Los ídolos adolescentes de la televisión nunca desaparecen. Se quedan suspendidos en el tiempo, siempre atractivos y vibrantes. Luke Perry jamás podría ser la excepción a la regla, aun cuando falleció en marzo de 2019 a los 52 años, como consecuencia de un ataque cerebral isquémico.
Regresemos en el tiempo, a 1990, cuando Luke fue elevado a condición de deidad por millones de seguidores de la serie Beverly Hills, 90210 gracias a su interpretación de Dylan McKay. Desde el primer momento en que el mundo conoce a Dylan, y durante los siguientes años, Perry se convirtió en el componente ideal que encaja en un paradigma muy reconocido (y repetido) dentro de la fórmula usada en cine y televisión orientados al público joven: el muchacho indomable, misterioso y atractivo.
Fascinó a Hollywood con actitud y carisma, ¿cómo no caer ante sus encantos y esas envidiables patillas que muchos intentaron copiar, aun años después? No pasaba desapercibida su aura deslumbrante, mezcla de tormento y legítima vivacidad. Luke Perry era una reencarnación noventera de James Dean.
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A partir de Beverly Hills, 90210, participó en algunas producciones donde se siguió sacando provecho de su juvenil presencia escénica. Una de ellas es Buffy the Vampire Slayer en 1992 (antes de la homónima serie de televisión, también escrita por Joss Whedon). En ella, Luke interpreta en Oliver Pike, aliado e interés romántico de la sensacional Buffy; y si bien la película no alcanzó a convertirse en canon para la crítica de cine ni, muchísimo menos, para los fans del Buffyverso, contribuyó en darle más resonancia a su imagen de lobo solitario con Dr. Martens.
Ese mismo año, obtuvo un papel protagónico en el drama Terminal Bliss y poco después en 8 Seconds, película de 1994 donde encarnó al vaquero de rodeo Lane Frost. También tuvo una breve aparición en el rol de Billy Masterson para la película de Luc Besson, The Fifth Element en 1997.
En los años siguientes, también cultivó una faceta poco conocida: actor de voz para series animadas. Lo escucharíamos en Padre de Familia, Johnny Bravo, Mortal Kombat y (¿cómo no?) Los Simpson, donde se interpretó a sí mismo como el medio hermano de Krusty, El Payaso.
Después del año 2000, y al término de Beverly Hills, 90210, Luke exploró papeles más adultos y frecuentemente fue parte de producciones pequeñas e independientes, algunas veces como coproductor y otras con actuaciones que despertaron verdadero aprecio y admiración por la audiencia y la crítica.
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Luke nunca olvidó por completo a la televisión y, a inicios de la década del 2000, regresó a horarios prime con las series Oz y Jeremiah, siendo aquí el protagonista de una historia post apocalíptica.
Su aparición póstuma en el cine sucedió en julio de 2019, con la película de Quentin Tarantino Once Upon a Time in Hollywood. La breve escena, donde caracteriza a una estrella popular de la escena western de los 60s, se traduce en una afable despedida para todos quienes fuimos sus fans en algún momento de nuestra vida.
Finalmente, como una conmovedora coincidencia, su último trabajo este año en televisión es en la serie juvenil inspirada en los cómics de Archie, Riverdale. Nuevamente Luke estaba rodeado de esa energía joven y avasalladora que siempre le sentó tan bien y para la que parecía estar destinado aun al haber dejado atrás, y hace bastante tiempo, su figura de joven rebelde sin causa.
Alguna vez dijo, en entrevista, saber que siempre estaría ligado a Dylan McKay, pero que eso no le molestaba pues Dylan era suyo, su creación.
Gracias por eso, Luke.
Gracias por darle vida a Dylan y así convertirte en nuestro amor adolescente y eterno.
La autora es editora y escribe sobre cine y televisión en badhairdays.net