¿Llamó al 112 a pedir la hora? Repase su historia no contada antes de su inminente desconexión

Durante medio siglo, el servicio telefónico que brindaba la hora con solo una llamada fue un referente nacional. No conocíamos nada sobre él, pero su final previsto para el 28 de agosto es la excusa perfecta para recordar otros tiempos.

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El viernes 26 de julio en la sección de nacionales de La Nación se asomó en una esquina un pequeño anuncio del Instituto Costarricense de Electricidad, que le daba una fecha de terminación al servicio 1112.

Usted y yo seguro lo conocimos como el 112, en la época en la que no había celulares y los números tenían 7 dígitos, incluso 6. El servicio estuvo disponible durante cinco décadas para que quien llamara, pudiera obtener la hora oficial del país.

Sonó como una curiosidad que un servicio así se acabara, algunas personas en la Redacción incluso se preguntaron, ‘¿eso todavía existía?’ y así es como entendimos inmediatamente que el 112 tenía sus días contados.

El ICE fijó el miércoles 28 de agosto como el último día en el que el sistema que respondía con la hora (indicando si era la mañana, los minutos y segundos).

El anuncio explicaba que la tecnología actual, era el móvil del crimen.

“Gracias a la penetración tecnológica actual, existen mecanismos modernos que brindan la hora de la misma forma expedita que lo hacía el servicio 1112 y con los cuales, usted, podría satisfacer dicha necesidad”, explicaba el anuncio de la forma más cortés.

En otras palabras: en una época en la que ni el presidente de la República tiene un reloj en la muñeca –porque puede ver la hora en su celular– el servicio 112 está obsoleto.

Haga la prueba: en la búsqueda de imágenes de Google el único Carlos Alvarado que aparece con reloj es el famoso portero de la Liga, ese al que el expresidente Otilio Ulate le regaló su reloj de oro por hacer un buen partido (pero esa es historia para otro momento).

Anécdotas

Hablar del 112 es recordar un sinnúmero de historias que acumula cada persona, y así, no puedo eximirme de ofrecer mi relato.

Empiezo presentándome: Me llamo Carlos y tampoco uso reloj. Recuerdo que la primera ocasión en la que usé el servicio 112 fue cuando mi madre compró un teléfono digital en el 2003. Era un aparato que se pegaba a la pared con un cable que parecía la cabeza de un camaleón, pero que en el auricular tenía una pantallita.

Esa pantallita nos daba la oportunidad de programar y marcar los números importantes, el de la abuela, mis tías, con solo un botón.

Mi madre, quien trabajaba en la central de teléfonos de la Universidad de Costa Rica –quitando cables por aquí y conectándolos por allá, para hacer una sola llamada– veía esa tecnología como un sólido paso a conquistar la Luna, esa que la humanidad alcanzó en 1969, justo el año en que ella nació.

El teléfono digital (¡e inalámbrico!) era el orgullo de la casa y lo primero que hizo mi madre fue llamar al 112 para conocer la hora y poner la hora “oficial” en el teléfono, que sería el único reloj visible en toda la casa.

“¿Cómo funciona?”, le pregunté. “Marcá el 112 y escuchá”, insistió ella.

Al otro lado del teléfono una voz electrónica me dijo algo así como “Son las tres, catorce, y 55”.

Recuerdo haber repetido exactamente el mismo proceso la primera vez que tuve un celular propio. Era un paso a sumarse a tener “la hora oficial”, que por cierto –aprendí mientras crecía– distaba mucho de “la hora tica”.

Hablando del 112, un amigo me dijo que le gustaba sincronizar todos los relojes de su casa, incluidos los de sus hermanos, el microondas, la cocina, etc. El asunto tomaba una importancia especial el 31 de diciembre, último día del año, porque el quería llegar a la media noche a la hora exacta más posible.

También está la historia de un vecino, que supuestamente tenía un hermano que cuando llamaba al 112 tenía por costumbre decir “gracias, señorita”, antes de colgar la llamada (para los más jóvenes: antes teníamos que, literalmente, colgar los teléfonos).

Es normal que gente usara la línea después de comprar relojes o utilizara el servicio para actualizarlos cuando se acababa la batería. Se volvió también costumbre llamar después de un apagón, para actualizar los relojes digitales de la casa.

Está el caso de otra amiga a la que, de chiquilla, le gustaba la idea de hablar por teléfono, pero era tan niña que no tenía contactos (ni permiso) de hablar a sus anchas. Su mamá resolvió enseñarle ese único número para que tuviera con quien hablar.

Pero la historia del 112 que más me interesó fue la de otra amiga que, sin mucho reparo, escribió en redes: “Mi papá creó el sistema”.

Origen

Se sabe que el 112 existe por los menos desde los años 70, o al menos eso me cuenta Marco Vásquez. Él fue uno de los ingenieros en sistemas que programó esa voz que nos decía la hora y luego nos colgaba. Lo hizo junto a otro ingeniero llamado Hernán Jiménez, para la empresa Cybertech.

El servicio de la voz automática, como lo conocimos muchos, fue creado en 1992.

