Es 1973. Un tico toma su cafecito mañanero, abre La Nación y de forma casual se encuentra con un anuncio escandalosamente seductor.
Anote esto: "¡Lacsa lo lleva!... Caracas se abre de par en par para mostrarle un mundo diferente...fabuloso, sensacional”, pregona entusiasta la antigua publicidad turística, que ocupaba casi una página entera.
¡Qué sabrosa, Venezuela!...¿Quién no iba a querer viajar allá?.
“Autopistas que asombran, tiendas con nombres ilustres como Pierre Cardin y Channel. Un hipódromo donde corren pura sangre. Un hotel en el tope de una montaña al que se llega por un cable aéreo. Pistas para patinar al hielo y discotheques a granel”, de todo prometía a los ticos la codiciada aventura aérea.
Unos ₡1.100 de la época costaba un boleto en jet a Caracas, por aquello de las exclusividades. Se trataba, nada más y nada menos, que un viaje de lujo a la ‘Venezuela bonita’, a la que por años amaron y hasta envidiaron los ticos.
Es así. Novelas inolvidables que inundaban la televisión costarricense, programas de comedia que daban sabor a nuestras noches y cantantes de primera que endulzaban los oídos más románticos; todos ellos fueron por años la cara visible de la nación más rica y desarrollada de Latinoamérica, hoy sumida por desgracia en la crisis política, económica y social más grande de su historia.
Fue un vendaval cultural y económico que se inoculó por décadas en Costa Rica, pero del que ahora no queda nada o casi nada. Hace 20 años un huracán ideológico barrió con Venezuela y nada qué hacer: el príncipe terminó convertido en sapo.
“Yo ahora ni loca iría a pasear a Venezuela. Ahí la cosa está fea, es un desastre y da miedo. Lástima, porque dicen que tiene o más bien tenía cosas bonitas. No se”, expresó Luisa Ramírez, una tica que tiene como deporte viajar de mochilera a todos los rincones del mundo.
Sin embargo, con un brillo en la mirada, Luisa confiesa que ese país la deslumbró cuando era chiquilla.
“Ah sí, antes hubiese sido un sueño ir. De hecho yo quería ir. Es que uno carajilla todo lo que uno veía por tele venía de allá. Incluyendo, claro, al papazote de Guillermo Dávila”, agrega entre risas.
Es que hace unos 30 años, no solo Guillermo Dávila era una sensación en suelo patrio. A los cantantes venezolanos de la época se suman figuras como Karina, María Conchita Alonso, Franco de Vita, Ricardo Montaner, Kiara y José Luis Rodríguez (El Puma), que en sus mejores tiempos lideraban las listas de popularidad en las radios, los programas de videos no dejaban de pasar sus éxitos y en Costa Rica todos cantaban sus arrebatadoras letras.
Del buen Dávila recordamos piezas como Cuando se acaba el amor, Solo pienso en ti, Por Amarte Tanto y Barco a la deriva, que se daban taco a taco con Qué bello, de Kiara, Sé Como Duele, de Karina y Acaríciame, de María Conchita. Todas esas canciones, ahora, son oro puro en los repertorios de música plancha.
“De hecho, el primer tema que yo aprendí a cantar fue Acaríciame. Lo recuerdo muy bien”, dijo la tica Laura de León, conocida en nuestro país como La Reina de la Plancha.
“Acá en Costa Rica, la música venezolana de aquel entonces siempre tiene un espacio especial en las noches de plancha que organizamos. Es que ese país no solo tenía grandes músicos, sino grandes compositores. Montaner, de Vita y Rudy La Scala, todos querían trabajar con ellos”, agregó.
Por si fuera poco, algunas de estas figuras no se quedaron solo con la cantada, sino que entraron a protagonizar telenovelas que se quedaron ancladas en la mente de varias generaciones.
“Es que era así, unían su música y su imagen a las producciones de la época y terminaban teniendo aún más pegue. Era una simbiosis”, destacó De León.
En la casa de mi abuelita, fuente rica de remembranzas infantiles, a mí mismo me tocó atestiguarlo.
