La bombera costarricense que derriba estereotipos en el mundo

A sus 33 años, Angie Solís es Campeona Centroamericana de Desafíos Bomberiles y ocupa el segundo lugar a nivel latinoamericano, luego de enfrentarse a 1.600 personas en Chile. Su destreza y fortaleza son sus más importantes herramientas.

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No tiene muy claro cuándo fue el preciso momento en el que sintió que su vocación era servir a otros. Sin embargo, cuando echa un poco atrás su memoria aparece un recuerdo que sería un indicio.

“Vivíamos en Puntarenas y nuestra vecina trasera había llamado a los bomberos porque había un panal de abejas en su casa. Cuando los vi llegar, me subí en el zinc que era el techo de mi casa y les pregunté que en qué los podía ayudar. Uno de ellos solo me dijo: ‘tráigame una toalla mojada’. Y lo hice”, comenta Angie Solís.

En ese entonces, tenía entre unos 12 y 13 años, pero luego de cooperar en la ayuda a su vecina, ella sintió que en el futuro tenía que dedicarse a ello, a tratar de salvar la vida de otros cuando están en peligro.

Eso sí, reconoce que nunca imaginó que se convertiría en bombera, al menos que ella recuerde, pero sus allegados no se extrañaron cuando se enteraron de la noticia de que había decidido ser voluntaria del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Costa Rica.

"Lo primero que me dijo mi mejor amiga cuando le comente fue: '¡Qué dicha. Se le hizo lo que quería desde pequeña'! Para serle honesta, yo no recuerdo que era de ese tipo de niños que desde pequeño pensaba que quería ser cuando fuera grande", relata entre risas.

La respuesta muy posible a esto es que para Solís, de 33 años y vecina de Zapote, todo esto se trata de un don, es decir, tener esa iniciativa de querer ayudar a otros de forma desinteresada y siendo consciente que se tiene en las manos la vida o la muerte.

Cuando hace referencia a eso, aclara que no solo se trata de una persona, sino también la naturaleza, de especies animales e incluso, de sueños, ya sea de un negocio que alguien emprendió o una casa que adquirió con mucho esfuerzo.

"Es mucha la responsabilidad, porque debes protegerte junto al equipo con el que trabajas, pero también debes tener cabeza fría para tomar las decisiones que te ayuden a que el impacto negativo en la emergencia sea el menor posible", expresa mientras se seca el sudor de su frente y sostiene el casco de protección en su mano derecha.

Es precisamente ese pensamiento, el que junto a sus compañeros sean uno tanto dentro como fuera de la estación de bomberos, lo que la ha llevado a distinguirse en la institución de la que es voluntaria desde hace 10 años y a la que podría a ser permanente, siempre y cuando pase todas las pruebas de inducción que duran seis meses, y que en su caso culminará a finales de febrero.

Para el instructor e integrante del grupo USAR de bomberos, Pedro Orozco, esa es una de las principales características de Angie y de las mujeres que forman parte de la institución: aprender a confiar en el otro y saber que si no existe trabajo en equipo será imposible atender de forma adecuada el desafío al que se enfrente.

"Angie es una voluntaria que tiene la capacidad de pensar mucho más allá de lo que estamos acostumbrados a hacerlo otros. Creo que esa es una de las principales fortalezas que tienen las bomberas, además de que en el caso de ella se suma su gran fuerza y destreza física", comenta en la Academia de Bomberos, mientras la observa en uno de los ejercicios finales de inducción y en el que participan tres mujeres y 21 hombres.

Fortaleza y actitud

Si bien pueden ser muchos los méritos de esta mujer, madre del pequeño Víctor, de un año y nueve meses, existen algunos con los que se atreve a reconocer su avance en la institución benemérita.

Eso sí, antes de hacerlo aclara dos cuestiones: no está acostumbrada a hablar sobre sus logros y sin sus compañeros no hubiese sido posible alcanzarlos.

El primero de ellos llegó en el año 2018, cuando se animó a participar en el Desafío de Bomberos de Costa Rica. Este circuito físico consiste en que los bomberos realizan distintos ejercicios en los que se pone a prueba su capacidad en un escenario muy similar al que se enfrentan en las emergencias.

El objetivo es que sean capaces de demostrar a través de estos retos su compromiso con los valores que rigen a los bomberos: abnegación, honor y disciplina. Es así como tendrán que subir torres para combatir fuego y cargar mangueras de 20 kilos en distancias largas, entre otras actividades.

Eso fue la que impulsó a tomar la decisión de unirse a un desafío, para ello, incrementó su tiempo de entrenamiento en la estación de bomberos de Barrio Luján, de la cual es parte, además de su práctica de crossfit y de sus viajes diarios en su bicicleta.

"Al principio dudaba mucho, porque muy pocas mujeres se animan a hacerlo. Yo sentía esa necesidad de realizarlo por mí, por demostrarme de lo que era capaz y medir mis capacidades ante mis otros compañeros", explica.

Fue así como se llevó el primer lugar ese año y con ello llegó la oportunidad de ir a representar a Costa Rica en el Desafío de Bomberos en Guatemala. La ansiedad era mayor, pero sabía que tenía que dar el máximo por el país, sus compañeros y por ella.

Una vez estando en el esa nacióno centroamericanam en agosto del año pasado, comenzó a imaginarse todos los posibles escenarios y la forma más adecuada de hacerles frente. Llegado el día, su competencia era contra otras nueve personas, especialmente con una guatemalteca, quien partía como favorita.

"La fortaleza mental es indispensable en cualquier bombero y eso fue esencial para mí en el desafío. La competencia no era contra mi colega guatemalteca, sino que lo era conmigo misma y eso lo hizo muchísimo más retador", dice la bombera.

