Roller Derby Costa Rica: La vida es un patín

Desde hace casi 10 años, un grupo de mujeres echó a rodar en el país un deporte intenso y frenético, en el que los estereotipos se derriban a toda velocidad.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Nina Marín guarda en su memoria cada detalle de ese primer encuentro: sucedió un jueves, hace tres años, cuando luego de una invitación hecha por una amiga, llegó hasta el polideportivo de Barrio Aranjuez, en San José. Una vez allí, conoció lo que se convertiría en una de sus más grandes pasiones: el roller derby y, con este, un deporte “para nada común” que practicar y una nueva familia a la cual unirse.

“Había visto algunos videos y fotos en Internet, pero presenciarlo fue realmente sorprendente. La energía que se sentía en el lugar era impresionante, porque veías a un grupo de mujeres hablando sobre estrategia, comunicación y apoyándose la una a la otra. Era muchísima la adrenalina que se sentía en el polideportivo, por lo que no se trataba de una competencia, sino de crecer juntas”, comenta.

Ella, quien tiene 30 años y es dueña de un salón de belleza en Guadalupe, considera que si no hubiese experimentado ese encuentro, su vida hoy sería otra. Desde ese instante decidió que los tradicionales patines de cuatro ruedas, junto a un protector bucal, un casco, unas rodilleras, coderas y muñequeras, se convertirían en su uniforme de guerra para librar sus batallas personales en este deporte poco conocido en Costa Rica.

El roller derby, cuya práctica inició en 1935 en los Estados Unidos, es considerada una disciplina de alto contacto físico y consiste en una competencia de patines tradicionales en la que se enfrentan dos equipos, compuesto por cinco personas cada uno, en una pista ovalada durante dos tiempos de 30 minutos. Allí, uno de los competidores es el anotador, mientras que los cuatro restantes son defensas, y los puntos se obtienen a medida de que el anotador va pasando a los defensores del equipo rival, en dirección contraria a las agujas del reloj.

Para Marín, quien es madre soltera y desde hace algún tiempo inculca esta misma pasión en su hijo Ian, de nueve años, este deporte le enseña, los jueves de cada semana, que es capaz de superar sus temores, convirtiéndolos en metas a alcanzar en un corto plazo, dejando en la pista todo tipo de ansiedad, frustración o molestia. Esas son tan solo algunas de las “bondades” que ha experimentado en este tiempo.

“Hace dos años, pasé por uno de los momentos personales más difíciles de mi vida y caí en depresión. Ser parte del roller me ayudó a superar esto, porque no solo se trata de un deporte, sino que tus compañeros se vuelven tu familia, porque te apoyan, te hacen sentir que no estás sola y que sos capaz de lograr todo lo que te propongas”, afirma Marín, quien forma parte del equipo Panties Dinamita.

Estrategia sobre ruedas

Esta estilista lidera, junto a Luis Sánchez y Andrea Vega, la Liga Roller Derby Costa Rica, una organización que desde hace 10 años trabaja en la profesionalización de este deporte de contacto en el país, y que está conformada por los equipos Panties Dinamita, Zorros, Esqueletitos (para niñas y niños mayores de cinco años) y Explosive School, este último de la provincia de Cartago.

El proceso para lograrlo no ha sido fácil, ya que en el camino han tenido que lidiar con algunos prejuicios, entre ellos, que esto solo se trata de un espectáculo en el que las mujeres buscan lucir sus cuerpos y que tienen como objetivo golpearse las unas a las otras. Sin embargo, con el paso del tiempo han demostrado que se trata de una disciplina que requiere de mucha destreza física, por lo que cada semana practican una técnica en particular.

“Ese es el primer mito a derribar sobre el roller derby. Este es un deporte profesional, no es un show, por lo que quienes lo practicamos estamos muy claros de que va mucho más allá de ver a mujeres que se golpean. No se trata de eso, sino de una disciplina que exige destrezas, capacidad de comunicación y trabajar en equipo, además de que ya no es exclusivo para mujeres”, asegura Sánchez.

Él se unió hace dos años y medio al equipo de Zorros, el único grupo de hombres de roller derby en Costa Rica. El patinar era uno de sus pasatiempos favoritos, por lo que cuando se enteró de que este deporte se practicaba en el país, pensó que era la forma más adecuada de aprender algo nuevo, al mismo tiempo que disfrutaba uno de sus hobbies.

Hoy el propósito es otro. Junto a sus compañeros trabaja arduamente en cumplir un sueño: participar en el Mundial de Roller Derby Masculino que se realizará el próximo año en Estados Unidos. Los retos de ahora son reclutar a un mayor número de jugadores que conformen la selección nacional, además de encontrar un apoyo económico que les permita cubrir la logística de su participación.

“Dentro de las muchas ventajas que destacan del roller derby es que es un deporte muy inclusivo, es decir, que puede ser practicado por cualquier persona, sin importar si es delgada o no, si tiene una alta o baja estatura, incluso, si no sabe patinar. En el caso de los Zorros lo que buscamos son hombres que se sientan en la capacidad de comprometerse con el proyecto y que tengan agilidad al patinar”, dijo el joven de 27 años, quien es médico de empresa.