Dedicada a la cocina, como las señoras de antes, después de almuerzo había un espacio sagrado que había que respetar. Mi abuelita tomaba su mecedora de mecate, se apostaba cerca de la puerta (por el calor) y junto a mis tías mayores se sentaban a ver Fabiola, la telenovela que protagonizaron Guillermo Dávila y la actriz Alba Roversi, en 1989.
También fueron grandes éxitos La Zulianita, de la escritora cubana Delia Fiallo, Topacio –con Grecia Colmenares y Víctor Cámara, y seguramente Doña Bárbara (1975), uno de sus mayores clásicos.
“A los más chiquitillos no nos dejaban ver las telenovelas. Pero uno se camuflaba ahí, seguro detrás de la mecedora de mi mama o por las hendijas de la casa de madera”, confesaron un par de tíos.
Al igual que a ellos, a varios otros chicos les tocó camuflarse pero para poder ver Bienvenidos, el programa de chistes que hizo famoso en todo el mundo a Miguel Angel Landa –su director– a Boberto (Julio Gassette), al pervertido del Loco Hugo (Koke Corona) y las despechugadas mujeres que aparecían allí.
En el canal 4 tico, a las 9 p.m. Bienvenidos era una sensación en horario exclusivo para adultos. Las chicas con siliconas perturbaban a los padres de familia de la época, pero ninguno se resistía a su singular humor.
Imposible olvidar a Súper Sábado Sensacional, programa que aún existe en Venezuela, pero que ya no es ni la sombra de lo que era. En sus años mozos el espacio se transmitía en Estados Unidos, cinco países latinoamericanos e incluso en la lejana España.
Súper Sábado Sensacional era famoso porque los artistas más grandes de la época pisaban sus escenarios, por lo que en Costa Rica, también canal 4, era entretenimiento puro en las tardes de fin de semana.
Chamo, ¡cónchale!.
Yuri Jiménez, periodista de La Nación, era una chiquilla cuando se vio impactada por el “galanzote” de Arnaldo André, actor de origen paraguayo que protagonizaba la telenovela venezolana Rafaela (1977).
Pocos años después, ya siendo una quinceañera y junto a sus amigas del cole, en la rural Turrialba, Yuri fue seducida por la onda venezolana que la televisión impulsaba y que incluso llegó modificar su forma de hablar, como ocurrió con varias adolescentes de la época.
“Era un vacilón. Pero entre nosotras, las del cole, solo hablábamos de ‘Chamo’, ¡cónchale! ¡Vale!. Toda la jerga venezolana, pero con el acento y todo. Eso se inoculó en la cultura, al punto que hoy día nosotras nos vemos, ya grandes, y volvemos a vacilar con eso”, narró la periodista entre risas.
“Además admirábamos mucho a Mayra Alejandra, de Luciana Mía (1981), que en ese momento era la top de las top de las divas. Era una actriz hermosota, una bealdad rebosante, con una forma de hablar enamoradora”, agregó.
Jiménez destaca que en aquella época las únicas telenovelas que llegaban eran venezolanos o mexicanas. Ambas, eso sí, muy diferentes entre sí.
“Es que las mexicanas, por lo general, eran de romance entre ricos y pobres, y a veces las tramas se volvían un tanto predecibles. Las venezolanas, en cambio, se basaban en relaciones apasionadas e intensas, como Leonela (también con Mayra Alejandra y Carlos Olivier), que mostraban amoríos y contrastes de clase, pero tenían un tenor diferente a las mexicanas, quizá porque siempre tuvimos mayor influencia de México y a finales de los 70 las producciones venezolanas llegaron a competir y a arrasar".
En esa misma línea de novelas venezolanas en las que se mostraba el glamour y estilo de vida de la gente de clase alta en ese país, las producciones se rodaban frecuentemente en lugares hermosos, elegantes y muy modernos que iban moldeando el imaginario colectivo de aquel ‘gran país’. Una imagen aspiracional.