Cuando recuerda que fue anunciada como ganadora aún no podía creerlo, ya que el premio al primer lugar era concursar en el desafío Corremos por la vida que se lleva a cabo en Chile. Eso también significaba la primera vez que se subiría en un avión.

“Sin embargo, cuando regreso a Costa Rica me doy cuenta de que no podría ir a Chile porque ese premio estaba pensado para un guatemalteco, no para alguien de otra nacionalidad. Fue allí donde, una vez más, la institución me demostró su apoyo e hizo todas las gestiones necesarias para que pudiera viajar y así fue”, comenta Solís.

Llegó el mes de setiembre del 2019 y eso la llevó a estar frente a la Torre Costanera, de 62 pisos, ubicada en Santiago de Chile, y entendió que terminar todo el desafío ya sería ganancia, pues tenía que cargar consigo un tanque de oxígeno presurizado más el traje estructural que se utiliza para emergencias, lo que sumaba entre unos 25 y 30 kilos de más.

A esto también hay que agregarle que se enfrentaría a más de 1.600 bomberos de países como Guatemala, El Salvador, Chile, Canadá, por solo mencionar algunos, pero esto no la desanimó, al contrario: al ser la única mujer costarricense decidió que haría todo lo necesario para destacar en la competencia.

“Ha sido uno de los desafíos más duros que he hecho hasta el momento. Al inicio, cuando supe la cantidad de pisos que tenía que subir me mentalicé y me dije a mí misma que lo más importante era dar mi máximo esfuerzo, sin ponerme en peligro. Cuando iba por el piso 22 decidí dejar de fijarme en los números y continuar, pero cuando llegué al 37 me tomé poco más de un minuto para estirar las pantorrillas y soltar el equipo. Decidí retomar mi ritmo y llegué hasta el último piso y pensé que había sido una de las últimas en hacerlo”, recuerda Solís.

Para su sorpresa, una vez que comenzaron a premiar las más de seis categorías, su nombre y el de Costa Rica fue escuchado en todo el lugar cuando anunciaron que había ocupado la segunda posición. La diferencia con la chica que se llevó el primer lugar fue de un minuto y 17 segundos.

“Ahora uno analiza muchas cosas, pero, quizás si no me hubiese detenido en el piso 37, el primer lugar habría sido para Costa Rica, pero por algo pasan las cosas y no fue así”, comenta entre risas.

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Vida y muerte

Para Angie Solís, quien antes de dedicarse de lleno a su carrera de bombera trabajaba como dibujante en una empresa constructora, este oficio es en realidad un don, que aunque nunca se ha cuestionado, la ha llevado a vivir dos momentos en los que ha sentido estar en el medio de la vida y la muerte.

La primera de ellas fue la que más la ha impresionado y que la marcó para toda la vida. Eso sucedió cuando venía con un compañero en una de las unidades de bombero y presenció una discusión entre dos hombres en Calle Blancos. De un momento a otro, uno de ellos sacó una pistola de su vehículo y le disparó al otro en la frente.

“Mi primer instinto fue bajarme de la unidad para tratar de ayudar al señor, porque a nosotros nos enseñan cursos de primeros auxilios, pero mi compañero me decía que no lo hiciera porque el hombre todavía tenía el arma en sus manos y podría atacarnos. Ahora que lo piensas con cabeza fría, él tenía razón, así que esperamos a que el que disparó se metiera en su carro y fuimos a socorrer al señor que estaba tirado en media calle. Había una doctora cerca también, pero ya no había nada que hacer”, relata con la voz entrecortada.

Cuando se le pregunta cómo hace un bombero para que situaciones como estas no les genere un problema psicológico, se apresura a decir que la respuesta está en que un funcionario es consciente de que hizo todo lo posible y más para atender la emergencia, además de que si lo requieren tienen a disposición un equipo de especialistas que los ayuda a lidiar con ese tipo de sentimientos.

"Recuerdo una situación en particular en la que nos tocó atender a un señor que estaba en un paro cardiorespiratorio y a pesar de que seguimos todo el protocolo, el señor falleció. Nunca olvidaré que cuando salí del lugar uno de sus hijos se acercó y me dijo: ‘muchas gracias por su esfuerzo e intentar que regresara a la vida’. Eso te marca, pero te hace sentir que tomaste la mejor decisión al unirte a esta institución.

Otro de las situaciones que recuerda fue una que vivió hace un par de años en la ciudadela León XIII al momento de atender un incendio en un charral. Cuando ya junto a su compañero lo habían logrado, ambos quedaron en el medio de una balacera, uno a cada lado del vehículo en el que andaban. Al no poder moverse, decidieron que lo mejor sería tirarse al suelo y esperar que ninguno de los disparos llegara hasta alguno de ellos, por lo que cuando el enfrentamiento terminó, salieron despavoridos del lugar.

¿Realmente vale exponer su vida por la de otros? “Claro que sí, cuando tienes el don del servicio lo haces y de forma inteligente. Yo no veo las horas que no estoy con mi hijo, con mi familia o cuando me pierdo alguna actividad social como un sacrificio, al contrario, eso habla de mi esfuerzo”.

Entonces, después de todo lo experimentado en estos 10 años, ¿cómo podrías definir lo que es ser bombero? “En mi caso, como la mejor lección de mostrarle a mi pequeño cuando crezca que cuando todo parezca ir en contra, existe la posibilidad de poner el viento a nuestro favor y cumplir nuestros sueños. No hay mejor ejemplo que demostrárselo con lo que hoy hago y que cuando él sea grande vea todo esto y diga con orgullo: ‘ella es mi mamá’”, afirma entre lágrimas.