Claudia Mijangos: Reina de belleza que mató a puñaladas a sus hijos queda en libertad

Claudia Mijangos, apodada como la Hiena de Querétaro por la prensa mexicana, estuvo recluida en un hospital psiquiátrico por tres décadas luego de asesinar a sus tres hijos en 1989. Este año el caso volvió a surgir tras su liberación. ¿Cómo fue capaz de cometer un crimen tan espeluznante?

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Quienes conocían a Claudia Mijangos pueden decir con certeza que las apariencias engañan. Sus amigos, familiares y conocidos cercanos –sin excepción– jamás imaginaron que esta esbelta, atractiva y en apariencia amable ama de casa sería capaz de matar a puñaladas a sus tres hijos, Claudia, Ana Belén y Alfredo de 11, 9 y 6 años, respectivamente.

México recordará para siempre el 24 de abril de 1989 como el día en el que nació la temible Hiena de Querétaro, como la prensa bautizó a Mijangos luego de que se diera a conocer la noticia.

Su historia resurgió en la prensa mexicana este año no solo porque se cumplieron 30 años del terrible suceso, sino que también en abril Mijangos cumplió su condena y fue liberada del Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan, en donde se encontraba recluida desde 1991.

Aunque han pasado tres décadas del triple homicidio, muchos aún se preguntan qué fue lo que pasó para que una mujer que, en apariencia tenía todo, llegara a cometer un crimen tan espeluznante.

Reina de belleza

Claudia Mijangos nació el 25 de mayo de 1956 en Mazatlán, Sinaloa, en el seno de una familia acomodada, informó El Universal de México. Según sus familiares y amigos, desde que era una adolescente Mijangos se destacó por su porte y belleza, llegando a ganar unos de los concursos más importantes de su ciudad: Reina de la Belleza de Mazatlán.

Su paso por los certámenes de belleza concluyó cuando entra a estudiar Comercio y se casa con Alfredo Castaño. Como muchas de las jóvenes parejas en la década de los años 80, Mijangos y Castaño deciden irse a vivir a Querétaro, un tranquilo estado mexicano, popular en ese tiempo por su cercanía con la Ciudad de México.

Ahí forman una familia, tienen a sus tres hijos y Mijangos, por su experiencia en concursos de belleza, monta una boutique exclusiva para mujeres. Durante esos años, mueren los padres de Claudia, dejándole una buena herencia que le permite a la familia vivir tranquilamente, según detalle Infobae y BBC Mundo.

La pareja matricula a sus hijos en la Colegio Fray Luis de León, un reconocido centro educativo católico de la ciudad, por lo que Mijango se comienza a involucrar en más actividades religiosas y se convierte en una de las madres catequistas que enseñaba religión en esa escuela.

Aunque todo parecía ir con normalidad, a finales de la década de los 80, Claudia comienza a tener fuertes discusiones con su marido que afectan su estado de ánimo. Por esa razón, busca refugio en la iglesia católica de la comunidad y es ahí cuando el círculo de amigos más cercanos de Claudia empieza a detectar conductas extrañas que, lamentablemente, no recibieron la debida atención.

Decadencia mortal

El homicidio que cometió Claudia Mijangos es uno de los más estudiados por la criminología mexicana por la manera y la violencia con la que se dieron los hechos. Discovery Channel investigó el caso hace nueve años cuando el suceso protagonizó uno de los capítulos de su popular serie Instinto asesino.

En esa producción hablaron con algunas personas con las que se relacionó Claudia antes de cometer los asesinatos y entrevistaron a médicos e investigadores que asumieron el caso en 1989.

El padre Rigoberto Castellanos Franco fue el director del Colegio Fray Luis de León cuando Claudia matriculó a sus tres hijos en la primaria.

Para el religioso, quien fue entrevistado por Discovery, Mijangos siempre se destacó por ser una madre cariñosa, aunque sí reconoció haber percibido actitudes “preocupantes” meses antes del crimen. Por ejemplo, cuenta el padre, ella perdía los estribos con facilidad cuando intentaba –sin éxito– anular rápidamente su matrimonio por la Iglesia.

“Ella estaba buscando la anulación de su matrimonio por la Iglesia, y en esas pláticas me di cuenta que se convertía en otra persona; así no era ella normalmente”, recuerda Castellanos.

Para esa época también comenzó a circular el rumor sobre un supuesto romance entre Claudia y el padre Ramón, encargado de la catequesis de primaria del Colegio Fray Luis de León.

