Corría el mes de noviembre de 1978 cuando el pequeño pequeño y tranquilo pueblo de Simi Valley en California vivió el primer doble asesinato de su historia. La joven madre soltera Rhonda Wisht y su pequeño hijo de 4 años, Donald, fueron asesinados brutalmente en su departamento después de que ella fuera golpeada, violada, estrangulada, mientras que su hijito fue sofocado con una almohada contra la cama.
El pequeño pueblo de 75 mil habitantes quedó conmocionado y las sospechas se inclinaron rápidamente hacia Craig Coley, un joven de 24 años, hijo de un policía jubilado de Los Ángeles y que había sido pareja de Rhonda durante dos años. Rápidamente fue llamado a declarar en dos juicios, donde finalmente se le declaró culpable en 1980 por asesinato de primer grado y fue sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de optar por la libertad condicional.
Esta breve reseña fue publicada por el sitio Cultura Colectiva, en noviembre del 2017, justo 39 años después de ocurridos los hechos con motivo de la liberación de Coley, una vez que el caso fue revisado y se determinó que había sido juzgado culpable por un error judicial. Un error que demoró casi 40 años en revertirse: Coley ingresó a prisión siendo un atractivo treintañero, con toda la vida por delante, la misma que le fue cercenada tras las paredes de una prisión que casi se convirtió en cadena perpetua. Tenía 70 años cuando por fin saboreó la libertad con la que tanto soñó durante aquellas cuatro décadas de encierro, impotencia y sufrimiento.
Coley siempre ponderó su inocencia, pero lo hizo de forma pacífica. “Coley es el prisionero de Simi Valley con más tiempo en la cárcel, de eso no hay duda”, dijo un policía penitenciario a Los Angeles Times.
Y en efecto, ahora que el caso cobra relevancia de nuevo por el reciente anuncio de que el exconvito recibirá una indemnización de $21 millones, medios mundiales han confirmado que el expediente de Coley durante estos casi 40 años en la cárcel está totalmente limpio, sin un solo reporte, con lo que demostró ser el reo más disciplinado de todo el sistema penitenciario local.
El exreo recuperó la libertad tras serle concedido el perdón del gobernador de California, Jerry Brown, gracias a evidencia de ADN que probó su inocencia.
Al anunciar el acuerdo de indemnización, este lunes 25 de febrero, la gobernación de Simi Valley dijo en un comunicado que accedió al monto para evitar un juicio costoso.
"Si bien ningún monto podrá compensar lo que le sucedió al señor Coley, llegar a este acuerdo era lo correcto tanto para el señor Coley como para la comunidad", dijo el gerente municipal de Simi Valley, Eric Levitt, en una declaración. "El costo monetario de ir a juicio sería astronómico y sería irresponsable que avanzáramos en esa dirección", reportó la agencia AFP.
El veterano de guerra, que siempre mantuvo su inocencia, fue condenado en parte por el testimonio de un vecino que informó haber visto su camioneta abandonar la escena del crimen.
En el 2016, la policía y la fiscalía reabrieron la investigación tras descubrir que el esperma hallado en las sábanas de Wicht no coincidía con el ADN del condenado.
Los detectives identificaron igualmente a otros posibles sospechosos y determinaron que el vecino no pudo haber visto el vehículo partir desde su ventana por falta de luz.
El abogado de Coley, Ron Kaye, indicó que esperaba que el acuerdo le permitiera a su cliente cerrar este oscuro ciclo de su vida.
"Ahora puede vivir el resto de su vida, esperamos que sea muy buena, con la seguridad (financiera)que se merece", dijo al Los Angeles Times.
Felicidad agridulce
Craig Coley nunca debería haber pasado 39 años en prisión. Hoy, todos parecen estar de acuerdo en esto. También coinciden en que lo mínimo que debía hacer la ley era asegurarse de que el hombre de 71 años pase el resto de su vida como un millonario.
Tal como explica la cadena CNN, a menudo los condenados injustamente enfrentan batallas prolongadas sobre cómo deberían ser compensados por su encarcelamiento, ya que las localidades culpan a las administraciones anteriores y debaten sobre qué suma monetaria equivale a expiación.
