Quentin Tarantino está en el aforo. Como uno de los directores de cine más reconocidos y místicos de las últimas dos décadas, el estadounidense visitó el talk-show inglés The Graham Norton Show en 2013 –en una de sus mínimas apariciones televisivas– para promocionar su cinta de entonces, Django Unchained.
Para las luminarias del espectáculo, el ánimo de publicidad es inevitable cuando de presentarse en talk-shows se trata, pero no es su único fin posible. Cuando la conversación sobre la película empezó a mermar, el presentador Graham Norton puso en marcha una dinámica inédita y plausible para observar al director en acción.
A diferencia de los programas de conversación estadounidenses, The Graham Norton Show rompe los esquemas del formato desde hace poco menos de una década, presentando frente al público y a la pantalla a todos los invitados al mismo tiempo, en lugar de entrevistarlos por separado.
Así las cosas, Tarantino no estaba solo con Norton en el set , sino que los acompañaban dos actores europeos: James McAvoy (un escocés reconocido por su trabajo en la serie Shameless) y Alan Davies (comediante inglés que ha tenido papeles menores en cine y televisión). El ambiente era cálido y la oportunidad de ver un lado escondido de Tarantino era única.
Norton saca un libro con el guion de la obra teatral Macbeth, un clásico de William Shakespeare. El carismático presentador le propone a Tarantino dirigir a los dos actores en una de las escenas de la obra, con el anhelo de verlo trabajando en el lugar en el que se diferencia de los demás mortales: detrás de las escenas.
Tarantino le da instrucciones a McAvoy de cómo usar su espada falsa a su favor, indicándole que es un tipo de utilería que debe estar siempre presente en la pantalla durante la escena. Acto seguido, el director se acerca a Davies –que solo tiene una línea en el guion, pero una línea con la que la escena concluye en medio de gran tensión– y le habla al oído.
Luego de girar sus órdenes a los dos actores, Tarantino se aparta de la escena y da paso a la acción. La pantalla se pone en blanco y negro, McAvoy recita sus líneas y Davies se espera a la suya.
Era una frase sencilla (su personaje le pregunta a McAvoy: “¿A qué te refieres?”), sin mayor complejidad, pero la dirección de Tarantino ayudó a darle cierto picante, pues cuando llega su turno, Davies edita su frase y la condimenta con algunos insultos que no venían en el texto original, revelando el consejo que Tarantino le dio al oído, muy consecuente con la forma en la que sus personajes hablan en sus películas.
El público, los actores y el presentador estallan en risas y aplausos, y Tarantino se sabe expuesto de una forma en la que no había estado antes.
El segmento, uno de los miles que han sucedido en The Graham Norton Show, ejemplifica el tipo de situaciones que solo suceden en ese programa de la BBC, y la razón por la que los agentes de las celebridades siempre tienen como objetivo que sus clientes lleguen al show .
Maestría en departir
La vida que lleva actualmente Graham Norton es un error; no debió ser así. Hoy considerado la máxima estrella en la parrilla de personalidades de la BBC (la más importante corporación mediática del Reino Unido), el presentador en realidad quería un futuro en la actuación, nunca en la televisión.
Norton creció en un pequeño pueblo llamado Bandon, en el Condado de Cork, en Irlanda. Acostumbrado a ver televisión y escuchar radio, supo desde muy niño que su futuro no pertenecía al reducido poblado en el que vivían sus padres, sino que soñaba con estar en escena.
Fue en Cork donde comenzó sus estudios universitarios en inglés y francés, mas no los terminó. En cambio, se trasladó al Reino Unido para perseguir una carrera en actuación, y estudió en el Central School of Speech and Drama, al mismo tiempo que era mesero. “La escuela de actuación es un problema, porque cuando estás ahí te enseñan a actuar como el personaje principal, pero nunca como el secundario”, comentó en una entrevista.
De esa época, el mayor aprendizaje se lo llevó de su experiencia como mesero de restaurantes. “No me he reído tanto desde entonces”, contó en esa entrevista.
