De estilo dinámico e informal; joven, soltero, saludable y el primer venezolano que ha logrado convertirse en una piedra en el zapato para Chávez.
Henrique Capriles Radonski, de 39 años y, hasta el pasado 6 de junio, gobernador del estado de Miranda, le ha logrado sacar una que otra palabrota al comandante cada vez que puede; y eso ya es mucho decir.
Chávez lo ha tratado de majunche (mediocre), cosa que a este político de centro-izquierda poco le importa pues en el fondo sabe que le tienen miedo.
Abogado de clase media alta, Capriles es el candidato único al que se enfrentará el ahora enfermo-mártir de Chávez en las elecciones del 7 de octubre.
De acuerdo con un análisis de la agencia AP, este católico de formación, es hijo de una judía-polaca cuya familia huyó de la persecución nazi, y de un holandés de origen judío sefardita convertido al catolicismo.
Su salto al escenario político en un país polarizado tomó fuerza este año, cuando los opositores de la Mesa de la Unidad Democrática –compuesta por 20 partidos de izquierda, conservadores, moderados y tradicionales– lo eligieron como su caballo de batalla.
En su pedigrí político destacan la vicepresidencia del extinto Congreso Bicameral (1999), la alcaldía del municipio capitalino de Baruta (2000-2008), y ser miembro fundador del partido humanista Primero Justicia. Desde el 2008 y hasta el 6 de junio anterior, fungió como gobernador del segundo mayor estado del país, Miranda.
En el 2004, vivió en carne propia los horrores de la cárcel, adonde llegó acusado de manifestaciones violentas.
Parece poco si se observa con atención el tamaño de su nuevo desafío: luchar contra la creciente popularidad del comandante Chávez, un pulso en el que parece llevar las de perder. ¿Podrá lograrlo?