia psicológica es una de las alternativas existentes para tratar a un gamofóbico.
Este abordaje consiste en buscar el origen de tales ideas de terror y ayudar al paciente a descubrir que, si tiene una relación con alguien que ama, la vida en común posee mucho de bueno: el compañerismo, la estabilidad y la posibilidad de construir proyectos juntos.
Fotografia: Adrián Arias
Fotomontaje: Daniel Solano