Ruth: la persona más longeva en cambiar de sexo

Aunque desde niño se sintió atrapado en un cuerpo ajeno, fue hasta los 81 años cuando la británica decidió dar el gran paso, luego de estar 42 años casado con una mujer.

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“Me llena de alegría cuando noto mi feminidad. Todo está en su puesto ahora”, dice Ruth Rose cuatro años después de haberse sometido a una cirugía de cambio de sexo.

En el 2014, la británica decidió dejar atrás los rasgos masculinos de su físico para darle paso a una nueva anatomía, con la que se identificó desde que tenía 9 años.

Hoy, a sus 85 años –se realizó la operación a los 81– Ruth Rose continúa siendo la persona más longeva del mundo en cambiar de sexo y en disfrutar de su verdadera identidad en el cenit de su vida. Nació hombre en el condado inglés Norfolk en 1993. Fue bautizado como James, pero desde que tiene memoria dice que no hubo un solo día que no considerara estar atrapada en un cuerpo ajeno.

“Solía preguntarme por qué era niño si solo me imaginaba viviendo como mujer”, contó el mes pasado al programa This Morning, de la cadena británica ITV.

En el matutino de esa televisora reveló que “probaba” su verdadera identidad vistiéndose como mujer a escondidas y con la ropa de su hermana; sin embargo, en la adolescencia su verdadera identidad entró en crisis.

Consideró que, posiblemente, su deseo de verse como mujer era una inquietud de niño que quedaría atrás si se casaba. A los 23 años (1956) decidió caminar al altar luego de conocer a su prometida en la Real Fuerza Aérea, donde estudió navegación e ingeniería mecánica.

Su futura esposa era secretaria de esa institución. Se casaron, tuvieron tres hijos y el matrimonio duró 42 años.

A pocos meses de casado, James descubrió que su sentimiento no era pasajero. Aún así se rehusó a revelar su gran secreto.

“Nunca le dije de mis sentimientos porque en esa época ser un hombre que quería ser mujer era una aberración sexual”, dijo para justificar su silencio.

Su feminidad no se apaciguó con su esposa; al contrario, se reforzó con los años: para 1973 –a los 17 años de matrimonio– James comenzó a participar clandestinamente de algunos eventos vestido de falda, tacones, peluca y brillos.

Mientras en su vida nocturna era Ruth, en su casa y frente a su familia era James, el cabecilla del hogar.

Ese mismo año, James estuvo hospitalizado por algunas semanas debido a una operación. Mientras convalecía internado, su esposa halló una fotografía de una mujer en la guantera de su carro.

Furiosa y con la imagen en su mano llegó a la habitación del hospital y le reclamó por las fotos. “Ese día le tuve que explicar que allí aparecía Ruth, la mujer que habitó en mí desde niño”, contó.

A pesar del impacto y la frustración de su esposa, ambos acordaron permanecer juntos para evitar un escándalo social. “Mi esposa se quejaba con frecuencia de que Ruth le robaba a su esposo James durante temporadas muy largas. Lo hacía desaparecer y lo devolvía cuando quería”, reseñó Ruth en The Morning.

Así vivió la pareja hasta el 2003 cuando decidieron separarse definitivamente y de forma amigable. Un lustro después, Gran Bretaña emitió la ley de reconocimiento de género que permite a los transgéneros cambiar legalmente su sexo, lo que impulsó a James a someterse a un tratamiento hormonal para iniciar la transición y convertirse en mujer.

“Pensaba que no era una opción a los 81 años pero mi médico ortopedista me dio el empujón”, contó Ruth, quien decidió también avisar a su familia sobre el proceso al que se sometería.

La operación se llevó a cabo en el 2014. Ruth reseñó que en aquel momento el cirujano le consultó acerca de qué quería hacer con su miembro viril . “Ese se lo dejo a usted, doctor”, le dijo.

El médico decidió donar el órgano a la ciencia.

La cirugía de reasignación de sexo de Ruth costó 4.000 libras esterlinas (unos $5.200).

Hace unos meses, Ruth Rose participó en una reunión generacional de exalumnos de Norfolk. Ahí muchos le recordaron la época escolar cuando era capitán del equipo de boxeo.

“Todos me aceptaron así y eso me dio pie para pensar que este tipo de vida es posible a los 85 años”, comentó.

Ahora, lo único que lamenta Ruth Rose es no tener una cintura más ensanchada y unos senos más grandes. A pesar de ello no se esconde al vestir trajes de baño o cortos vestidos de cóctel.