Aunque nunca se logró demostrar esa relación afectiva, para todos los funcionarios de la escuela, Claudia estaba obsesionada con el religioso. “El padre Ramón era un tipazo: era un hombre de 1.90, ojos azules. ¿Ella estaba enamorada? Pues seguramente que sí. Ella lo seguía y lo buscaba. Él y yo lo hablamos mucho”, afirmó el padre Rigoberto, aunque recalca que el padre Ramón siempre negó todo.

Cuando la obsesión de Claudia con el cura se volvió insostenible y además comenzó a decir que tenía visiones, el padre Rigoberto habló con el esposo de Mijangos y le aconsejó reclamar la custodia de sus hijos. Sin embargo, aunque lo intentó, Alfredo nunca logró convencer a las autoridades para que le dieran a los pequeños.

“Ella veía cosas: demonios, ángeles… decía cosas incoherentes y realmente se descomponía psicológicamente”, cuenta Castellanos Franco.

Estado mental

Aún así, Castaño buscó ayuda para salvar su matrimonio con Claudia. Aunque Jaime Flores González, médico psiquiatra, trató a la pareja durante este periodo de reconciliación, su recomendación desde que los conoció fue que se separaran: “Como terapeuta de pareja los atendí. Ellos tenían una lucha de poder: uno trata de imponerse al otro y ceder significa estar uno sometido al otro y por eso se niegan a ponerse en la posición de ceder. Se les recomendó que disolvieran su vínculo matrimonial y se separaran”, dijo a Discovery.

La situación tomó un giro inesperado el 23 de abril de 1989, día en el que Alfredo llevó a sus hijos a una fiesta de la escuela y, al regresar a casa, tuvo un violento altercado con Claudia.

En la madrugada del 24 de abril, Claudia llama desesperada a su amiga Verónica Vazquez para decirle que ángeles y demonios le habían advertido de que Mazatlán se “había caído” y de que “todo Querétaro era un espíritu”.

Verónica le pide que se calme y le promete que la visitará ese mismo día en la mañana. Fue ella quien encontró a Claudia durmiendo junto a los cuerpos mutilados de sus hijos esa mañana.

Aunque al principio las autoridades valoraron la hipótesis de que el crimen había sido cometido por un tercero fuera del núcleo familiar -sobre todo por haber encontrado una escena del crimen muy perturbadora–, la policía pudo determinar que Claudia había matado a sus hijos por las huellas encontradas en los cuchillos de cocina, la sangre que tenía en su ropa y su estado mental.

Los investigadores del caso coinciden en que este filicidio ha sido uno de los más sangrientos y terribles que se han visto, por la manera en que la mujer atacó y persiguió a sus hijos por la casa.

Aunque todo México pedía la pena máxima para Claudia, cuando fue valorada por los médicos forenses descubrieron lesiones en su cerebro que explicaban sus constantes ataques psicóticos.

Eso la convertía en una persona inimputable. “Ordenamos un electroencefalograma y ahí encontramos una epilepsia del lóbulo temporal que es aquella estructura que tiene el lóbulo de la ínsula y ahí está el sistema límbico que controla todas las emociones. Si hay descargas anormales pueden haber cambios de humor”, explicó a Discovery Armando Fonseca Hernández, el médico psiquiatra que atendió a Claudia por parte del estado mexicano.

Según Fonseca, hay un período en donde el individuo pierde la noción de la realidad pero eso no le impide realizar comportamientos complejos, como le sucedió a Claudia cuando persiguió y mató a sus hijos.

“Ella se sentía que era perseguida. Entonces vemos que tenía esquizofrenia y depresión, es decir síndrome esquizoafectivo pero residual a la lesión cerebral que tenía. Sí se pudo determinar que en ese momento no estaba en sus cabales”, concluyó Fonseca

Por esa razón Claudia Mijangos fue sometida a un procedimiento especial para inimputables, en donde se determinó una medida de seguridad de 30 años en el Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan.

Esas tres décadas se cumplieron el pasado abril, mes en el que Claudia Mijangos fue dada de alta, confirmó la Secretaría de Gobernación de México al medio BBC Mundo.

Aunque el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Querétaro dio por cerrado el caso, sí se determinó que Mijangos, ahora de 62 años, debía estar bajo estricta vigilancia y en tratamiento médico, informó El Universal de México. Una de sus sobrinas fue la familiar que acudió al reclusorio para hacerse cargo de su tía.

Hoy se desconoce el lugar de residencia de Claudia, aunque se cree que está en la casa de algún familiar. Tampoco se sabe mayor cosa sobre Alfredo, quien perdió tanto a sus hijos como a su esposa aquella mortal noche de 1989.

En Querétaro, Claudia es aún una personalidad y su vieja casa es parte del folclore queretano: cada año decenas de turistas la visitan como parte de los macabros atractivos de este “tranquilo” estado mexicano.