“Yo sentía como que Costa Rica era algo muy chiquitico, y Venezuela muy grande. Era un referencial de belleza, ropa e infraestructura. En síntesis era de lo más cool ser venezolano y teníamos claro que era un país muy privilegiado y líder en un montón de cosas. Por eso me duele o nos duele tanto lo que está pasando ahora", finalizó.
En resumen, se trataba de una industria audiovisual y artística que mostraba las imágenes de un país boyante, impulsado por un motor petrolífero a todas revoluciones. Era la Arabia Saudita de Latinoamérica que, sin embargo, se iba a desplomar poco a poco.
¿Qué ocurrió?
“Nos vemos en democracia...”.
Los canales Venevisión y Radio Caracas Televisión (RCTV), principalmente, fueron los artífices de la mayoría de producciones que pusieron a Venezuela en el mapa internacional.
Además de las telenovelas ya citadas, generaciones más jóvenes de costarricenses quizá recordarán títulos como Mi gorda bella (2002-2003), con Natalia Streignard, y las que hicieron delirar a chicas adolescentes a finales de siglo: De sol a sol (1996), Entre tu y yo (1997) y Dónde esta el amor (1998), de la histórica banda Salserín.
Otros espacios de comedia, tales como ¡Qué locura! y La guerra de los sexos, tuvieron su repercusión en Costa Rica, pero cada vez con menos fuerza. De hecho esas fueron,literalmente, las últimas producciones de peso que iban a cruzar fronteras.
El herrumbre político, como nunca, estaba a punto de Incursionar y contaminar el ambiente artístico venezolano.
El expresentador de Giros, Vicente Tepedino, es un actor venezolano que se vino a Costa Rica buscando mejores oportunidades. Él asegura que la llegada de Hugo Chávez al poder, en 1999, volvió polvo todo lo construido.
“Chávez destruyó no solo el mercado artístico, lo destruyó todo. Yo tengo que decir que yo viví en la Venezuela bonita, que se parecía a Costa Rica. Esa fue el país de mi infancia, del que ya no queda nada”, contó con dolor.
En la década de los 90, Tepedino fue protagonista de algunas telenovelas venezolanas. Participó en Pura sangre (1994) y protagonizó Ilusiones (1995), la primera producción de ese país que llegó al mercado francés.
El canal RCTV produjo estas dos telenovelas y siguió maquinando productos hasta que ya no pudo más. El 27 de mayo del 2007, bajo órdenes expresas del gobierno chavista, esta icónica televisora se quedó sin el permiso para seguir operando.
“No le renovaron la concesión. Chávez detestaba el canal porque solía desenmascarar sus mentiras. El canal se le paró firme”, dijo Tepedino.
“Por ejemplo, si Chávez decía que en tal zona había hecho un hospital, la televisora corría a verificarlo. Muchas veces se demostró que todo era un montaje”, agregó.
El caso es que RCTV apagó transistores en una noche que lloraron muchos venezolanos. Cantando el himno de su país y bajo la consigna “nos veremos en Democracia”, el canal pasó a la historia.
“Lloré ese día. Eran mis compañeros de trabajo, con los que compartí los años más hermosos de mi vida. No podía creer lo que estaba pasando”, lamentó Tepedino.
Específicamente, Chávez acusó a RCTV de apoyar el fallido golpe de Estado que, en el 2002, intentó sacar al mandatario del poder.
RCTV negó siempre dichas acusaciones, pero no se libró de la censura. De hecho, apenas cerró transmisión, el gobierno expropió los equipos de transmisión de la emisora para pasar a transmitir la señal de un nuevo canal estatal del Estado TVes.
Después de eso ya nada pudo ser igual. Aunque Venevisión continuó operando, Tepedino asegura que lo hizo bajo supervisión estricta del gobierno.
“Venevisión se puso de rodillas. Cada cosa que hacen allí, ellos tienen que aprobarla”, expresó el artista.
“Muchos artistas se negaron a trabajar con el canal en esas condiciones, por lo que toda la producción comenzó a decaer con el tiempo. Me atrevería a decir que en un 95% de los artistas venezolanos somos opositores, por lo que muchos nos fuimos del país y otros para vivir acudieron a las tablas del teatro o cualquier otra cosa”, finalizó.
