¿Por qué nos entristece tanto el fallecimiento de una persona a la que no conocemos personalmente, con la que no tenemos ningún lazo familiar y que solamente hemos visto por televisión? ¿Por qué causa tanto dolor la muerte de un hombre quien, básicamente, tiene una habilidad especial para jugar baloncesto? No parece que sea la gran cosa.
Hay millones de personas alrededor del mundo con extraordinarios talentos que mueren todos los días y que apenas llaman nuestra atención. Entonces, ¿qué tienen ciertos deportistas que hacen que millones personas los consideren parte importante en sus vidas al punto de llorar su muerte como si se tratara de un amigo o un familiar cercano?
¿Por qué resulta tan dolorosa la muerte de atletas como Muhammad Alí, Ayrton Senna o Kobe Bryant, incluso para algunos que ni siquiera son seguidores de sus respectivos deportes?
En una sociedad dominada por un apetito desmedido por el dinero y las cosas materiales, sería congruente deducir que lo que se les admira a estos seres humanos son sus posesiones materiales y sus cuentas bancarias, pero no. Si así fuera, existiría una admiración e identificación total por atletas ultramillonarios; sin embargo, este no es el caso, ya que muchos deportistas billonarios no tienen esa notoriedad y ese reconocimiento mundial que hoy el mundo le confiere a Kobe Bean Bryant.
¿Pero si no es la plata, entonces qué es? ¿Qué atributos tienen estos superatletas, además de su enorme talento para un deporte en particular, que los hace figuras admiradas y queridas a nivel mundial?
Por alguna razón la tragedia tiene una atracción en el ser humano que no logro comprender, muchas veces el dolor que generan los hechos hacen que algunas pérdidas sean mucho mas sentidas.
Por ejemplo, la muerte de Ayrton Senna en el accidente ocurrido en la curva de Tamburelo durante el Gran Premio de San Marino, en mayo de 1994... Ese día jugaba con Saprissa en Pérez Zeledón y recuerdo el impacto de la noticia luego de finalizado el juego.
Muy pocos conocían de Formula Uno, pero todos conocían a Ayrton Senna, fue muy trágico pero se entiende que es un deporte extremo y que las posibilidades de un accidente conduciendo a mas de 200 kilómetros por hora son altas.
El caso de Kobe es diferente porque su muerte es inesperada y el hecho de fallecer junto a su hija y amigos lo hace aún mas doloroso; no imagino la impotencia que debe sentir un padre o una madre en esos segundos previos al impacto, donde no puedes hacer absolutamente nada por proteger a tu hija. Devastador.
LEA MÁS: Kobe Bryant y su hija mueren en accidente de helicóptero
Como resultado de mi experiencia y de conversaciones con amigos concluyo que hay cinco factores importantes por las cuales se desarrolla este fuerte vínculo entre el atleta y la sociedad. Por supuesto que hay otras cualidades y circunstancias que dependen del momento histórico y el carisma; pero a mi juicio las básicas son las siguientes:
Primero, El talento. Estos deportistas han sido dotados de habilidades especiales, muy por encima del promedio y esas aptitudes son admiradas en todas sus formas. Segundo, La pasión. La pasión es el combustible que te permite alcanzar los objetivos. Talento sin pasión no lleva a ningún lado. Pero el talento ligado a la pasión es la formula perfecta para el triunfo.
Estas personas viven para su deporte, con la pasión vienen la disciplina, la dedicación, el liderazgo y la inteligencia. Esto los convierte en superatletas exitosos, ganadores y admirados. Tercero: Identificación. Estas personas se identifican con su gente y se sienten orgullosos por eso. Alí siempre representó los derechos de los afroamericanos, sentía que era su deber. Senna fue un embajador de Brasil y su cultura en todo el mundo y Kobe jugó toda su carrera con Los Ángeles Lakers, hay cierto romanticismo que la sociedad aprecia y reconoce.
Las personas no ven con los mismos ojos a un deportista que ha tenido 10 equipos a otro que a defendió una misma camisa toda su carrera. Ese sentido de lealtad y pertenencia es apreciado en un mundo donde la mayoría aprueba la frase de que “hay que estar donde mejor calienta el sol”.
LEA MÁS: La muestra de humildad de Kobe Bryant antes de morir
Cuarto. Involucrarse. Estos deportistas se involucran mas allá de su deporte, utilizan su fama y reconocimiento para mejorar su entorno e intentan aportar a la sociedad en formas diversas. Algunos peleando derechos civiles para grupos sociales discriminados como el caso de Alí; otros como Kobe promoviendo la educación y el deporte en jóvenes promesas.
Esa capacidad de involucrarse hace que la gente los sienta cerca e, incluso, lo identifican como uno de los suyos. Quinto. Capacidad/ resiliencia. Tienen esa fuerza interior que los hace levantarse y luchar después de situaciones traumáticas como lesiones y crisis en su rendimiento. Son mentes indomables donde el fracaso no es opción.
Saben superar situaciones en las que casi nadie cree que lo logren y se reinventan casi de forma milagrosa. A la gente le encantan los luchadores y se identifican con esa cualidad.
Hoy, en medio de la enorme tristeza por la muerte de Kobe Bryant nos debe quedar la fe de que la sociedad mantiene el reconocimiento a personas con talento, pasión, disciplina e identificación con los suyos, que luchan y ponen sus logros al servicio de la gente.
No es el dinero que ganan los deportistas lo que provoca esa fascinación, en realidad admiramos su capacidad de brindarse a los demás, acogemos la alegría que brindan a los espectadores con su juego, agradecemos la pasión con la que contagian a los aficionados, copiamos sus capacidades para reponerse del fracaso y respetamos su aporte a la sociedad mas allá del juego.
Bendecido sea el deporte que, aún en los momentos de profunda tristeza, tiene el enorme poder de la enseñanza y de la formación. Una sociedad que sigue admirando y reconociendo esos valores mantiene la esperanza.