Pero no en esta ocasión. En el caso de Coley, todos los niveles de gobierno se sumaron a la iniciativa. El Departamento de Policía de Simi Valley reabrió el caso con el apoyo del fiscal de distrito del condado de Ventura, Gregory Totten.
En 2017, el entonces gobernador Jerry Brown indultó al veterano de la Armada y la Junta de Compensación a las Víctimas de California le otorgó el año pasado casi 2 millones de dólares en compensación: 140 dólares por cada uno de los 13.991 días que Coley estuvo “ilegalmente tras las rejas, alejado de la sociedad, un empleo y (sus) seres queridos”. Meses después, Coley presentó una demanda federal sobre derechos civiles el resultado fue la reciente obtención de los $21 millones.
La ciudad pagará alrededor de 4.9 millones de dólares y el resto provendrá de seguros y otras fuentes, según el comunicado de prensa.
Los datos fríos sobre años, meses o dólares, se leen de un tirón, pero la tragedia tras esta historia de injusticia capital se ha agigantado en estos días, cuando miles se preguntan si no es ya demasiado tarde para Craig Coley, quien básicamente perdió toda su adultez soportando estoicamente un encierro del que finalmente pudo librarse gracias a la increíble gesta de uno de los policías que manejó el caso en un principio, Michael Bender, quien prácticamente dedicó buena parte de su vida, a costa incluso de su carrera policial, a demostrar que Coley había sido condenado injustamente.
El caso tiene un matices de drama, valentía, injusticia, heroísmo y final “feliz” dignos de ser reseñados en una de las hoy célebres series pertenecientes al género true story: no sería de extrañar que pronto veamos el documental en una plataforma de streaming o en una cadena de televisión.
Los hechos
Una reconstrucción de los hechos realizada en el 2017 por CNN, se inicia con la deducción de que, mientras la liberación y el acuerdo económico le brindó un cierto sentido de justicia a Coley y su familia, también implicó que el o los culpables del salvaje crimen de Rhonda y Donald Wicht nunca fueron castigados. Una de las hipótesis que manejó la policía el año pasado, una vez confirmada la inocencia de Craig, era que el doble asesinato encajaba con el modus operandi de “El asesino del Golden State, Joseph James DeAngelo, un un antiguo agente de policía sospechoso de cometer 12 asesinatos, 45 violaciones y 120 robos en los años 70 y 80, y quien apenas fue detenido en mayo del 2018. De hecho, se le considera uno de los mayores violadores en serie de la historia de Estados Unidos y su área de acción era justamente California. Sin embargo, al comparar las muestras de ADN, resultó que DeAngelo no había participado en ese crimen y fue descartado.
La dolorosa espina de no saber quién o quiénes acabaron con la vida de su exnovia e hijo, siguen taladrando el alma de Craig, quien rumió su sufrimiento durante todos los años de encarcelamiento y, ahora en libertad, ha derramado lágrimas de impotencia en diversas entrevistas cuando recuerda la terrible masacre y acepta que a estas alturas, probablemente sea imposible que alguna vez los verdaderos culpables paguen por lo que hicieron.
Según el expediente policial, Wicht y su hijo fueron encontrados asesinados el 11 de noviembre de 1978. Donald había sido asfixiado, Wicht había sido estrangulada con un cordón de macramé y la escena parecía haber sido “montada” para simular un robo como móvil. La hermosa Rondha, de 24 años, también había sido violada, según el parte médico.
Siempre de acuerdo con CNN, los vecinos le dijeron a la policía que los ruidos de un fuerte forcejeo los habían despertado alrededor de las 5:30 a.m., y una vecina declaró que había visto afuera de la casa, la camioneta de Coley. Craig era gerente de un restaurante, hijo de un detective retirado de Los Ángeles y estaba en proceso de separación de Rhonda en aquellos días.
Coley, entonces de 31 años, le dijo a la policía que había estado departiendo con amigos en un restaurante hasta las 4:30 a.m., que había dejado a uno de ellos cerca de las 4:45 y se había ido a su casa. En una revisión de la vivienda de Coley, la policía encontró una camiseta de un niño y una toalla con sangre que, creían, había sido utilizada en los asesinatos.
Los hechos se sucedieron rápidamente: Craig fue acusado de asesinato en primer grado y los fiscales anunciaron que buscarían la pena de muerte.