Un avance mundialista

El sueño de jugar en un Mundial llegó con la participación que tuvo el año pasado la selección femenina de Costa Rica, en el campeonato que se llevó a cabo en la ciudad de Manchester, en Inglaterra. A pesar de que ocuparon la última posición, de un total de 36 equipos, el conjunto nacional sintió que este fue un avance en el crecimiento del deporte a nivel local.

Andrea Vega, quien formó parte de la tricolor, considera que el ser parte de esta copa les permitió conocer y poner en práctica algunas técnicas y estrategias que desconocían, además de que tuvieron la oportunidad de escuchar y aprender de la experiencia de países en los que el roller derby ya está consolidado, entre ellos, los Estados Unidos.

“Costa Rica, al ser un país en el que el roller derby no es tan conocido, ha exigido que quienes lo practicamos vayamos capacitándonos poco a poco, ya sea por medio de videos o clínicas de entrenamiento. Llegar a Manchester nos permitió obtener todo tipo de aprendizaje, además de que pudimos conocer lo que se está haciendo afuera y que se puede implementar y mejorar aquí. Quedamos en la última posición, pero el resto de países nos felicitaron por atrevernos con este deporte” comenta Vega, quien trabaja en soporte técnico.

La joven, de 29 años, incursionó en el roller luego de dar con el perfil de Facebook de la liga costarricense, por lo que pensó que esta era la mejor opción para recuperar su estado de salud y bajar de peso. Fue así como, hace cuatro años, asistió a una de las prácticas de jueves junto a dos amigas: a la semana siguiente decidió unirse al equipo de Panties Dinamita, a pesar de que no tenía patines para poder entrenar.

“Pude comprarme los patines hasta un mes después de comenzar los entrenamientos. Tuve la ventaja de que, como la primera semana de los entrenamientos es acondicionamiento físico, podía participar, pero como la segunda hora es ya en patines y práctica de estrategias y técnicas, lo que hacía era acercarme a ellas y hacerles preguntas para entender bien de lo que se trataba”, explica Vega.

Ella recuerda que desde ese primer momento entendió que este era un deporte costoso, ya que el equipo que se utiliza no se consigue tan fácil en Costa Rica, por lo que resulta mejor comprarlo por Internet. Según dijo, el precio de los patines puede rondar entre los ¢40.000 y ¢60.000, además de que el costo del casco es de, aproximadamente ¢20.000, mientras que el de las protecciones de codos, rodillas, muñecas y bocas es de unos ¢30.000.

Para Vega, el roller derby no es solo una disciplina, sino que es también un estilo de vida, especialmente, porque confirma la fortaleza que tienen las mujeres. A esto se suma el hecho de que en la pista puede dar rienda suelta a su álter ego, mismo que asume su propio roller name, que se escoge por características propias de cada jugadora. Esa “transformación”que pueden vivir, tanto en entrenamientos como en partidos, le ha ayudado a liberarse de tensiones.

“En mi caso, mi roller name es Wicked Laugther, porque yo me río muy fuerte y es muy característica mi risa, así que es como exagerar esa parte de mí. En los partidos paso riéndome, por más serio que esté el asunto, así que este es mi álter ego, porque en algunos momentos llega a ser como una risa maníaca. Eso es algo muy bonito del deporte, que es inclusivo, sobre todo en la parte física, porque aquí todo sirve”, asegura entre risas.

Apostar a lo distinto

Minutos antes de iniciar con el entrenamiento, Nicole Sandoval se terminaba de ajustar sus patines. Sentada en una de las bancas del polideportivo, explica que solo tiene alrededor de siete meses de practicar esta disciplina, a la que llegó porque quería participar en un deporte que le permitiera estar en igualdad de condiciones con los hombres. Para ella, esto se trata más de una cuestión de trabajo en equipo, estrategia y destrezas, que de fuerza física.

“El roller derby me gusta porque irrumpe los estereotipos de ser mujer, lo que me parece muy interesante. No requieres tener la estética que la sociedad considera como ideal; la forma de comportarse no debe ser sutil o delicada, además de que la manera de vestirse no debe ser específica. Este es un espacio de encuentro, que nos permite ponernos en una posición de igualdad con los hombres”, expresa.

La trabajadora social, de nacionalidad colombiana, afirma que, aunque la forma en la que se visten las jugadoras es sexy, lo es de una forma distinta, porque invita al público a no ver el cuerpo de una mujer como un objeto sexual, sino que lo invita a cuestionarse que detrás de ello hay mucha fuerza y potencia en la competencia.

“Me llamó muchísimo la atención que en el equipo tengo compañeras que ya son mamás, pero sacan el tiempo y el espacio para poder practicar el roller derby y también involucran a sus hijos e hijas en estas actividades. Hasta en esto puedes darte cuenta de que es un deporte realmente inclusivo”, dice Sandoval, quien ya tiene un año vivir en Costa Rica.

A sus 31 años, afirma que tuvo algunos acercamientos a este deporte en su ciudad natal, Bogotá, pero fue hasta que llegó al país que pudo practicarlo. Otras de las razones que la impulsó a tomar esta decisión es que era una muy buena alternativa para adaptarse al país y hacer nuevos amigos.

Desde su experiencia, el roller derby es una comunidad en la que son bienvenidas todas aquellas personas que desean trabajar en equipo en el cumplimiento de sus metas. Si a esto le agregamos patines y adrenalina, es garantía de que el camino será todo, menos aburrido y monótono.