Lo que dice Tepedino no está muy alejado de la realidad. María Conchita Alonso ha llegado a decir que espera que “Estados Unidos invada a Venezuela con balas”, mientras que Montaner, El Puma y Franco de Vita no se cansan de pedir la libertad de su país.
El mismo Dávila dijo una vez a El Diario Las Américas, de Miami: "donde hay dictadura, no crecen las flores, aunque digan ellos que sí. Y el arte es una flor”.
Otro que desde el extranjero ha levantado su voz es Miguel Angel Landa, de Bienvenidos. Él asegura fue sacado “despectivamente por el régimen".
“Es un gran dolor y una preocupación. Siento mucho que mi país haya llegado a ese extremo”, comentó al diario El Listín, de República Dominicana.
Entre el desastre y la esperanza.
Pero el desastre venezolano no es solo a nivel audiovisual o artístico. Ya sabemos que el agua potable escasea, los problemas eléctricos son comunes, la inflación es de terror y la seguridad una pesadilla.
Según datos proporcionado por el Observatorio Venezolano de Violencia, en el 2017 hubo en Venezuela 26.616 asesinatos. La cifra equivale a 72.2 por día y 3 cada hora.
Si a eso le sumamos la profunda crisis política, que enfrenta a oficialistas y opositores cuerpo a cuerpo, Venezuela ha terminado convirtiéndose en el el ‘patito feo’ de Sudámerica.
Ahora la pregunta es: ¿Quién querría viajar por aquellas tierras?
“Todos los lugares turísticos de Venezuela, aquellos paradisíacos, están abandonados o tomados por el hampa”, lamenta Tepedino.
Un caso que ejemplifica dicha situación sucedió a finales del 2013, cuando la actriz venezolana Mónica Spears se fue de vacaciones junto a su esposo y la hija de ambos.
Rumbo a descansar tuvieron un accidente y mientras el vehículo era remolcado antisociales asesinaron a Spears y a su esposo, delante de su retoño.
“Muy pocos ticos van a Venezuela, ni por turismo ni a nivel corporativo. Hay ciertas personas que van por algunos negocios, pero jamás es como antes. Nosotros lo sabemos porque manejamos más de 250 empresas nacionales y transnacionales”, explicó Jairo Vargas, de la agencia de Viajes VEMSA.
“Y no solo eso, las aerolíneas que viajan allá son contadas. Hay muy poca demanda. Ya no es un destino turístico, ni Caracas ni ninguna de sus islas. Algunos cruceros tocan alguna isla, pero como destino de un día, nada más”, agregó el experto.
Para los opositores venezolanos recuperar a la Venezuela próspera solo será posible con un cambio político radical. Por eso, en las últimas semanas, han puesto sus esperanzas en Juan Guaidó, presidente encargado de Venezuela.
Él mismo, en un sentido discurso dedicado a sus compatriotas, habló de la “Venezuela bonita” y de la lucha que darían por conquistarla.
“Vamos a proteger los bienes de la corrupción, pero también cosas que pueden parecer banales. Por ejemplo, que va reabrir de nuevo Radio Caracas Televisión (RCTV). Que volveremos a ver las producciones dramáticas a las que teníamos tanto cariño y que generaban empleo, entretemiento a la familia”, expresó el político en medio de ovasiones en Caracas.
Y mientras Guaidó decía eso, el mayor signo de esperanza estaba a minutos de aparecer en pantalla. Un micrófono cualquiera, con el logo de RCTV, comenzó a colarse en las conferencias de prensa y entrevistas de Guaidó.
A punto de comenzar una rueda de prensa en la sede de Voluntad Popular. Colocaron un micrófono que llama la atención. Lo notan? pic.twitter.com/AwvyDfDcRt
— Manuel Cobela (@mcobela_news) January 28, 2019
¿Será posible que Venezuela vuelva a reinar en Latinoamérica?... Solo el tiempo lo dirá.