En el juicio, la policía declaró que no había signos de entrada forzada en la casa de Wicht y que se había encontrado una llave de una cerradura interior en el piso de su apartamento. Un médico le dijo a los jurados que Coley tenía numerosas lesiones, incluida una abrasión en el pene.
Como lo haría durante las siguientes cuatro décadas, Coley negó haber cometido los crímenes; incluso asumió su propia defensa. Sus compañeros de trabajo respaldaron su historia de que estuvo en el restaurante hasta la madrugada del día del asesinato, y su equipo de defensa cuestionó la caracterización de las lesiones de Coley por parte de la fiscalía.
El jurado votó 10 a favor de la culpabilidad y dos votos en contra, entonces, el juez declaró el juicio nulo. Coley fue declarado culpable en un segundo juicio y condenado a cadena perpetua sin libertad condicional. La Corte de Apelaciones de California confirmó su condena una década después.
Un horror policial
Dentro de la policía de Simi Valley, un detective, Michael Bender, que examinó el expediente de Coley, se convenció de su inocencia. “No existía nadie más que pudiera luchar por este tipo así que me tocó hacerlo a mí”, declaró. “Era lo correcto”, puntualizó Bender.
Bender eventualmente examinó el expediente del caso y se convenció de la inocencia de Coley. En su petición de clemencia de 2013, Bender dijo que otro detective había destruido pruebas que podrían haber reivindicado a Coley, según el registro.
En una unidad de almacenamiento se encontraron cajas de evidencia que una vez se pensó que se habían destruido, y la compañía que había analizado las muestras biológicas de Coley había sido comprada por una empresa privada, que retuvo las muestras.
La sábana en la que se encontró el cuerpo de Wicht no contenía el ADN de Coley, pero contenía esperma y posiblemente saliva de un hombre no identificado, y la camiseta del niño no contenía el ADN de Coley, según el registro.
Como parte de la nueva investigación, la policía también fue al edificio de apartamentos donde vivían los vecinos y determinó que desde ahí habría sido difícil distinguir los detalles de un vehículo y no se podría identificar a nadie desde dentro.
Al emitir el indulto, el gobernador Brown dijo que había solicitado en 2015 que la Junta de Audiencias de Libertad Condicional del estado investigara el caso, y que la junta escuchó de al menos tres agentes de la ley que opinaron que un detective en 1978 “manejó mal el caso”.
Coley no tenía antecedentes penales previos a los asesinatos, señaló Brown, y era un prisionero modelo, dedicado a la religión. También obtuvo dos títulos y comenzó a trabajar en una maestría, de acuerdo con la Junta de Compensación de Víctimas del estado.
“La gracia con la que el señor Coley ha soportado este encarcelamiento prolongado e injusto es extraordinaria. Otorgo este perdón porque el señor Coley no cometió estos crímenes”, declaró Brown.
La sólida creencia del detective Bender en cuanto al horror judicial y la injusticia cometida con Craig Coley, finalmente logró su cometido cuando su antes investigado, y ahora gran amigo, Coley, salió en libertad en 2017.
El Día de Acción de Gracias se acercaba y los hombres y sus familias aprovecharon para celebrar juntos todos lo que fue, como dijo Craig, el mejor “Día de Acción de Gracias” de su vida. Hubo varios medios de prensa presentes, entrevistas, lágrimas, reflexiones, dolor, silencio en honor a las víctimas, risas, brindis, alegría, y sí, algo de esperanza.
Como lo dijo el hoy expresidiario, a lágrima viva, no tenía más opción que tratar de vivir “lo mejor posible” el tiempo que le quedaba, pues ya había sufrido demasiado y trataría de no permitirse ni un momento de agobio.
Sin embargo, como editorializó recientemente el diario El País de España, el caso de Coley es uno más de los muchos que demuestran que el sistema judicial es falible y arruina la vida de personas inocentes, incluso llegando a ejecutar a hombres y mujeres que no eran culpables de los crímenes por los que se les condenó, tal como lo denunció el grupo Innocence Project. Otros medios y centenares de ciudadanos en redes sociales se preguntan cuántos casos similares podrán existir a raíz de errores judiciales que, como en este caso, no solo le robaron la mitad de la vida a un hombre inocente, sino que dejaron en libertad al culpable o culpable de uno de los crímenes más atroces del entonces cándido pueblo de Simi Valley.