Los de Cybertech respondieron a una licitación del ICE, empresa con la que ya habían trabajado a finales de los años 70, para crear la automatización de la Represa Arenal.

Ellos se toparon con que el servicio funcionaba con una grabación de forma muy rudimentaria.

Cuenta Marco que, en el edificio del ICE en San Pedro, tenían un disco de vinilo que arrancaba a las 00:00 horas y que daba vueltas y recitaba las horas hasta llegar al mediodía. Quien llamaba, se topaba con una voz que le decía la hora en el momento justo en el que llamaba.

Al final del trayecto el disco –que debía ser enorme– se devolvía al inicio mediante un sistema automático. ¿Suena como un sistema absurdo? Sí. Pero en la época debió ser la solución más efectiva, en lugar de tener a una persona dedicada a dar la hora todo el día.

Ahí fue cuando don Marco y don Hernán toparon con una solución basada en la tecnología más moderna que encontraron.

Cuando alguien llamara, les “contestaría” una computadora.

“La computadora buscaba la hora en el sistema, y luego buscaba los archivos de audio correspondientes. ‘Son las once’ ‘quince’ ‘y treintaycinco’, por ejemplo; buscaba los tres vocablos por aparte en la carpeta”, explicó Vásquez.

Quizá por eso era que la voz sonaba un poco robótica, porque dictaba los minutos y segundos con pausas, pero por eso mismo era útil, porque daba espacio a entender lo que decía.

“Se contrató a una muchacha especializada en eso, claro que no fue la secretaria de la oficina”, mencionó Marco Vásquez entre risas. De la muchacha no recuerda el nombre, ella es la pieza que le falta a esta historia, además de los nombres de cientos de técnicos que le dieron mantenimiento al servicio.

Museo

Dar con el nacimiento del servicio 112 es toda una hazaña en vista de que no hay mucha información al respecto y quienes lo establecieron o atendieron posiblemente ya no caminan entre nosotros. Así es la vida de cíclica y hasta los números de teléfono tienen su alba y ocaso.

El Museo Histórico Tecnológico del ICE tiene en su poder varios documentos, aunque muy pocos sobre el 112. Hay varios mitos y verdades –posiblemente en sus inicios haya habido algún operador atendiendo– pero lo que se sabe es que fue en los años 90 cuando adquirió su voz digitalizada (la historia de don Marco y don Hernán).

Se desconoce cuándo fue que el servicio se inauguró, pero la historia del “nacimiento” del servicio está registrada en la guía telefónica, algo así como el árbol genealógico de los números de teléfono.

Su primera aparición se dio en la guía de 1967, donde se le anunciaba como el servicio “Anuncio horario”, entre los números de emergencia.

52 años atrás fue cuando se le dio un lugar junto al número de los bomberos (118), la policía (117) y el larguísimo número de la Cruz Roja (21-58-88). Estos fueron consolidados más adelante en el 911, una unión que nos parece ahora muy normal, pero que aún no tienen otros países del continente como México o Panamá.

La misma guía telefónica, pero de 1969, deja ver que el Anuncio horario ahora se marcaría como 112, el número que tuvo desde el ’69 hasta el 2001, cuando fue rebautizado como el 1112.

Este debió ser cambiado, entre otras razones, porque las líneas GSM tenían registrado el 112 como número de emergencia y cientos de ticos que intentaron llamar a pedir la hora terminaron llamando por error al 911 (los celulares son tan inteligentes que a veces hacen cosas tontísimas).

El caso es que el 112 tuvo una vida de al menos 50 años, y no es exagerado decir que durante el siglo XX –el de más desarrollo en la historia del país– fue un importante referente.

Pienso en colegas periodistas, en abogados, doctores, campesinos, burócratas, maestros y demás, sincronizando sus relojes con la hora del 112 para cumplir con su trabajo.

La hora que daba esa voz femenina era la hora oficial, aunque no estuviera sincronizada con un reloj atómico ni nada por el estilo. ¿A qué estaba sincronizado el 112, por cierto? Don Marco nos dio una respuesta sorprendente.

“La voz del 112 daba la hora del PC (la computadora) en el que estaba instalado el programa, y el PC seguro fue tenía la hora de algún reloj particular”, explicó Marco Vásquez. Quizá no suena como que el 112 fue el reloj más preciso, pero era a lo que se podía aspirar 30 años atrás.

Ahora, tenemos en nuestros bolsillos la posibilidad de saber la hora de cualquier país del mundo solo apretando unos botones o dando un par de órdenes con la voz.

“Con un celular se pueden hacer tantísimas cosas, accesar a tantísima información. Parecen de mentira todos los cambios tecnológicos que hemos vivido en tan poco tiempo y que están llegando a nosotros de forma vertiginosa”, comentó Vásquez.

Puede parecer una tontería dedicarle todo un obituario al 112, pero el servicio fue parte de nuestros hábitos como ticos ym como dijo alguna vez un expresidente colombiano, “un pueblo sin tradición es un pueblo sin porvenir”.