Años atrás, en un perfil publicado en el diario británico The Guardian, Norton se expandió respecto a los recuerdos que guarda de esa línea de trabajo: “Todos deberían de ser meseros aunque sea un rato, como una suerte de servicio nacional.
”No solo uno se convierte en una mejor persona con los meseros luego en la vida, sino que también aprende a leer a la gente. Uno descubre que muchas personas son viles, y descubre qué tan fácil es ser buena gente y qué tan fácil es ser una mierda”.
A comienzos de los 90, Norton se dio a conocer como comediante y luego como panelista de un programa de la radio BBC Radio 4 llamado Loose Ends . Luego, su fama creció al sustituir a un presentador de un talk-show y su primer trabajo oficial como anfitrión televisivo, en el no tan bien recibido programa de trivia Bring Me the Heaf of Light Entertainment, en el canal 5 británico.
Una leve experiencia con la actuación prosiguió, pero era hora de seguirlo explotando en la pantalla chica del canal 4, primero con su programa de conversación So Graham Norton (de 1998 a 2002) y luego con V Graham Norton (de 2002 a 2003). Ahí comenzó a afilar el estilo inigualable que lo define hoy.
Fue en el primero de esos programas en el que decidió contarle al mundo que es homosexual. Hasta su familia se dio cuenta por medio de la televisión. Aunado a eso, su estilo sumamente expresivo primero le trajo críticas pero luego lo consolidó a partir de su innegable autenticidad.
Desde entonces, Norton se las ha ingeniado para ser irreverente, políticamente incorrecto y un entrevistador de primera clase, al punto que hoy tiene en sus manos la privilegiada franja de los viernes en la noche con su Graham Norton Show.
No obstante, antes de lograr esa consolidación merecida, el presentador tuvo que hacerle frente a programas de pésima calidad e incluso intentó radicarse en Estados Unidos, haciendo un programa para Comedy Central en 2003. Empero, Nueva York no pudo con él, y viceversa.
La marca Norton
Críticos y audiencia normalmente comentan que lo que distingue a Graham Norton de sus pares ingleses e incluso estadounidenses, es su capacidad de ser un presentador bajo en egocentrismo.
Por eso, Norton siempre logra que el lente refleje a sus estelares invitados, hablando muy poco de sí mismo en el programa y dando el aire suficiente para que las estrellas conversen entre sí y que de ello salgan anécdotas y segmentos impensables.
El crítico de televisión Sam Wollaston considera que la trayectoria de Norton ha sido similar a la del chef estrella inglés Jamie Oliver. “Al principio fue un soplo de aire fresco. Luego la novedad se acabó, su ubicuidad se hizo tediosa y sus insinuaciones vulgares se hicieron cansadas. Ahora, alcanzamos la tercera fase: admitir que sí, que en realidad es bastante bueno en lo que hace”, dijo.
Norton le da todo el crédito a la suerte, pero con ese gesto aumenta su para nada falsa humildad, una de las principales razones por las que sus entrevistas siempre salen bien. Por eso, estrellas como Matt Damon o Jennifer Lawrence han dicho que nunca antes la habían pasado tan bien en un talk-show como en el de Norton.
“Norton hace preguntas personales, se sienta y deja que los invitados hablen entre ellos, para ver hasta dónde llega la conversación”, escribió el sitio web Den of Geek. “Todo el paquete funciona. Sus invitados dan la impresión de estar realmente disfrutando estar en el show. Con razón los agentes de las celebridades siempre quieren conseguir un campo ahí”.
Contra todo pronóstico, un presentador irlandés gay, irreverente, incómodamente expresivo y para nada complaciente se convirtió en la estampa máxima de la televisión nocturna inglesa, ejerciendo influencia sobre sus pares en Estados Unidos y sembrando memorias inmortales en estrellas de clase A.
No obstante, Graham no da nada por sentado, y es justamente eso lo que le da fuerzas: “Podría salir de aquí, recibir una llamada y todo acabaría. Y cuando aceptas que estás a un gran error de quedarte desempleado, nada te asusta nunca más”.